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De la oscura noche del hierro que me injuria
surgen docenas de blancas palomas liberadas
de los grilletes de mi corazón
que emprenden vuelo
por caminos etéreos de ansia renovada.
Intrépido y dolorido mi corazón
a la vida se lanza
de viejas heridas preso,
a la lucha y al olvido
de antiguas añoranzas.
Del profundo destierro del cielo que me llama
surgen millones de alas estrelladas,
destinos de fuego y llamas que elaboran
oscura danza
para los anchos círculos celestes.
Noche eterna
que no es más que lenta alborada,
eterno infinito efímero
que despunta lentamente
del hondo pozo de mi alma.
En el ardor de mi alma entera,
una pena constante, un dardo que no quema
un minuto, un siglo
una mirada, un cielo
un abrazo: la eternidad.
Queda el alma herida y desnuda,
amante eterna de las blancas palomas liberadas,
de los sueños irreales
y de las saetas afiladas que,
insolentes, en el corazón se clavan.
23 de enero del 2014
Comentarios
Escribes muy bien. Este poema me gusta mucho. Gracias por compartirlo.
En un foro de literatura con sus diferentes apartados, como este, algo bien escrito cabe en el apartado que sea, aunque no corresponda