Abro este espacio para hacer un experimento.
Tengo un problema con la autocrítica. Soy tan consciente de mis fallos que no consigo fluir por lo que los textos resultan artificiosos y sin vida. Me enfado conmigo mismo, me siento frustrado, por lo que no disfruto y me evado para no sentir ansiedad. Entro así en una espiral que me impide concentrarme hasta perder completamente el foco. Estoy asistiendo a unas clases con una profesora que nos está dando métodos novedosos para afrontar el acto de escribir. Este ejercicio consiste en meditar 10 minutos y escribir de forma automática 10 minutos. Como uno no puede corregir ni pararse a pensar, se obtienen textos con fallos, repeticiones e incongruencias. Pero no importa, el objeto no es conseguir textos pulidos sino educar la atención y la indulgencia con uno mismo que a mí me viene al pelo.
Espero ser constante.
Comentarios
A mi me han gustado, tienen potencia y originalidad, probablemente porque te has dejado llevar.
Pues me alegro mucho de que te guste. Lo cierto es que los textos, al no poder manosearlos, aparecen como más genuinos. De momento a mí está viniendo bien para soltarme y volver a disfrutar.
Un abrazo y gracias por el feedback.
LA FINCA
La Finca era nuevo terreno edificable, no muy apartado de la ciudad, donde la gente con dinero podía evadirse simulando ser agricultores en pequeñas huertas. La propiedad que yo conocí era de una familia de joyeros que tenía amistad con la mía. Como mi padre era albañil, les construyó una casona a buen precio y a cambio de ese descuento, nos invitaban todos los veranos.
No era un pueblo, ni siquiera era nuestro, pero para mí tenía todo lo necesario: leña, murciélagos, bicicletas con timbre y sandalias de goma. Pero lo mejor de todo era la parcela cerrada. Estaba a quince minutos en bicicleta, donde el camino de tierra compacta se estrechaba hasta ser comido por la hierba. Sabíamos que no tenía dueño porque los arbustos habían crecido sin control y se habían enredado en la valla hasta formar un muro de ramas y aluminio. Era tan tupido que no permitía ver el interior aunque hundieras los mofletes y mirases con todas tus fuerzas. Aunque Carol se subiera a los hombros de Alfonso, nada.
Un candado del tamaño de un puño impedía el paso pero no estaba cerrada porque fuera propiedad de nadie. Nosotros sabíamos que dentro había un pozo con un brocal bajo y resbaladizo, no, más que resbaladizo. Si te apoyabas para asomarte, el pozo te absorbía, sin poder evitarlo. Eso es lo que les pasó a dos niños pequeños que aparecieron en los periódicos. Una madre nos aclaró, tras mucho insistir, que los niños desaparecidos solían aparecer más tarde en los pozos. Todo encajaba: dedujimos el resto durante una reunión secreta alrededor de una fogata alimentada por piñas y periódicos. Borja estuvo a punto de quemar el pliego donde aparecían los desaparecidos, que era nuestra pista principal, por lo que fue condenado a un picaculos de dos minutos.
En esas fotos los niños salían con la mirada extraviada y uno de ellos con la boca manchada de merienda. ¿Por qué los padres escogerían una foto así para la policía y para la prensa? Si yo desapareciera, fantaseaba entonces, me gustaría aparecer bien vestido y mirando a cámara desafiante, sin miedo, apañándomelas muy bien solo allá donde estuviera. Porque yo estaba seguro de que era un Niño Desaparecido mucho antes de desaparecer.
Al término de la reunión clandestina se concluyó que debíamos encontrar los esqueletos de los niños en el fondo del pozo. El plan era que el más pequeño se asomara con una linterna mientras el resto hacíamos una cadena sujetándonos por los tobillos. Así era imposible que el pozo nos absorbiera, resolveríamos el misterio, cobraríamos la recompensa de la policía y podríamos comprar una Zodiac para remar en el río. ¿Y por qué una Zodiac? Porque Alfonso, que era el único con fuerza para remar, se empeñó. Seguro que quería llevarse a Carol lejos para tocarla las tetas porque era un guarro y ella era tonta y no se daba cuenta. Pero yo, que era debilucho y no entendía a las chicas, ¿para qué querría una Zodiac?
No esperé al siguiente domingo para llevar a cabo el plan con el resto de los niños. Les traicioné. Al atardecer, cuando los padres preparaban la cena y los chicos estaban exhaustos de jugar en el río, me escabullí y fui solo a la parcela cerrada. No me importaba que nadie me sujetara los pies, no me importaba caer. En realidad, esperaba caer.
De este modo desaparecí y a estas alturas ya han dejado de buscarme. Soy un hombre de cuarenta y cinco años, vestido con polos de buena calidad, ya canoso pero bien conservado. Cuando llegué a Bogotá trabajé en una fábrica de neumáticos para camión. Ahorré dinero, conocí a gente influyente y fui lo suficientemente listo como para que no se me notara. Por eso me fueron bien los negocios, me expandí y me mude a Brooklyn, donde está la sede de mi empresa. Mis tres ex-parejas me adoran porque siempre les traté bien y nunca les oculté que les iba a ser infiel. Mis hijos, los cinco, se han quedado con ellas y me parece bien. Les paso el dinero, nos reunimos alternativamente en Navidad, verano y Acción de Gracias y todos conformes. El mayor ha pasado el casting de un concurso de talentos y Marcelita va a apuntarse a un colegio de superdotados, estoy orgulloso. ¡Ah! Cuando tengo tiempo voy a navegar a las playas de Cartagena, pero sin mujeres, no como Alfonso. Me gusta la soledad.
Antes de acabar quiero advertirles algo: la persona que ahora escribe desde España no es la persona que fue engullida por el brocal resbaladizo. Él no conoció a Borja, Alfonso y Carolina. Para esta persona nunca existió el pozo ni La Finca. Tengan cuidado porque les está engañando.
Tal vez son solo tres de los varios seres que habitan en cada uno de nosotros.
Saludos.
Bueno, éste cuento es un poco ambiguo porque no quiero destapar demasiado ni cerrar un problema que no puedo resolver en realidad. De todos modos, tu interpretación no va nada desencaminada.
Un beso y muchas gracias.
Creo que te despistas, amigo. La que comenta soy yo.No es raro que te confundas por aquello de que comenzamos en S y acabamos en A. Además de que yo no suelo comentar en Narrativa. Contigo hice una excepción.
Un abrazo.
Sinrima
Es cierto, ¿qué hace por este páramo tan árido y sucio? Vaya privilegio, ya lo creo. Es como recibir la visita diplomática del Reino de la Poesía. Rápido, desplegad la alfombrilla, ¡se va a manchar los zapatos de adverbios!
En serio: es un honor.
Más gracias todavía.
Un abrazo.
Voy a componer lo que pueda mientras transpiro, mientras descanso entre serie y serie de esfuerzos concretos, inofensivos por fútiles y desprovistos. Círculos de hierro, domesticados por fundas de caucho y racionalizados por series numéricas regulares. Casi herméticos. Asimilando que las fibras se desgarran, no como el metal; que las células deben oxidarse para crecer, como el metal. Que deben humillarse para respirar, para vivir un poco, que es lo mismo que exhibirse, que es la vanidad lo que maravilla y nos me te diferencia de una molécula estable o de una piedra opaca. La vanidad como heroína trágica, véase una actriz vieja con plumas de avestruz y cuello de avestruz ante el espejo del camerino, porque el miedo es lo que la hace gloriosa y aún sabiendo que los lloros y los mohínes no encontrarán consuelo en la hora decisiva, llora y pestañea porque es sencillamente encantador. Igual que ahora yo tiro los discos pesados con un gruñido coqueto. La podredumbre como prueba de que funciona, con focos y aplausos, vanidades de hierro arrolladoras, pruebas de que esto sorprende, que se mueve. Se mueve a toneladas de velocidad. El dolor traquetea desde lo lejos, lo puedes oír pegando la oreja al raíl. El dolor llegará, tarde o temprano, quizás ya te esté arrollando a cámara lenta, desollando poco a poco las inocencias, diferentes virginidades no necesariamente bien jerarquizadas sino resultado de una aglomeración mal pensada, caprichosa, no desde el punto de vista de un niño arrancando alas sino desde el punto de vista de su hermana, pegando purpurina al cadáver. Como si fueran cosas diferentes.
Leí los cuatro primeros relatos. Si tuviera que quedarme con uno, sería el de "la flor voladora"...
"Si yo fuera un flor triste me haría cortes en los pétalos para no parecer tan hermosa, oscurecería mi color hasta verme marrón o azul de Prusia. Quizás, en el colmo de la austeridad adaptaría mis pigmentos hasta volverme gris. Una flor paracaidista, que estuvo enamorada y fue rechazada, gris y con cicatrices en los pétalos." By Perplejo
Muy bueno, me gustó toda la historia, y el final es genial... cicatrices en los pétalos...
Seguiré leyendo tus relatos...
La escritura automática no la practico, supongo que es porque no la veo necesaria desde la perspectiva de mi situación (no soy escritora como vosotros), y por otro lado podría resultar divertida... Otro compañero la practica con el siguiente método:
"Se toma una hoja blanca, un lapicero, y un Johnnie Walker en vaso ancho, con hielo.
A continuación se cierran los ojos, esperando respuesta de la mano que tiembla; y estos son los resultados:)"
Suena a sesión de ouija :-)
(acuérdate de que nos falta tu pan en la mesa de juegos )
La helizoide de cono director es penetrante. Barrena, taladra. Es la broca y el aguijón. Fuerza al suelo a dejar de serlo, abre camino al cielo para internarse en el secreto. Ilumina la matriz, vela los negativos. Colapsa los recuerdos y aflora los traumas. La acción es lenta pero ruidosa, como un rayo de almíbar, como un glaciar de cascabeles. Y como éstos, es bello. De alguna manera es canónico. Como la crueldad y la tortura aparecen en los grabados medievales.
Los linces, los guepardos y los faraones tienen una mancha en el lacrimal, como un rastro del llanto manchado de rimmel. A todos ellos les atribuimos una mirada poderosa, profunda en los corazones, larga en el tiempo. Resulta extraño que sea el color negro el que represente una visión mejorada siendo éste el color de la oscuridad y de la ceguera. Flota la idea de que lo sagrado, lo auténtico, no se puede ver reflejado en la luz, no son los fotones los que puedan transportarlo. Como si la luz y su espectáculo ambulante, tan explícito, fuera la tapadera de la mafia divina. Hola, ¿quién eres? Amén. Largo de aquí. La tierra, el útero, el alma. Namasté. Si te vuelvo a ver por aquí te corto los tendones. La sopa de gluones, quarks y átomos de hidrógeno que abraza el vacío. ¿Qué forma tendrá lo esencial?, ¿de qué color será?, ¿combinará bien con el negro?
Una máquina de trescientos kilos de acero, vidrio y plástico rodea una mampara dentro de la cual aleteaba una mariposa amarilla. El aparato tiene seis brazos articulados. Uno emite haces de fotones, iones y muones oscuros, otro hace fluctuar el aire que alteraría los patrones de vuelo de la mariposa, el tercero tiene sensores de infrarrojos, otro va equipado con un túnel de cincuenta y cinco lentes y un procesador de imagen, el quinto sintetiza feromonas que se dosifican dentro de la mampara y el último recompensa al organismo con cantidades minúsculas de néctar. Para cuando las condiciones iniciales del experimento estuvieron preparadas, la mariposa ya estaba muerta.