Y entraste en esta casa.
Y te quedaste dentro de esta eternidad
que nos persigue siempre en la palabra,
amigo cuyo nombre guardo en el laberinto
circular en el que habito,
en el aposento de los tesoros.
Te siento triste, amigo, poeta,
puede que cansado de circunstancia,
como si buscases a alguien continuamente
con quien poder mejorar este mundo
y poder llenarlo de esperanza.
Tu alma está inquieta de
melancolía pasajera,
queriendo desahogar la ingravidez recluida
de forma hermosa.
Siento la llamada
de necesidad sin confirmar,
timbre que no hace ruido,
situación de alarma silenciosa,
interior que abre unas ventanas
en un día de asfixia
con sensibilidad exhalada.
Es presenciar el etéreo derrumbe
a un abismo
que ya conocieras
con constancia involuntaria.
La melancolía es la miel en la que
se relame la tristeza,
la pista
de la que despegan aviones de papel
hacia la lluvia,
con palabras de profunda belleza.
Mientras,
los pájaros acallan melodías, en una especie de
luto por la incierta muerte.
No siempre hay solo verdad o mentira en los hechos.
Se barajan las secuencias.
_ No hay que creérselo del todo._
Dice el cuervo, sobre la rama quebrada de astucia.
La carretera cercana.
Suceden los vehículos,
sin detenerse,
sin desviar la mirada del destino marcado de tic tacs.
Encierran cargadas maletas de ausencias.
Miradas para otro lugar.
Abre los ojos el animal abatido.
Un asombro de auxilio, transcurre
y empaña el vaivén del aire.
Es como un vestido de niebla con botones
desabrochados de sol.
Y los pájaros retornan a su canto, aliviados
de no continuar la tragedia
(ya perdieron demasiadas plumas con el drama).
Desean volar de esta jaula de cruce de caminos, ¡volar!
y quisieran estar en una obra de Shakespeare,
no aquí, imprecisos. Agoreros.
( sin Ophelias, Lady McBeths, Juliettas, ...)
Comienzan a tener frío de preguntas.
Y un coche blanco, luminoso,
(arrastrado por 110 caballos)
(parecido a una luna en la noche distinta)
parando en el andén.
_ Vuelve a casa.
Y cuéntame el porqué de estas cosas que suceden._
Los quizás y los puede. Razones
para explicar las cosas que pasan.
Se habla de desprendimientos y de la marca de la existencia.
Y se habla de un tatuaje nuevo debajo de la piel.
Desaparece el coche luminoso, entre la noche
abriéndose
ante el amanecer.
Porque todo es como una ráfaga, y... puesta a imaginar lo que dijo el cuervo...
Porque dijo el cuervo.
Cada una _miradas rehuidas_ inundándose de noche nupcial.
Un enlace de palabras,
corroe una garganta con disonantes graznidos en cama de nadie.
No existen oídos de entrada. Se cerraron al anochecer.
_ ¿Qué es lo que hay que saber?_
Todos temen a un cuervo cuando abriera el pico,
sobre esa rama quebrada de astucia.
Muestra de una lengua que lame la razón incomprendida.
Licitando para un silencio. Hay apuestas. La noche
se hará un nudo a partir de ahora.
La compasión de los pájaros de dulces cantos, aporrea
contra la boca que levanta la mano para hablar.
El cuervo, arrancándose las plumas de una piel desvencijada.
_Oídos sordos._ Para quién lo entienda.
Nadie quiere oír hablar de epítetos de mal augurio.
La contienda termina en el comienzo cerrado.
El cuervo dijo,
que la sombra alcanzaría a toda simiente
por cada una de las palabras a evitar.
No dejarse influenciar por un traje negro. ¡Todos a rezar!
La noche,
ama a los cuervos que maldicen la ráfaga de luz
incapacitándolos para la tiniebla.
Y una pluma blanca, crepita
al crecer
entre la penumbra de un cuervo desleído de sino.
Nada detiene la muerte de la lluvia sobre el asfalto.
y quisiera amortiguar el choque cruel,
salvarla de entre todos
los finales posibles por aplastamiento que existen
en zonas de extrema dureza.
No caerán sobre el consuelo de la hierba, piadosa.
Los toldos, recogidos, no podrán hacer de tierra
esponjosa.
Chocarán, algunas, las más afortunadas,
contra las hojas de cualquier árbol del entorno,
haciéndose miles de gotitas desparramadas
cayendo sobre otras hojas,
como una carambola hacia la desaparición absoluta.
Caerán, también, sobre esa furgoneta blanca,
la que está aparcando ahora, y no estaba hace
un instante
para aplastarlas en la frialdad de un material inerte,
como si no tuviesen bastantes muertes despiadadas donde elegir.
Si pudieran elegir, siquiera, volver a las nubes de las que
salieron
empujadas.
Aquí, solo esperan
las miradas de unos cuantos melancólicos buscando la
nostalgia en cada gota
derruida de
esperanza
en la
cai
d
a
la espera de una escucha,
los plafs, el anuncio del fin de un desahucio en un cielo que es de todos.
Y hay miradas de Cortázar observando el suicidio
masivo, como un espectáculo de huida.
Se pisan los charcos de camino a la tristeza,
cementerios húmedos,
adonde fueron cientos de sacrificios diminutos
de un celeste que perdió a su sol y fue castigado con las nubes.
Y ahora, paga con cada gota de su sangre cristalina,
la pérdida y el frío.
Porque así sucede en estos casos.
Aunque exista la inocencia.
Este no es un lugar donde buscar poesía seria que leer.
Y tres manzanas rojas sobre una bandeja y ninguna Blanca(Nieves, una).
Los cuentos nunca fueron. ¿Alguien ha visto a los siete enanitos
por algún lado? Mamá, el cuento no salió de tu boca,
y ahora, las manzanas no hay quien se las coma con un poco de miedo al letargo,
no hay bruja que quiera ser más guapa (ni espejito liante), no que conozca.
Aunque existan parecidos razonables, y no diré nombres, que después todo se sabe
y hay quien se enfada con una bala dialéctica en la recámara, que se dispara
el día menos pensado y explosiona por aquí dentro, y salen astillas de tal palo.
Pero, si lo que quiero es poesía y me encuentro estos deslices a falta de cuento.
Y la madeja va formándose al primer bocado, y no me duermo, sigo tan despierta.
Y no hay príncipe ni enanos ni bruja ni miedo y sí hay manzanas rojas, dos y media,
pasan los bocados cuando menos te lo esperas.
Y solo quise un cuento. No, no me servía el ángel de mi guarda
casi cada noche, me aburría como una niña viendo el mismo capítulo
de dibujos animados. Pero me peinabas, a veces, como
a la princesa Leia aunque no te gustase. Que después de todo, C-3PO tenía alitas
en mis sueños y era doradito, puro orito. Puestos a elegir un ángel
¿por qué no podía ser él? Que a un ángel se le disfraza al gusto del consumidor,
pues si ha de guardarte, imagínalo.
Y este cuento se ha acabado y dos manzanas rojas sobre una bandeja.
Si me hubieses contado el cuento, ahora estaría dormida y no haría estas cosas.
Los días de aquellas sillas vacías
de mañanas. De luces y sombras frente
a los manteles de escritas reuniones, y desaparecidas
manchas de café en alguna lavandería.
Y en contraste, nacimientos. (La vida y su juego de la silla)
Estos días acercándose.
Ráfagas de antes
y después, en el tiempo caído en alegre tristeza
peleándose,
compartiendo cuerpos agridulces. Siempre hay una historia
en el corazón que
duele más de la cuenta
sin borrarse de la mirada. Como un tatuaje
con firma.
Pero no todo es así. Existen más versiones de lo mismo.
La mesa de polos opuestos,
los agujeros
y las palabras buscando
su eco extraviado, en algún lugar hacia dentro
sin parada.
Aire. Cometa. Cielo. Pájaro. Y caída.
Tierra. Raíz. Gusanos. Ceniza. Y vuelo.
Navidad bailando entre dos aguas,
cambiando de colores
y un acuario con peces siguiendo la corriente.
A veces nos mentimos para recordar
algo cierto situado en el olvido.
Demasiadas personas buscando, ahora,
la solución en un objeto.
Se puede salir corriendo.
En el camino llegarán las excusas.
Y el retorno al punto de partida.
Las cerillas tiñen tus uñas de color a muerte.
Entonces, un mechero se enciende y se apaga.
Lisbeth Salander, aprendió sobre la piel
que algunos hombres no aman a las mujeres de una
manera tierna.
Ni siquiera aman de ninguna manera. Enciendes despacio. No vale darse prisa si se pierde.
El reloj es solo una bestia muda dando la nota,
pero tiene las llaves de tus ojos
y respetas la manecilla que persigues.
El gas desaparece de un cuerpo de plástico verde.
Alma volatilizándose que ya está en tu carne. La respiras.
El interior es el incendio del que huye la sangre
de un bidón de gasolina.
Y no está Mikel. ¿Quién eres y qué haces en este lugar sórdido de nombre oculto?
¿Acaso eres la sombra hackeando, en venganza, el laberinto?
El reloj habla y el tiempo pasó lo bastante. .
Ahora eres como una araña a punto de despertarse para
devorar un insecto. Una cucaracha
ha de escupirse después,
no lo olvides nunca.
¿O acaso aún duermes, atrapada en tu propia telaraña? La advertencia. 1 2 3 y quizás 4.
La última gota antes del sueño.
No puedes ver al ser que se desvanece cuando abres los ojos.
No está llegando.
Y el despertar, con el fuerte olor a presencia escurridiza.
De nuevo deja un mechero entre tus dedos.
El juego absurdo que sabe a daño.
Vuelves a encenderlo, despacio. Y el Déjà vu. Ves deslizarse ese último segundo, abierta la
fisura por donde entra el nigromante.
Deseas mirarle detrás de tus ojos y empujarle
fuera de la partida
con toda la rabia
la ira. Otra alma de gas, abandona otro cuerpo de plástico.
Este es rojo y huele a sacrificio.
Ya puedes alimentarte con los despojos de tu suerte.
Le toca encender. Y perderá su último rito.
Hoy vencerás a la efigie que hizo nacer a un dragón tatuado.
Vencerás, Lisbeth, a quien quiso romper tus sueños de cuajo.
Y vendrán otros del pasado con las mismas intenciones.
Pasará en otra novela de Larsson.
En el árbol de Navidad
anida un pájaro sedicioso en el calcetín colgado
insiste en picotear bolitas de plata
- no son lunas llenas -pájaro bobo que buscas tu satélite entre
el verde mentiroso-
y una decadencia en la estrella señala abismo
donde se precipitan los objetivos
del ave necrológica
cae santa claus hace un plof a michelines rotos y se queda pálido
de vida
suenan las campanitas de papel maché suenan a melodía desconsolada
llora el abeto de engaño llora nieve
copos de purpurina blanca
los renos marchan
lejos
y piñas doradas pierden destellos para siempre
las mariposas consiguen desatarse de la guirnalda emprenden el vuelo
bellas entre la noche de escarnio escapan
y las lucecitas se apagan como si el establecimiento ramificado
hubiera cerrado por tristeza
ojos menudos en lo alto satisfechos territoriales
tras caer el ángel de alas petrificadas
el rival que no protegió a nadie de mirada azulinvierno quieta
en el suelo tres pedazos y añicos celestiales
a un palmo de claus
y el pájaro toca la campana de la rama origen
anunciando el nuevo descenso:
la bola más grande
el planeta más brillante de esta composición de universo
Ha llegado el momento de controlar
las sensaciones,
no tengo dinero para mas condones, ya no te puedo ver.
La noche sólo sirve para dormir,
otros sueñan,
uno no se lo puede permitir,
dos es un número muy alto para mí.
No te rías, te doy lastima, ya no
tengo elección,
tú, lector, tienes la culpa, por provocarme, por buscarme,
soy un engendro publicitario, me abres tu boca,
voy a entrar despacio, la potencia sin control no sirve de nada,
lo absoluto es no existir, por ti, por mí,
por que es muy triste darle a todo un fin.
Buen poema Juan.
Recuerdo estar juntos,
pero habías desaparecido unos años antes,
era tu cuerpo y no había voz.
Siempre quise tus ojos en mis ojos,
el verde-lago como herencia en la mirada.
El color se quedó estancado,
siguió el camino del azul de la abuela,
saltando generaciones.
Para mí la tierra,
la miel
y algo de sol entre cosechas
de trigo.
Cierro los ojos,
siento el verde y el azul dentro
como en un caleidoscopio genético/sentimental,
como pececillos de colores dando vueltas
en cuencas repletas de agua.
Qué nadie vacíe las piscinas redondas donde nada el amor,
bucea el alma
y flota la tristeza como pedacitos de corcho salvavidas.
Y qué nadie subestime el peso
de los ojos de mi madre:
oscuros
vencedores
sin nada que temer.
* Se juntó todo
Cosas del teléfono móvil
Y editar no me ha solucionado el problema
Quedará así por siempre seguidito
Comentarios
Y entraste en esta casa.
Y te quedaste dentro de esta eternidad
que nos persigue siempre en la palabra,
amigo cuyo nombre guardo en el laberinto
circular en el que habito,
en el aposento de los tesoros.
Te siento triste, amigo, poeta,
puede que cansado de circunstancia,
como si buscases a alguien continuamente
con quien poder mejorar este mundo
y poder llenarlo de esperanza.
Tu alma está inquieta de
melancolía pasajera,
queriendo desahogar la ingravidez recluida
de forma hermosa.
Siento la llamada
de necesidad sin confirmar,
timbre que no hace ruido,
situación de alarma silenciosa,
interior que abre unas ventanas
en un día de asfixia
con sensibilidad exhalada.
Es presenciar el etéreo derrumbe
a un abismo
que ya conocieras
con constancia involuntaria.
La melancolía es la miel en la que
se relame la tristeza,
la pista
de la que despegan aviones de papel
hacia la lluvia,
con palabras de profunda belleza.
Y ahora que sé,
te ruego resistas.
Otra manera de contar un cuento
Un animal abatido, en medio de la jungla.
Agoniza de llanto.
Mientras,
los pájaros acallan melodías, en una especie de
luto por la incierta muerte.
No siempre hay solo verdad o mentira en los hechos.
Se barajan las secuencias.
_ No hay que creérselo del todo._
Dice el cuervo, sobre la rama quebrada de astucia.
La carretera cercana.
Suceden los vehículos,
sin detenerse,
sin desviar la mirada del destino marcado de tic tacs.
Encierran cargadas maletas de ausencias.
Miradas para otro lugar.
Abre los ojos el animal abatido.
Un asombro de auxilio, transcurre
y empaña el vaivén del aire.
Es como un vestido de niebla con botones
desabrochados de sol.
Y los pájaros retornan a su canto, aliviados
de no continuar la tragedia
(ya perdieron demasiadas plumas con el drama).
Desean volar de esta jaula de cruce de caminos, ¡volar!
y quisieran estar en una obra de Shakespeare,
no aquí, imprecisos. Agoreros.
( sin Ophelias, Lady McBeths, Juliettas, ...)
Comienzan a tener frío de preguntas.
Y un coche blanco, luminoso,
(arrastrado por 110 caballos)
(parecido a una luna en la noche distinta)
parando en el andén.
_ Vuelve a casa.
Y cuéntame el porqué de estas cosas que suceden._
Los quizás y los puede. Razones
para explicar las cosas que pasan.
Se habla de desprendimientos y de la marca de la existencia.
Y se habla de un tatuaje nuevo debajo de la piel.
Desaparece el coche luminoso, entre la noche
abriéndose
ante el amanecer.
Nunca comieron perdices. En consideración.
Tenemos que hablar.
Hablando.
Nadie dice
se pierden las palabras
en el momento incrustado
cuando la espera desdice
significados ocultos
Nadie dice
pasan de largo transeúntes sin pasos
y el silencio se detiene
en la costumbre
Y nadie dice
y todo transcurre mientras tanto
la razón maldice
el ausente llora
por haber callado
Y porque nadie dice
una algarabía reclama atención
en medio de
un parque semejante
a otro parque
donde crisantemos
hablan el idioma de las flores
entremezclándose
con el sonido de generaciones de
móviles
pidiendo su tiempo con grito
de alarma
Somos parte de unas teclas
de unas letras
de un escenario
quedándose en silencio
mientras cambia la función
de nombre
Vuelvo de vez en cuando, no he olvidado este lugar. Aquí está todo muy tranquilo, como introspectivo... creo que hay una corriente de calladitos :-)
Ya he hablado unas líneas y dejé de ser calladita
Nos leemos, amparo ^^ tengo que irme presurosamente
Porque dijo el cuervo.
Cada una _miradas rehuidas_ inundándose de noche nupcial.
Un enlace de palabras,
corroe una garganta con disonantes graznidos en cama de nadie.
No existen oídos de entrada. Se cerraron al anochecer.
_ ¿Qué es lo que hay que saber?_
Todos temen a un cuervo cuando abriera el pico,
sobre esa rama quebrada de astucia.
Muestra de una lengua que lame la razón incomprendida.
Licitando para un silencio. Hay apuestas. La noche
se hará un nudo a partir de ahora.
La compasión de los pájaros de dulces cantos, aporrea
contra la boca que levanta la mano para hablar.
El cuervo, arrancándose las plumas de una piel desvencijada.
_Oídos sordos._ Para quién lo entienda.
Nadie quiere oír hablar de epítetos de mal augurio.
La contienda termina en el comienzo cerrado.
El cuervo dijo,
que la sombra alcanzaría a toda simiente
por cada una de las palabras a evitar.
No dejarse influenciar por un traje negro. ¡Todos a rezar!
La noche,
ama a los cuervos que maldicen la ráfaga de luz
incapacitándolos para la tiniebla.
Y una pluma blanca, crepita
al crecer
entre la penumbra de un cuervo desleído de sino.
Nada detiene la muerte de la lluvia sobre el asfalto.
y quisiera amortiguar el choque cruel,
salvarla de entre todos
los finales posibles por aplastamiento que existen
en zonas de extrema dureza.
No caerán sobre el consuelo de la hierba, piadosa.
Los toldos, recogidos, no podrán hacer de tierra
esponjosa.
Chocarán, algunas, las más afortunadas,
contra las hojas de cualquier árbol del entorno,
haciéndose miles de gotitas desparramadas
cayendo sobre otras hojas,
como una carambola hacia la desaparición absoluta.
Caerán, también, sobre esa furgoneta blanca,
la que está aparcando ahora, y no estaba hace
un instante
para aplastarlas en la frialdad de un material inerte,
como si no tuviesen bastantes muertes despiadadas donde elegir.
Si pudieran elegir, siquiera, volver a las nubes de las que
salieron
empujadas.
Aquí, solo esperan
las miradas de unos cuantos melancólicos buscando la
nostalgia en cada gota
derruida de
esperanza
en la
cai
d
a
la espera de una escucha,
los plafs, el anuncio del fin de un desahucio en un cielo que es de todos.
Y hay miradas de Cortázar observando el suicidio
masivo, como un espectáculo de huida.
Se pisan los charcos de camino a la tristeza,
cementerios húmedos,
adonde fueron cientos de sacrificios diminutos
de un celeste que perdió a su sol y fue castigado con las nubes.
Y ahora, paga con cada gota de su sangre cristalina,
la pérdida y el frío.
Porque así sucede en estos casos.
Aunque exista la inocencia.
Y tres manzanas rojas sobre una bandeja y ninguna Blanca(Nieves, una).
Los cuentos nunca fueron. ¿Alguien ha visto a los siete enanitos
por algún lado? Mamá, el cuento no salió de tu boca,
y ahora, las manzanas no hay quien se las coma con un poco de miedo al letargo,
no hay bruja que quiera ser más guapa (ni espejito liante), no que conozca.
Aunque existan parecidos razonables, y no diré nombres, que después todo se sabe
y hay quien se enfada con una bala dialéctica en la recámara, que se dispara
el día menos pensado y explosiona por aquí dentro, y salen astillas de tal palo.
Pero, si lo que quiero es poesía y me encuentro estos deslices a falta de cuento.
Y la madeja va formándose al primer bocado, y no me duermo, sigo tan despierta.
Y no hay príncipe ni enanos ni bruja ni miedo y sí hay manzanas rojas, dos y media,
pasan los bocados cuando menos te lo esperas.
Y solo quise un cuento. No, no me servía el ángel de mi guarda
casi cada noche, me aburría como una niña viendo el mismo capítulo
de dibujos animados. Pero me peinabas, a veces, como
a la princesa Leia aunque no te gustase. Que después de todo, C-3PO tenía alitas
en mis sueños y era doradito, puro orito. Puestos a elegir un ángel
¿por qué no podía ser él? Que a un ángel se le disfraza al gusto del consumidor,
pues si ha de guardarte, imagínalo.
Y este cuento se ha acabado y dos manzanas rojas sobre una bandeja.
Si me hubieses contado el cuento, ahora estaría dormida y no haría estas cosas.
Los días que vendrán
Los días de aquellas sillas vacías
de mañanas. De luces y sombras frente
a los manteles de escritas reuniones, y desaparecidas
manchas de café en alguna lavandería.
Y en contraste, nacimientos. (La vida y su juego de la silla)
Estos días acercándose.
Ráfagas de antes
y después, en el tiempo caído en alegre tristeza
peleándose,
compartiendo cuerpos agridulces. Siempre hay una historia
en el corazón que
duele más de la cuenta
sin borrarse de la mirada. Como un tatuaje
con firma.
Pero no todo es así. Existen más versiones de lo mismo.
La mesa de polos opuestos,
los agujeros
y las palabras buscando
su eco extraviado, en algún lugar hacia dentro
sin parada.
Aire. Cometa. Cielo. Pájaro. Y caída.
Tierra. Raíz. Gusanos. Ceniza. Y vuelo.
Navidad bailando entre dos aguas,
cambiando de colores
y un acuario con peces siguiendo la corriente.
A veces nos mentimos para recordar
algo cierto situado en el olvido.
Demasiadas personas buscando, ahora,
la solución en un objeto.
Se puede salir corriendo.
En el camino llegarán las excusas.
Y el retorno al punto de partida.
Las cerillas tiñen tus uñas de color a muerte.
Entonces, un mechero se enciende y se apaga.
Lisbeth Salander, aprendió sobre la piel
que algunos hombres no aman a las mujeres de una
manera tierna.
Ni siquiera aman de ninguna manera.
Enciendes despacio. No vale darse prisa si se pierde.
El reloj es solo una bestia muda dando la nota,
pero tiene las llaves de tus ojos
y respetas la manecilla que persigues.
El gas desaparece de un cuerpo de plástico verde.
Alma volatilizándose que ya está en tu carne. La respiras.
El interior es el incendio del que huye la sangre
de un bidón de gasolina.
Y no está Mikel.
¿Quién eres y qué haces en este lugar sórdido de nombre oculto?
¿Acaso eres la sombra hackeando, en venganza, el laberinto?
El reloj habla y el tiempo pasó lo bastante. .
Ahora eres como una araña a punto de despertarse para
devorar un insecto. Una cucaracha
ha de escupirse después,
no lo olvides nunca.
¿O acaso aún duermes, atrapada en tu propia telaraña?
La advertencia. 1 2 3 y quizás 4.
La última gota antes del sueño.
No puedes ver al ser que se desvanece cuando abres los ojos.
No está llegando.
Y el despertar, con el fuerte olor a presencia escurridiza.
De nuevo deja un mechero entre tus dedos.
El juego absurdo que sabe a daño.
Vuelves a encenderlo, despacio. Y el Déjà vu.
Ves deslizarse ese último segundo, abierta la
fisura por donde entra el nigromante.
Deseas mirarle detrás de tus ojos y empujarle
fuera de la partida
con toda la rabia
la ira.
Otra alma de gas, abandona otro cuerpo de plástico.
Este es rojo y huele a sacrificio.
Ya puedes alimentarte con los despojos de tu suerte.
Le toca encender. Y perderá su último rito.
Hoy vencerás a la efigie que hizo nacer a un dragón tatuado.
Vencerás, Lisbeth, a quien quiso romper tus sueños de cuajo.
Y vendrán otros del pasado con las mismas intenciones.
Pasará en otra novela de Larsson.
En el árbol de Navidad
anida un pájaro sedicioso en el calcetín colgado
insiste en picotear bolitas de plata
- no son lunas llenas -pájaro bobo que buscas tu satélite entre
el verde mentiroso-
y una decadencia en la estrella señala abismo
donde se precipitan los objetivos
del ave necrológica
cae santa claus hace un plof a michelines rotos y se queda pálido
de vida
suenan las campanitas de papel maché suenan a melodía desconsolada
llora el abeto de engaño llora nieve
copos de purpurina blanca
los renos marchan
lejos
y piñas doradas pierden destellos para siempre
las mariposas consiguen desatarse de la guirnalda emprenden el vuelo
bellas entre la noche de escarnio escapan
y las lucecitas se apagan como si el establecimiento ramificado
hubiera cerrado por tristeza
ojos menudos en lo alto satisfechos territoriales
tras caer el ángel de alas petrificadas
el rival que no protegió a nadie de mirada azulinvierno quieta
en el suelo tres pedazos y añicos celestiales
a un palmo de claus
y el pájaro toca la campana de la rama origen
anunciando el nuevo descenso:
la bola más grande
el planeta más brillante de esta composición de universo
sobreviene un Big Bang navideño
el universo de
Ha llegado el momento de controlar las sensaciones,
no tengo dinero para mas condones, ya no te puedo ver.
La noche sólo sirve para dormir, otros sueñan,
uno no se lo puede permitir,
dos es un número muy alto para mí.
No te rías, te doy lastima, ya no tengo elección,
tú, lector, tienes la culpa, por provocarme, por buscarme,
soy un engendro publicitario, me abres tu boca,
voy a entrar despacio, la potencia sin control no sirve de nada,
lo absoluto es no existir, por ti, por mí,
por que es muy triste darle a todo un fin.
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