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Reflexión en la playa desierta.

Miguel RuizMiguel Ruiz Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
editado marzo 2015 en Narrativa
Cuando me pediste que prologara tu libro "Canción del viento", me hiciste prometer que escribiría tal día como hoy. Éste el lugar para hacerlo, el único donde he compartido mis ideas y sueños.
Recuerdo el principio del prólogo --- no creas, mi memoria no es tan precaria--- y lo repito para ti, de memoria, que sé que me escuchas desde otra dimensión, tan cercana y tan lejana...

" Desconozco por qué las luciérnagas hacen sus destellos de luminosidad al unísono poquito a poco; por qué una bandada de pájaros giran a la vez sin la orden de nadie; por qué unas diez mil neuronas se ponen de acuerdo en el momento que debe latir el corazón; por qué si se encierra a un grupo de mujeres en una habitación tienen la menstruación a la vez.
Ciertamente la vida es un misterio y un milagro inexplicable. A más sabemos, más ignoramos. Intentar comprender la vida es como querer coger agua con una red.
Sin embargo el poeta, sin entender nada, puede sumergirse parcialmente en estos misterios, ciertamente como un manco intentando batir palmas. Hay un momento sublime, como una estrella fugaz, en que el poeta capta la vida en su plenitud"

Hace quince años desde tu partida. ¿Qué decirte de mí, ahora, cuando mis canas me adornan, cuando estoy jubilado después de tanta cuesta arriba que tú conociste?

Camino solo, intelectualmente, con la mirada paralela al cielo. Me siento en la orilla de la playa a ver el horizonte repleto de flores mientras voy dejando la estela de mis pensamientos abrazando los recuerdos. Nadie ríe ni habla, pero esa oscuridad, repleta de luz, se viste con alas de mil colores.
Ya sé, ya sé, me hago viejo sin remedio, pero estar solo esta tarde es estar con todo, en todo.
Miro hacia atrás. Las huellas no tienen sabor ni color y huelen a margaritas muy pequeñitas. Seguramente por eso te repito que no he venido a resolver preguntas; son las preguntas las que me resuelven a mí.
Me encantaría ser capaz de cambiar el eje de mi conciencia, pero, ay, me causa una risa amarga: es como morderse nuestros propios dientes.
Sé que no pienso solo: me piensa la Vida e intento adivinar qué es lo que se siente cuando la muerte se acerca. Soy un espejo cóncavo cuando las aristas de mi mente las peina el viento esta tarde de tiempos remotos.
El perfume de la brisa se pasea por mi alma desnuda. Los brazos de la arena me despiden.
Y tendré que volver a casa latiendo esperanzas. En la orilla. En silencio; en ese silencio que me hace reencontrarme conmigo mismo como si estuviera atravesando la última curva de mi vida.


(A IRENE)

Comentarios

  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado febrero 2015
    Chevere ese deambular solo y tus recuerdos, al menos tienes a quien añorar:)
  • Miguel RuizMiguel Ruiz Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado febrero 2015
    Primero:
    No me gusta esa cara triste de Mafalda. Debes cambiarla. Quiero verte sonreír.

    Segundo:
    Mi querida amiga Irene se fue como un suspiro, cuando nadie lo esperaba. Fue algo así como estar buscando las llaves durante horas cuando las llevas en la mano. Una sorpresa tan desgarrante que todavía no he superado. Y hace quince años. Me escribió una carta de despedida, que yo tomé como un capricho de los muchos que se le ocurrían; sin embargo estaba muy enferma. Su grandeza era hacer todo pequeño, hasta su propia existencia.
    Fue una escritora notable, con una decena de libros de poesía publicados. Yo tuve el honor de prologar uno de ellos

    Tercero:
    Sigo de paso aunque leo en el foro de vez en cuando, incluso escribiendo algo como ayer y hoy. Y me admira sobremanera que estés al pie del cañón; no importa si llueve o salga el sol; estés animada o entristecida...
    Hay un verso de mi maestro Aleixandre que te dedico con todo mi amor:

    "Pero en la cumbre todo poseía templanza. Y ella hablaba con dulzura, y había suavidad".

    Y tú estás en la cumbre, princesa.
  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado febrero 2015
    Gracias, la mafalda esa si esta como triste sera de ver que ya no somos los de antes pero tienes razón te daré gusto y me cambiare la cara:):-D
  • XocasXocas Pedro Abad s.XII
    editado febrero 2015
    Poco hay que saber, tal vez porque la verdad suele cambiar de bando caprichosamente, así que quizás son los sentires los que nos salvan, a pesar de la aparente utilidad de los saberes.
    Gusté de tus letras, y aprovecho para dar mis condolencias por la pérdida. Siempre digo que quien permanece en la memoria no muere realmente y creo que no es simple retórica.
    Un saludo.
  • Miguel RuizMiguel Ruiz Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado febrero 2015
    Muchas gracias por tus palabras, Xocas. Efectivamente, la memoria es la antorcha que nos hace mantener iluminada la Vida (en este caso, pasada que se hace presente). Los recuerdos son mariposas de colores que aletean dentro de nuestra alma para reencontrarnos con nuestros seres queridos.

    Con mi afecto,

    Miguel.
  • CarlosSerranoCarlosSerrano Fernando de Rojas s.XV
    editado febrero 2015
    ¿Realmente si se mete en una habitación a un puñado de mujeres acaban menstruando a la vez?:D

    En fin, bienvenido al foro, me ha gustado mucho esta línea de tu texto:

    Seguramente por eso te repito que no he venido a resolver preguntas; son las preguntas las que me resuelven a mí.

    A ver que más nos regalas en tu próximo relato;)
  • Miguel RuizMiguel Ruiz Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado febrero 2015
    La verdad, Carlos, es que hace algún tiempo decidí no participar en el foro. Este relato ha sido muy puntual por una promesa que hice. Tengo que confesar que echo de menos la participación, pero de momento es impensable por el poco tiempo que dispongo, paradójicamente al haberme jubilado.
    Agradezco mucho tus palabras. He leído algunos trabajos tuyos que me parecen muy interesantes.
    Sobre la menstruación conjunta de las mujeres en una misma habitación durante un periodo de tiempo, lo leí hace bastante tiempo en una revista científica. No recuerdo en cuál. Es posible que haya habido alguna nueva investigación que desconozco a día de hoy.

    Con mi afecto,

    Miguel.
  • CarlosSerranoCarlosSerrano Fernando de Rojas s.XV
    editado febrero 2015
    Lamento que no puedas participar más. Un abrazo.;)
  • SuinaSuina Garcilaso de la Vega XVI
    editado febrero 2015
    A mi siempre me parece emotivo y especial cuando escribes en la forma en que lo has hecho a pecho descubierto y brindando a Irene sentimientos íntimos, sentido de literatura elevado a la máxima potencia.
    Podrias haber dicho el último tren, pero dices la última curva ( eso es escribir y ser personal), como decir espejo cóncavo (una mirada introspectiva)...la vida te piensa, y aunque debe haber una causa genética para que una bandada de pájaros giren a la vez...también desconozco porque una palabra, un gesto adecuado, una actitud...hace batir palmas al corazón, no solo son neuronas, hay algo más ¿a qué sí Miguel? algo indefinible y misterioso, algo muy parecido a lo que sentimos cuando amamos.
    Y sí, a veces las mujeres menstruamos a la vez ( tengo 4 hermanas, sin hermanos, que viviamos en la misma casa familiar, y eso ocurre...espero que el dueño de un harén tenga más suerte).
    Un abrazo cálido Miguel, me ha emocionado lo que has escrito a Irene.
  • LoboLobo Pedro Abad s.XII
    editado marzo 2015
    Llamadas Cocuyos (también cucayos) por la Selva. Conducía la Bula Matari sin capota ni puertas y parabrisas abajo, encumbrando la brecha de Noche y sin faros, nada más con cuartos (luces de posición) que iluminaban nuestro entorno cercano, sin apagar la bóveda estrellada sin Luna. Detenido en la cumbre bajo pocas ceibas, apagué cuartos y encendí la emergencia de puro capricho intuitivo. Al instante nos cubrió una nube fosforecente, destellando en unísono ámbar su asistencia a cualquier problema de la Bula Matari. Su iluminación opacaba nuestra emergencia, sin apagar la bóveda estrellada sin Luna titilando al unísono. No quedaba más que bailar hasta amanecer...

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