Miradle bien. No se incomoda nunca por los giros de la Tierra, por los vientos azarosos, por los caprichos tontos de la luna. El es él siempre, como si todo se resumiera en no dejar de ser él, mientras los demás buscamos disfraces con que atender visitas inesperadas en el camino. Paco, siempre Paco, en ínfimas gotas de lluvia o en el repetirse constante de las olas o en el mismo mar con su divina inmensidad que abruma. Paco no abre los ojos demandados por la admiración del mundo pero tampoco los cierra llenos de lágrimas si el barro vacila.
Paco es así, como una roca, como una brizna de hierba que se aferra al asfalto testaruda, como las hojas de un libro que siempre están unidas al capítulo en cuestión. Hace fe de persistencia Paco invocando a la Virgen o a su querido Jesucristo, al que reza a deshoras, al que adora su ejemplo divino, al que quiere suyo. Paco no vuela, no exagera la visión de las cosas pero tampoco desmiente la realidad para hacerla más pequeña. Según es la realidad de terca así la acoge Paco como a su Dios y nunca dejará de ser Paco, esa esencia que se derrama por todos los que le conocemos.
Comentarios
Sólo se me ha hecho un poco difícil esta oración
¡Buen trabajo!
La descripción de Paco la llenas de belleza. Es un hombre con los pies en el suelo, como se suele decir en estos casos... imperturbable pero a la vez entregado... más o menos así me ha llegado... pero tú lo cuentas más bonito