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El Bávaro

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Comentarios

  • moisesrgzmoisesrgz Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado octubre 2013
    XVI

    -Pasta y harina, no creo que os guste- dijo Miguel.
    -¡Vaya! ¿Y esto otro?
    -¿Dampfnudel? Es pasta al vapor.

    Nos miramos. A ninguno parecía entusiasmarle.

    -Veamos otro plato- dijo ella, y señaló un punto al azar.
    -¡Oh, Germknödel! Es típico de Baviera.
    -¡Yo quiero eso, yo quiero eso!- gritaba yo, mientras mis ancestros, allí donde estuvieran, aplaudían.
    -Son bolas de pasta rellenas de compota de ciruela.

    Mis ancestros se acallaron de pronto. El plato no parecía muy suculento.

    -Y tú ¿qué nos recomiendas?- dijo el portugués.
    -Humm. La comida alemana es muy distinta a la española. Aunque... sí, ahora que me acuerdo tenemos caracoles.
    -¿Caracoles?
    -Importados de Francia. Aquí son una exquisitez. Les encantan. No me preguntéis por qué.
    -¿Y cómo les sirven?
    -Rellenos.
    -¡Ajá!- dije yo.
    -Perdona- dijo la portuguesa- rellenos ¿de qué?
    -Rellenos de caracol.
    -Eso no es posible. Quiero decir ¿qué sentido tiene? Los caracoles ya vienen rellenos de caracol.

    Miguel se echó a reír.

    -Pero no así. El chef extrae el caracol, lo pica con perejil y ajo, y cuidadosamente lo vuelve a introducir en la cáscara.
    -¿En serio?
    -Es una técnica milenaria.
    -Pero ¿por qué lo hace? ¿Mejora el sabor?
    -No lo sé. Como os decía es una receta milenaria. Ya nadie se acuerda del motivo.
    -Entiendo. Pues casi que prefiero las ciruelas.
    -¡Que sean tres platos, por favor!
  • SuinaSuina Garcilaso de la Vega XVI
    editado octubre 2013
    ¡Caracoles rellenos de caracol! Eres la Ostia!
    Humor máximo lo tuyo...ya sabes, no dejes de escribir esta serie, es tremenda.
  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado octubre 2013
    Habría que probar esa receta milenaria:)
  • moisesrgzmoisesrgz Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado octubre 2013
    Gracias por los comentarios :)
  • PerplejoPerplejo Fernando de Rojas s.XV
    editado octubre 2013
    Me centro en el 1, que es el que me he leído.

    Me ha gustado. El estilo es medido, sobrio, no caes en demasiados chistes fáciles a pesar de que podrías haberlo hecho. No hay texto de más y la situación fluye con facilidad, se entiende muy bien a pesar de lo extraño.

    Como no has tratado de impresionarme con tu verbosidad ni con golpes de ingenio fácil, me has ganado como lector e intento atrapar el significado de lo que dices. Te respeto y te tomo en serio.

    Me gusta la situación planteada, el camarero que se empeña en lo que su cliente debe ser y, para sorpresa del lector, el cliente se va dejando hacer. ¿Sabes a quién me recuerda? Al recién fallecido Javier Tomeo, que Dios le tenga en su Gloria. Si no le conoces ya, te recomiendo que leas sus novelas que son muy cortas. Vais a conectar.

    Bueno, es poco texto para juzgar ya que la novela parece seguir muchos capítulos pero te puedo decir que me agrada que seas contenido y que dosifiques, poco a poco, la información, sin atropellar al lector, dejando que lo vaya entendiendo. Me gusta que hayas apostado por cierto surrealismo e intuyo que tienes algo que decir acerca de la condición humana de manera un tanto irónica y desapegada. Si consigues filosofar sin que nadie lo note habrás triunfado.

    Ánimo y felicidades por ese inicio prometedor.
  • moisesrgzmoisesrgz Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado octubre 2013
    Interesante reflexión, Perplejo. Gracias!!!
  • moisesrgzmoisesrgz Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado octubre 2013
    XVII


    Disfruté como un bávaro de mi comida. Mis ancestros bailaban en mi estómago, recuperando sabores que nunca antes había conocido. Al acabar, sólo pude recostarme en la silla, y decir.

    -Ich bin der welt abhanden gekommen!
    -¿Qué quiere decir?- preguntó el portugués.
    -No lo sé- respondí. Y repetí- Ich bin der welt abhanden gekommen!
    -Ah, wunderbar Rückert!- dijo una voz a mi espalda.

    Me giré hacia ella. Era una mujer con un vestido azul muy largo, que me sonreía.

    -Um mitternacht. ist schön, nicht?
    -No la entiendo.
    -Spanisch? ¡Oh, españoles! Me encanta España, con su flamenco, su Ricky Martin y su... su...
    -No, no ¡portugueses!

    La mujer, que debía rondar los sesenta años, se frotó las manos, preocupada.

    -Y tantas cosas bonitas que hay en Portugal. ¿Puedo sentarme?

    Le hicimos un hueco.

    -Eso que usted decía- explicó- es un poema de Friedrich Rückert. Uno de los grandes poetas germanos. Me llamo Pina Bausch. Pero tengo que aclarar- prosiguió sin que nadie intentara interrumpirla- que no soy la famosa bailarina. ¿Me creen, verdad?

    Puesto que no conocíamos a la bailarina de la que hablaba, la creímos.

    -Y ustedes ¿cómo se llaman?
    -Yo soy David Cifuentes- dije yo.

    Los portugueses miraban al suelo.

    -¡Vamos! Sus nombres, que no pasa nada. No soy de la policía.

    Pina se echó a reír. El portugués, confuso, dijo en voz baja.

    -Yo soy José.
    -Y yo branca.
    -¿Branca?- pregunté.
    -Es la traducción portuguesa de Blanca... creo.
    -Se llama Branca do Castelo e Souza.
    -Castelo es la traducción de castillo... creo.

    Pina llamó a un camarero.

    -Ein glas von... Möet Chandon.

    El camarero no se movió de allí.

    -Meinen freunden- decía Pina, mientras nos señalaba-. ¡Oh, vamos! Saludad. No cree que seáis mis amigos.

    Yo agité la mano, en forma de saludo.

    -Está bien que seáis portugueses, porque la policía busca a unos españoles. Parece ser que golpearon a un taxista.

    Los portugueses tosían para no responder. Yo sentí miedo.

    -Y ahora una pregunta. ¿Qué hacéis por alemania?

    -Viajamos para ver Baviera.
  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado octubre 2013
    A ver si no se les pega de polizonte la pina esta:)
  • moisesrgzmoisesrgz Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado octubre 2013
    XVIII

    -¡Oh, Baviera, Baviera! El paraíso de los bávaros. ¡Qué hermoso es! A propósito de Baviera. ¿Saben que conozco una historia que tiene mucho que ver con Baviera?
    -¿Nos la contarías?
    -¡Pues claro! Espera un momento. ¡Junge, eh, junge! Mehr Möet. Danke! ¿De qué hablo yo ahora? ¡Ah, sí, la historia sobre Baviera. Aquí la llamamos Bayern, ¿lo sabías?

    Me guiñó un ojo.

    -Sí, lo sabía.
    -¡Pues vaya una mierda! A ver qué te cuento yo ahora. Espera, que ya me acuerdo. La historia de Baviera. ¡El paraíso de los bávaros! Joder, eso ya lo he dicho.

    De nuevo me guiñó un ojo.

    -¿Sabes que me gustaría levantarme sobre la mesa y bailar un zapateado? Pero no puedo. ¿Y sabes por qué no puedo? ¿Lo sabes? ¿Lo sabes? Porque la otra se llevó la magia, y yo me quedé sólo con el nombre. ¿De qué estábamos hablando? ¡Ah, ja, la historia!

    Estiró los brazos en cruz, inclinó la cabeza y esperó unos segundos. Cuando recogió los brazos, comenzó a hablar.

    -Esto ocurrió en el siglo doce, o trece, o quince, o qué se yo, que yo no estaba.

    Dio una palmada y se levantó.

    -Entonces- prosiguió- el mundo era distinto. La gente era distinta, más... no sé, más... más o menos, más o menos distinta, no sé qué añadir ¿de qué estábamos hablando?

    Me sacó la lengua.

    -Cuando una mujer amaba a un hombre, se lo decía. Entonces era así. No había hipocresía, ni barba, ni pelos en el pecho. Al menos las mujeres no tenían pelos, o eso creo, lo leí, sí, lo leí en alguna parte. En una biblia, o en un libro de historia, ya no me acuerdo.
    -Sí, bueno- interrumpí- pero ¿qué tiene que ver todo eso con baviera?
    -¿No te has dado cuenta? Seguro que tus amigos sí ¿a que sí, eh? ¿A que sí? Esta historia que te estoy contando, ocurre en baviera. Pero si- se tambaleó- pero si no quieres escucharla. Estonce, entonces me voy.

    Cayó sobre la mesa, inanimada, con un reguero de espuma cayéndole de la boca.

    -Pina ¿te encuentras bien?
    -¿No te he dicho que me fui? Haz el favor de no mirarme.
    -Pero... pero no puedo no mirarte, estás ahí, delante de mí, sobre la mesa.
    -¡Joder! Si no me miras no estoy. Eso es básico. No sé qué te enseñaron en la escuela.

    Soltó un juramento en alemán, que no entendí, y quedó dormida.
  • SuinaSuina Garcilaso de la Vega XVI
    editado octubre 2013
    Lo tantas veces dicho, esto lo tienes que publicar ya, si no tienes medios, aunque sea en Amazón o similar, pero algún día lo tengo que leer en papel. Tiempo al tiempo Moisés.
    No ha decaído nada ni en calidad, ni en efectos cómicos, siempre en la mísma línea homegíenea.
    Solo te aconsejaría que el futuro libro no fuera demasiado amplio...la sonrisa es muy dificil de mantenerla en un tomo de 1800 páginas. Dicen que es más fácil hacer llorar que hacer reir.

    No te desanimes, ni se te ocurra, porque es muy bueno.
  • moisesrgzmoisesrgz Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado octubre 2013
    Que cosas más bonitas me escribes, Suina!
    A mi también me gustaría verlo en libro.
    Pues de momento va para largo pero me pensaré lo que me dices, y tal vez le de un final pronto.

    Saludos!
  • moisesrgzmoisesrgz Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado octubre 2013
    XIX

    Salimos a la calle. Nos habíamos propuesto encontrar algún cobertizo donde dormir, ya que el precio de las habitaciones era excesivo. Los portugueses se abrazaban con una ternura antes desconocida.

    -Observa las estrellas, María, es decir Branca.
    -Sí.
    -Somos tan pequeños a su lado.
    -Ah, no, no. Son tan pequeñas al nuestro.
    -No, no, Branca, ¿no comprendes? Están lejos y por eso parecen pequeñas.
    -José, eres tú el que no comprende, eso ¿qué más da?

    Encontramos una pequeña choza que parecía abandonada. No tenía techo, pero la temperatura era agradable. Me tumbé junto a la puerta. Los portugueses se tumbaron al fondo. La paja se me clavaba en la espalda, y sin embargo me parecía agradable. Al poco rato dormía.

    Cuando desperté me pareció escuchar un rumor. Enseguida comprendí que más que rumor era un frote constante de cuerpos en la paja. Se me erizó el vello, y comprendí que, aunque acompañado, estaba muy solo. Cerré los dedos. Quería sujetar un cuerpo cálido, pero no había nada. Tan sólo una hormiga que, sobre mi vientre, paseaba buscando algo que no tenía.

    -Pero si es el Bávaro!- dijo una voz junto a mí, y me obligó a girarme.

    Allí, con los contornos perfilados al sol, me observaba Pina.

    -Traigo el desayuno- dijo, y nos mostró dos ratas muertas.
  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado octubre 2013
    Que poco delicados que no lo invitaron, hubieran hecho una orgia,:)
  • SuinaSuina Garcilaso de la Vega XVI
    editado octubre 2013
    Ehhhh Moisés, ese vello con uve!!!!!!!!!:p
  • moisesrgzmoisesrgz Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado noviembre 2013
    Pues lo de la orgía no lo pensé. Lástima!

    Suina, tienes razón :rolleyes2: pero no veo la forma de editar el texto...
  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado noviembre 2013
    Ya te quedó bello:)
  • moisesrgzmoisesrgz Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado noviembre 2013
    Jajaja:rolleyes2:
  • moisesrgzmoisesrgz Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado noviembre 2013
    XX

    -La rata es sabrosa. Tanto como el pollo. Basta con tirarle de los tendones, y arrancarlos del cuerpo.
    -¿De verdad están muertas?
    -¿Tú ves que se estén moviendo?
    -No.
    -Entonces a hincarles el diente. Sería mejor asarlas, pero no se puede encender fuego por estos lugares.

    Probé un trozo de la tripa. Sí, tenía buen sabor. Pero las náuseas me impidieron comer más. Los portugueses, por su parte, estaban escandalizados.

    -Yo quiero una taza de café- decía ella.
    -Sí, y un croissant.

    Pero no teníamos esos lujos. Así que se quedaron sin desayuno.

    -¿Y bien? ¿Dónde vamos ahora?
    -Escucha- respondí- nos has traído el desayuno, y te lo agradecemos.
    -¡Qué coño le vamos a agradecer!- repuso Branca- si nos ha traído roedores.
    -¡Calla, mujer! Déjale hablar.
    -Es que yo no le agradezco nada. Que anoche le tuvimos que pagar la bebida.
    -¡Silencio!
    -Pero ¿por qué me mandas callar?
    -En resumen- dije yo, levantando la voz para silenciarles- que ha sido un placer, pero que nosotros nos vamos para allá, y tú a cualquier otro lado.
    -Yo creo que no- dijo Pina-.

    Parecía muy segura de sus palabras.

    -¿Y eso por qué?
    -Porque buscan a tres españoles que han golpeado a un taxista. Pero no buscan a dos portugueses, un español y una alemana.
    -Eso es... ¿es un chantaje?
    -Son las cosas del amor.
    -¿Amor? ¿Qué amor?

    Me sacó la lengua y me tiró un beso.

    -A mí la edad no me importa- dijo.
    -Claro. ¡Porque triplicas la mía!
    -Y a ti tampoco. Sólo es necesario que te acostumbres.
    -¿A qué?
    -A verme todas las mañanas.
    -Estoy casado.
    -¿Y dónde está tu mujer?
    -En Albacete.
    -¿Quieres decir que... o sea, ¡tanto mejor si eres viudo!
    -¡No! Albacete es una ciudad de España.
    -¡Ah! Ni idea. ¿Y es bonito Albacete?
    -Pues no sabría decirte. Tiene calles, y tiene aceras, como todas las ciudades. Pero ahora, si no te importa, aléjate un poco, que tenemos que deliberar.
  • SuinaSuina Garcilaso de la Vega XVI
    editado noviembre 2013
    :):):)
  • moisesrgzmoisesrgz Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado noviembre 2013
    XXI


    Nos sentamos en círculo. Les pedí su opinión sobre Pina.

    -¿A ti te gusta?- preguntó Branca.
    -No se trata de eso, se trata de decidir si nos acompaña.
    -Bueno- dijo José- seríamos dos parejas de amantes.
    -¡Y dale! ¡Que me dobla la edad!
    -A ella no le importa.
    -Si tuviera su edad, a mí tampoco me importaría.
    -Entonces, no hay más que hablar- dijo Branca- nos vamos sin ella.
    -Podría denunciarnos.
    -Sí- repliqué- una mujer enamorada es capaz de todo.
    -Pero, entonces, sí que te gusta.

    Me daban ganas de darme de cabezazos contra el suelo, pero no lo hice.

    -A ver, yo lo único que digo- repliqué después de un rato- es que ella es alemana. Nos vendrá bien para adaptarnos a la vida en Baviera.
    -Y lo que yo digo- respondió José- es que mi mujer y yo...
    -¿Tu mujer?- interrumpió Branca, asustada.
    -Sí, mi mujer, es decir: tú.
    -¡Ah, yo! Vale, vale- dijo ella, más tranquila.
    -Mi mujer y yo nos largamos a Portugal en el primer aeropuerto por el que pasemos.
    -¿Y qué quieres hacer en Portugal?- dijo ella.
    -Nada, cariño. ¿Tengo que recordarte que vivimos allí?
    -Esto... sí, boludo, ya sabes que a veces se me olvidan las cosas de acá- dijo mientras se golpeaba la cabeza con un dedo.
    -Entonces ¿Pina se queda?
    -Y a nosotros ¿qué nos importa? Usted puede amar a quien quiera.
    -¡Nadie está hablando de amor!
    -La próxima vez que hagan una reunión secreta- dijo Pina a mi espalda- aléjense al menos unos pasos.

    La miramos. Era cierto. Ni siquiera nos habíamos molestado en alejarnos de ella.

    -Te quedas- le dije, y bajé los ojos.
    -Claro, cariño, eso era algo que ya sabía. Soy un poco bruja.

    Sonrió y, disimuladamente, tiró al suelo un tronco de encina que escondía a su espalda.
  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado noviembre 2013
    Es mejor darle amor a que de porrazos, algo bueno puede salir:):D
  • anderosuanderosu Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado noviembre 2013
    Lo he leído todo de un tirón, ¡muy ingenioso!

    Ahora es cuestión de ver, como dijeron más arriba, como sales de este aprieto.
  • moisesrgzmoisesrgz Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado noviembre 2013
    Gracias Amparo y Anderosu!!!

    Pues sí, no sé cómo voy a salir, pero aún tengo tiempo, jejeje.
    :p
  • SuinaSuina Garcilaso de la Vega XVI
    editado noviembre 2013
    Este cachito es uno de los que más me ha gustado. Hay algo más que un toque de humor ( esa humorada absurda que tan bien dominas), hay además humanidad.
  • moisesrgzmoisesrgz Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado noviembre 2013
    Interesante lo que me dices, Suina, pero no lo termino de entender.

    ¿Por qué hay humanidad en esta entrega y no en las anteriores?
  • SuinaSuina Garcilaso de la Vega XVI
    editado noviembre 2013
    No estoy segura, a lo mejor es el estado de ánimo con el que he leído esta entrega...por los aparentes celos de Branca, por el insistir en que su mujer es ella...por la frase en la que se afirma que nadie está hablando de amor, pero sí...

    Pero repito, probablemente ha sido mi estado de ánimo al leerte...no me ha ocurrido lo mismo en esta segunda lectura más fría...ya sabes, el escritor cuenta, y el lector interpreta.
  • moisesrgzmoisesrgz Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado noviembre 2013
    Jejeje. Ok! pensaré en ello :rolleyes2:
  • moisesrgzmoisesrgz Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado diciembre 2013
    XXII


    Pina nos guió por un camino de tierra que, según afirmaba, nos había de llevar hasta las puertas de Baviera. Charlaba conmigo y, de vez en cuando, me sonreía y me tiraba un beso que no me molestaba en sostener.

    -Habéis elegido bien- decía- siempre es mejor ser cuatro que tres. Porque cuatro, bueno, cuatro ven más que tres, y se defienden mejor.
    -Sin duda.
    -Porque todo lo que no va mal, es que va bien. O eso me decía mi madre.
    -Sabia mujer.
    -No. Era muy inculta. Pero muy cariñosa.
    -Cariñosa mujer- corregí.
    -Eso sí- dijo Pina, y agregó- Esta es tierra de robles. Para nosotros el roble representa la rectitud y la fuerza.
    -Entiendo.
    -Si alguna vez estás satisfecho con algo o con alguien- y guiñó un ojo- es bueno que des las gracias. Basta con que digas Ich bin Gut!
    -Trataré de memorizarlo.

    Los portugueses iban detrás de nosotros. De vez en cuando oíamos una parte de su conversación, aunque no conseguíamos entender por qué discutían.

    -No, es imposible- decía él- nadie puede sospechar que estamos juntos.
    -Pero ya ha pasado una semana.
    -No importa. Lo que tenemos que hacer es subirnos al primer avión que salga para Madrid.
    -Sí encontramos un aeropuerto.
    -Y pedir asientos separados. Una vez allí, no nos conoceremos.
    -¿Por qué dicen que no se conocerán?- me preguntó Pina- ¡si ya se conocen!
    -No lo sé- admití.- Tal vez en algún momento se olviden. Quizá sea una costumbre portuguesa.
  • SuinaSuina Garcilaso de la Vega XVI
    editado diciembre 2013
    Sumando humor y literatura, sí señor
  • moisesrgzmoisesrgz Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado diciembre 2013
    XXIII

    Paramos al atardecer en un valle, cerca de un riachuelo. Los portugueses estaban agotados y muertos de hambre. Yo también estaba cansado, pero me abstuve de decirlo. Pina me dijo que quería hablar conmigo, en privado.

    -¿Qué ocurre?
    -Habrá que cazar algo para cenar ¿no te parece, mi pequeño?
    -Sí. sería una buena idea.
    -¿Y tú qué quieres comer?- acercó los labios a mi oreja, y susurró- ¿Te apetece cenar conejo?

    Me aparté de un golpe. La miré, intentando averiguar si entendía el doble sentido de la frase. Ella sonreía.

    Humm- pensé- no vamos a hacer nada, insistas lo que insistas.

    -¿Entonces?- preguntó- ¿Quieres o no quieres conejo?
    -No. No quiero.
    -¡Vaya! Me lo pones muy difícil.
    -Así son las cosas.

    Agachó la cabeza, y se alejó. Yo volví junto a los portugueses.

    -¿Qué ocurre?- me preguntó Branca.
    -Cosas de mujeres- respondí, por no dar explicaciones.

    Nos tumbamos en la hierba y fuimos observando el anochecer. Ya punteaban algunas estrellas cuando regresó Pina.

    -He aquí la cena- dijo, y levantó un brazo.- Traigo un conejo para mí y para ustedes.

    Los portugueses estallaron de alegría. Yo miraba el otro brazo.

    -Lástima que a mi amorcito no le guste el conejo- añadió mientras me guiñaba un ojo. Después levantó la mano, en ella sostenía el cadáver de una rata.
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