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El demonio en la sombra

JanoJano Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
editado febrero 2013 en Terror
Segunda aventura de John Smith, el detective vampiro.
La primera la publiqué en la sección de novela negra.

http://www.forodeliteratura.com/showthread.php?t=22812


I

¿Cómo distinguir a un ángel de un demonio?
Es sencillo: cuando te encuentres al borde de un precipicio,
el ángel te tenderá la mano y el demonio te empujará.
Aunque, claro...entonces ya será demasiado tarde.
Laura Gallego García (Dos velas para el diablo)


Mi nombre es Nadia Sirinova. Nací y crecí en Rusia, en una pequeña comunidad situada entre Omsk y la frontera con Kazajstán. Al igual que todos los componentes de mi comunidad, una docena de familias, soy un licántropo.

Esta es la historia de como conocí a John Smith, el detective vampiro, y la primera aventura que corrí a su lado.

Me transformé por primera vez al cumplir los dieciocho años y lo celebramos con una gran cacería por el bosque en la que participó toda la manada. No os podéis ni imaginar la sensación de convertirse en lobo. Te fundes con el bosque, te haces uno con él. Y la emoción de la caza, en la que todos los miembros de la manada tienen su función...no hay palabras para describirlo. En aquella ocasión cazamos un ciervo, y a mi, por ser mi primera cacería, me correspondió el corazón del animal. No hay mejor manjar para un lobo.

Mi vida transcurrió feliz entre la manada hasta aquel fatídico día en que fuimos atacados. Eran un centenar de hombres, armados solo con armas blancas, dijeron que eran soldados de Dios y que su misión era acabar con las criaturas de la oscuridad.

Fanáticos...

Atacaron de día, cuando no podemos transformarnos. No pudimos defendernos, en el pueblo no había armas. Fue una masacre.

Solo yo pude huir. Pasé dos días y dos noches corriendo por el bosque hasta que agotada llegué a Omsk. Allí, escondida entre la multitud, me sentí a salvo.


Tres días después, deambulaba por las calles, hambrienta, sin saber a quién acudir. No me atrevía a transformarme por la noche para cazar en los bosques cercanos por temor a que me descubrieran. Debía de presentar un aspecto realmente lamentable.

-Vaya, muchacha, tienes el aspecto de necesitar un buen bistec.

Me giré hacia aquella voz y pude ver a un hombre bien vestido, de unos treinta años. Era atractivo, pelo rubio, ojos de un azul acerado y unos labios a los que jamás, durante el corto tiempo que estuve con el, vi perder la sonrisa.

-¿Tienes hambre?

-Si, señor. Mucha.

-Me llamo Iván. Me gustaría ayudarte

-Gracias, me llamo Nadia

-Ven conmigo, Nadia, veré que puedo hacer por ti.

Dudé unos instantes, pero mi instinto, el lobo en mi interior, me dijo que podía fiarme de ese hombre. Le seguí hasta una casa antigua, rodeada de un hermoso jardín. Entramos en una enorme cocina donde una anciana estaba removiendo unos pucheros.

-Irina, saca otro plato, tenemos una invitada.

La anciana se volvió hacia el hombre y después me miró a mi. Debía de estar acostumbrada a recibir visitantes inesperados, ya que se limitó a asentir con la cabeza sin pronunciar una palabra.

Después de un plato de sopa y un enorme bistec, Iván me llevó a una salita y sirvió un par de tazas de te.

-Eres de la aldea cercana a la frontera. ¿No es así?

-¿Como lo sabe?

-Tengo cierto don. Puedo ver el interior de las personas. Eres un licántropo, como todos en tu comunidad.

Me levanté de un salto, buscando una salida, pero mi anfitrión se limitó a quedarse inmóvil, sin perder su encantadora sonrisa.

-Tranquila, no voy a hacerte ningún daño. Cuéntame que ha pasado.

-¿Como sabe...?

-Pertenezco a una organización que se dedica a estudiar a gente como tú. El Club Jano. No debes temer nada, solo nos dedicamos a investigar. El afán de conocimiento es lo único que nos motiva. Sabemos de tu comunidad desde hace años.

-¿Y no se lo han contado a nadie?

-A nadie. Y ahora cuéntame que ha pasado. ¿Han atacado a la manada?

-Si, eran muchos, armados, solo he sobrevivido yo. ¿Como sabe tantas cosas?

-Ya te lo he dicho. Hemos estado observándoos. Para conocer vuestras costumbres.

-¿Porqué?

-Curiosidad. En cuanto a los que os han atacado, se trata de un grupo de fanáticos religiosos, se llaman Causa Aequa, están convencidos que sois criaturas diabólicas. Sabía que estaban por aquí, pero no creí que os encontraran.

-¡Dios mio! ¿Qué voy a hacer ahora?

-Debes huir, lo más lejos posible. Yo te ayudare, si quieres.

-¿Porqué me ayudas?

-En cierto modo me siento responsable de ti. Tal vez si hubiera avisado a los tuyos esto no habría pasado.

-Si hubieses venido al pueblo diciendo que sabes quién somos seguramente te habrían matado.

-Para proteger el secreto de la manada.

-Si.

-Mi ofrecimiento sigue en pie.

-Aceptaré toda la ayuda que puedas darme.

-De acuerdo, te contaré mi plan.

Comentarios

  • JanoJano Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado febrero 2013
    II

    -El doctor Watson; el señor Sherlock Holmes-
    dijo Stamford, haciendo las presentaciones.
    Arthur Conan Doyle (Estudio en escarlata)


    En pocos días, Iván tramitó mi pasaporte y me embarcó en un avión rumbo a New York, donde me esperaba un amigo suyo, Adam Cullen, miembro de la delegación norteamericana del Club Jano.

    Adam resulto ser un anciano agradable que me recibió con los brazos abiertos. Me llevó hasta la sede del club, donde podría refugiarme hasta que consiguiera la ciudadanía estadounidense.

    -Lo primero será encontrarte un empleo- dijo.

    -¿Y en que podría emplearme en esta metrópolis? He vivido toda mi vida en el campo, apenas si domino el idioma.

    -Tonterías, lo hablas muy bien. Ademas, conozco a alguien que podría emplearte, creo que es el puesto ideal para ti.

    -¿En que consiste ese empleo?

    -El tipo del que hablo es detective privado. Creo que eres la persona ideal para ser su ayudante.

    -¿Y porqué crees eso? No se nada de detectives.

    -Porque además de detective, John es un vampiro. Si, creo que os compenetrareis bien.


    Dos días mas tarde, Adam y yo nos reuníamos con John Smith en su despacho. Aparentaba unos cuarenta años, pelo negro muy corto, ojos oscuros y penetrantes, su nariz era algo grande, pero no lo afeaba, labios bastante llenos. Bajo sus ropas se adivinaba un cuerpo atlético. El conjunto resultaba bastante atractivo.

    -No tengo nada en contra de tu amiga, Adam, pero lo último que necesito ahora es un ayudante-dijo cuando Adam me propuso para el empleo.

    -Creo que te equivocas.

    -¿Ah, si?

    -Eres un buen detective, no lo dudo, pero ahora tienes un grave handicap.

    -¿De veras, cual?

    -Eres un vampiro, ese es tu handicap. ¿Que harás si tienes que investigar algo o seguir a alguien durante el día? Nadia es perfecta para ese trabajo, no hay mejor rastreador que un licántropo.

    John emitió un gruñido antes de responder.

    -Ni tan solo tengo un caso que investigar. Desde mi conversión no me han encargado ningún trabajo.

    -Bueno, eso puedo arreglarlo. De hecho, el verdadero motivo por el que he venido a verte es para alquilar tus servicios. Tengo un caso para ti.


    -Hace quince días, un viernes por la noche, Donald Mc.Cloud, que entre los entendidos era un reconocido brujo blanco, fue brutalmente asesinado. Su cuerpo estaba irreconocible, la policía científica lo identificó gracias a las pruebas de ADN. La policía dictaminó que fue atacado por un animal, ya que había señales evidentes de garras y colmillos, pero no se pudo determinar la especie.

    -Si, vi el caso en las noticias de la TV-respondió Smith. Creo que la semana pasada hubo un caso parecido.

    -Linda Tomé, otra bruja blanca. Las mismas circunstancias. Gracias a un amigo de la policía pude ver las fotos. Te aseguro que no existe ningún animal en este mundo capaz de causar esas heridas.

    -¿Crees que pudo ser un licántropo?-Smith me miró.-No tome a mal esta pregunta, srta. Sirinova.

    -No se preocupe-respondí.-Llámeme Nadia.

    -Ni siquiera un licántropo podría producir algunas de las heridas que vi en las fotos de Linda Tomé-dijo Adam.

    -Dices que ambos eran brujos. ¿Tenían alguna relación?

    -Supongo que a ti puedo contártelo...Ambos formaban parte del Anillo Blanco, una sociedad secreta que se dedica a combatir la magia negra en todo el mundo.

    -¿Crees que han sido asesinados por algún tipo de brujería?

    -Es muy posible.

    -¿Como sabes tanto sobre este asunto, Adam?

    -A eso iba. Esta mañana, Carlos Ferrer, uno de los componentes del anillo y viejo amigo mio, me ha llamado y me ha contado todo esto. Dice que cree saber quien es el asesino, pero necesitaba consultar un antiguo libro de hechicería que está en posesión del Club Jano.

    -¿Y que pinto yo en todo esto? No se nada de brujería.

    -Está asustado, cree que él será la siguiente víctima. Le he hablado de ti y está de acuerdo en contratarte para que le ayudes en la investigación.

    -Lo que en realidad significa hacerle de guardaespaldas.

    -Es un trabajo. Seguro que lo has hecho otras veces.

    -Si, es un trabajo, y no tengo donde elegir. De acuerdo, acepto.

    -Toma, esta es la dirección. Te espera esta noche.

    Smith cogió la tarjeta y la estudió.

    -Sera mejor que vaya inmediatamente- dijo mientras se levantaba y se ponía la chaqueta.

    -¿Que hay de Nadia?

    Smith me miro fijamente unos segundos y finalmente dijo.

    -Esta bien, quedas contratada. Acompáñame a ver a Ferrer. Y llámame John.

    -No te arrepentirás, John-respondí.

    Lo que no podía saber es que yo si que me arrepentiría de acompañarle en esa aventura.


    III

    -Hay más cosas en el cielo y en la tierra,
    de las que pueda soñar tu filosofía.
    William Shakespeare (Hamlet, Acto 1º, escena V)

    Carlos Ferrer parecía rondar la cincuentena, alto, delgado, de piel morena, cabello negro y una cuidada perilla. Nos hizo pasar a su salón y estuvo un buen rato observándonos antes de hablar.

    -Cuando Adam Cullen me habló de ustedes apenas podía creerlo. Y ahora, aquí están, un vampiro y un licántropo en mi salón.

    -Hay muchas cosas sorprendentes en este mundo, Sr. Ferrer.-dijo Smith.- Adam me dijo que usted sabía quien mató a sus amigos.

    -Se quién fue el brazo ejecutor, pero desconozco quien le envió.

    -Algo es algo. ¿Quien cree que fue y porqué cree que ahora irá por usted?

    Ferrer se dirigió a un mueble, sacó un pequeño objeto de un cajón y se lo entregó a Smith.

    -He recibido esto esta mañana por correo- dijo.

    Smith lo observó detenidamente y me lo pasó. Se trataba de un medallón. Incluso para alguien como yo, que no entendía de estas cosas era evidente que se trataba de un objeto antiquísimo.

    A pesar de estar desgastado por la acción del tiempo aún podía observarse el contorno de un rostro, ahora completamente desdibujado por la erosión por una de sus caras, en el reverso podía verse lo que podría haber representado una cruz o unas aspas. Ambos dibujos estaban rodeados por una serie de símbolos completamente desconocidos para mi. El medallón era de oro, al igual que la cadena de la que colgaba.


    -Es el medallón de Gort-dijo Ferrer ante la interrogativa mirada de Smith.-Le contaré su historia.

    En épocas olvidadas, cuando el mundo aún era joven, Gort, uno de los demonios inmortales, vagaba libremente por el mundo. Baelisto, dios de la luz, le derrotó y le condenó a vivir en los mundos inferiores. Baelisto tomó el medallón que los hombres usaban para invocar a Gort y lo arrojó al mar, desterrándolo así para siempre.

    Pero milenios después, el medallón fue encontrado por un poderoso hechicero de la Europa medieval. Creó un hechizo que le permitía invocar a Gort y hacer que matase para el. Según la leyenda, Gort está obligado a entregar el medallón a quien lo ha invocado, luego este se lo da a quién quiere matar y, una vez entregado, Gort aparece para recuperarlo a media noche.

    -Pero eso no es más que una leyenda antigua. ¿No creerá en esas cosas, verdad?

    -¡Oh, bueno! ¿Quién cree hoy en mitos como los demonios,...o los vampiros y licántropos?

    -¡Touché! Vale, aceptemos que ese demonio es real y que ha matado a los otros...Entonces, sabiendo eso, ¿porqué no se deshace del medallón?

    -No serviría de nada. Una vez el medallon ha sido dado, no puede ser pasado ni arrojado, Solo puede pasarse en secreto a otra persona. Y la maldición se va con él.


    Justo en ese momento, un viejo carillón empezó a desgranar las doce campanadas de medianoche desde un rincón del salón y una expresión de terror absoluto apareció en el rostro de Ferrer.

    -¡Ya está aquí,- dijo señalando a un punto indeterminado en el centro de la habitación- viene a por mi!

    Smith y yo dirigimos nuestras miradas al punto que señalaba Ferrer y apenas pudimos creer lo que vimos. Suspendido en el aire se había formado un pequeño remolino que parecía estar hecho de la más absoluta oscuridad y que fue creciendo y tomando forma.

    Cuando terminó la transformación, teníamos ante nosotros a un ser antropomórfico de más de dos metros de altura. No parecía tener substancia, mas bien semejaba una sombra que había adquirido solidez en la que solo destacaban dos ojos verdes, como dos esmeraldas de maligno brillo, y unos enormes colmillos.

    Gort, ya habíamos adivinado que se trataba de él, fijó su mirada en Ferrer y empezó a avanzar hacia él.

    Smith se interpuso entre ambos y saco una enorme pistola disparando a la criatura. Vació el cargador pero el demonio ni se inmutó. De un zarpazo envió a Smith al otro lado de la habitación, donde se estrelló contra una pared perdiendo el conocimiento.

    Gort dio otro paso y lanzó un zarpazo contra Ferrer produciéndole tres profundos cortes en el torso. Me transformé en lobo y salté contra la criatura que ya había agarrado a su víctima y se disponía a morderle la garganta. Mordí, arañé y golpeé lo más salvajemente que era capaz, pero la criatura no pareció sentir dolor alguno. De un rápido movimiento me agarró por el cuello y me lanzó a través de la habitación hacia el punto en que yacía Smith, inconsciente. Un segundo después todo se volvió negro.
  • JanoJano Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado febrero 2013
    IV

    "Cuando la situación es adversa y la esperanza poca,
    las determinaciones drásticas son las más seguras"
    Tito Livio


    Desperté con la sensación de que alguien estaba machacándome el cráneo con un barra de hierro. Gort había desaparecido, así que desperté a Smith, que seguía inconsciente a mi lado y juntos examinamos los restos de Ferrer. El demonio lo había convertido en una horripilante masa sanguinolenta totalmente irreconocible.

    -Pobre hombre-dijo Smith.-Nadie merece una muerte como esta. Lamento no haber podido hacer nada, pero juro sobre estos restos que el culpable lo pagará. Vayámonos de aquí antes de que venga la policía.

    Durante el viaje de regreso, Smith condujo en silencio, pero yo podía intuir que su mente no descansaba tratando de encontrar una forma de parar esos terribles asesinatos.

    Me dejó frente la entrada del club Jano, donde aún me alojaba.

    -Ya está amaneciendo y debo retirarme,- me dijo- pero tu y Adam tenéis trabajo que hacer durante el día. Quiero que contactéis con el resto de los miembros del anillo. Que se reúnan con nosotros en el club esta próxima noche.

    -De acuerdo. ¿Tienes un plan?

    -Estoy en ello. Haz lo que te he dicho, quiero hablar con todos ellos lo más pronto posible.


    Adam y yo hicimos los deberes y a la noche siguiente, cuando Smith se presentó en el club, estábamos todos reunidos.

    Los restantes miembros del anillo eran cuatro.

    Dos mujeres: Prithika Marimahadeuappa, de la India y Jie Wu, de China; y dos hombres: Andrey Sergéevich Lébedev de Rusia y Louis Merou, de Francia.

    -Muchas gracias a todos por venir,- dijo Smith- supongo que ya sabrán el motivo de esta reunión.

    -Alguien está asesinando a todos los miembros del anillo-respondió Lébedev.

    -Exacto. ¿Alguna idea de quién puede ser?

    Los miembros del anillo se miraron unos a otros en silencio y negaron con la cabeza.

    -Es alguien con grandes conocimientos de magia negra-dijo Smith.

    -¿Como sabe eso?

    -Porque vi como asesinaban a Ferrer, señorita Wu. Usaron el medallón de Gort.

    -¿Gort?-intervino de nuevo Lébedev.-¿Que sabe usted de ese medallón?

    -Solo lo que Ferrer me contó. Una historia sobre dioses y demonios de la antigüedad. Pero vi el medallón, y vi a Gort, me enfrenté a él pero no pude hacer nada.

    Una vez más se miraron en silencio. Finalmente, Merou se puso en pie y dijo:

    -Solo conozco a una persona capaz de tanta maldad.

    -Davini-respondió Wu.

    -¿Quien es Davini?-preguntó Smith.

    -Pietro Davini-dijo Merou. -Fue miembro del anillo hasta que empezó a interesarse por la magia negra. Al principio se excusaba diciendo que solo quería conocer los métodos de nuestros enemigos, pero empezó a experimentar con conjuros peligrosos y finalmente le expulsamos.

    -Juró vengarse,-dijo Lébedev-pero jamás pensé que llegaría tan lejos.

    -Bien, ustedes son los expertos. ¿Hay alguna manera de parar a Gort o evitar que Davini le invoque?

    -Gort es un demonio primigenio, es más antiguo que la humanidad, es imparable. Solo los dioses antiguos podían luchar contra el, pero esos dioses han desaparecido, ya nadie cree en ellos.

    -¿No hay nada que podamos hacer para parar esta matanza?

    -Solo hay una forma. Davini, si es él quien domina a Gort, debe morir.

    -¿Donde puedo encontrar a ese Davini?

    -No tenemos ni idea.

    -¿Alguna cosa más que deba saber? Cualquier detalle puede ayudar.

    -Los asesinatos están separados por seis o siete días uno del otro-dijo Marimahadevappa.-Seguramente Davini, o quien sea, debe agotar mucha energía con el conjuro y necesita todo ese tiempo para recuperarse.

    El resto del anillo estuvo de acuerdo con esa conjetura.

    -Bien, eso me dará un poco de tiempo para pensar en un plan para eliminar al asesino. Aquí tienen mi tarjeta, si alguno de ustedes recibe el medallón, que me llame de inmediato. Esto es todo, damas y caballeros.


    Al salir del club Smith me entregó las llaves del coche.

    -Ve a mi apartamento, tengo una habitación libre. Quiero que te quedes ahí hasta que esto acabe. Necesito que respondas al teléfono si llaman durante el día.

    -De acuerdo. ¿A donde vas ahora?

    -Tengo que alimentarme.

    -Bien. Hasta luego.

    -Hasta luego.

    Smith me había contado su peculiar método de alimentarse, lo que el llamaba “el beso”. Monté en el coche con la tranquilidad de saber que no trabajaba para un asesino.

    V

    Pero si hay lesiones, ésta será la indemnización:
    vida por vida, ojo por ojo, diente por diente,
    mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura,
    golpe por golpe, herida por herida.
    (Éxodo 21: 23-25)


    Pasaron ocho días hasta que recibimos la llamada. Durante ese tiempo Smith visitó cada noche el club Jano para documentarse sobre Gort y los demonios antiguos en general.

    El que llamó fue Louis Merou, aquella mañana había recibido el medallón por correo urgente. Le dije que no saliera de casa y que cuando Smith despertara de su sueño diurno iríamos a su casa de inmediato.

    Y así fue, una vez le comuniqué la llamada de Merou, Smith decidió que partiéramos de inmediato. Smith conducía en silencio, con el entrecejo fruncido. Parecía muy concentrado, finalmente me miró y preguntó:

    -Si tuvieras el medallón en tus manos, ¿podrías seguir el rastro de Davini?

    -Es posible que pudiera rastrear su aura, pero no tenemos el medallón y Merou no puede pasártelo, no serviría de nada.

    -Deja eso de mi cuenta.

    -Los vampiros también pueden seguir ese tipo de rastros.

    -Lo se, pero los licántropos sois mejores en eso, además, tienes más experiencia, hace muy poco que soy vampiro.

    No dijo nada más, por mucho que le pregunté no me contó nada de su plan.

    Cuando llegamos a casa de Merou, Smith le pidió ver el medallón. Lo sostuvo en sus manos, pensativo y le preguntó:

    -¿Que pasaría si me llevara el medallón a la otra punta de la ciudad y lo tirara en una alcantarilla?

    -No cambiaría nada. Como ya sabe, el medallón no puede ser pasado. El hechizo haría que de un modo o otro volviera a mi antes de la media noche, para que Gort pueda encontrarme.

    -Comprendo... Sr. Merou, voy a tener que pedirle disculpas.

    -¿Disculpas, porqué?

    -Por esto.

    Entonces le dio un puñetazo a Merou en la mandíbula que lo dejó inconsciente.

    -¿Porqué has hecho eso?-pregunté.

    -Bueno, el medallón no puede ser pasado, pero nada impide que sea robado- dijo entregándomelo.- ¿Podrás seguir el rastro de Davini?

    -¿Que piensas hacer exactamente?

    -¿Podrás hacerlo o no?

    Me concentré en el medallón.

    -Siento el rastro de tres auras distintas. Una es muy poderosa y oscura, casi eclipsa a las otras dos, seguramente es de Gort, es el que más tiempo está en contacto con este objeto. Otra es indudablemente la de Merou. La tercera a de ser la de Davini.

    -Bien, vamos al coche i rastreemos.

    Dimos vueltas por toda la ciudad hasta que al adentrarnos en Greenwich Village empecé a detectar algo.

    -Esta cerca.

    -Lo se-respondió-yo también lo siento.

    Seguimos el rastro hasta un pequeño restaurante.

    -Está ahí dentro-dije.

    -Entremos.

    Entramos en el local y nos quedamos a la puerta observando a los comensales. Me fijé en un hombre sentado solo en una de las mesas. Era bajo, calvo y con un fino bigote.

    -Es ese-dije.

    -Vamos.

    Nos acercamos a la mesa y Smith se sentó al lado del hombre, yo me senté frente a él al otro lado de la mesa.

    -¿El sr. Davini?-preguntó Smith.

    -¿Quienes son ustedes, qué quieren?

    Smith agarró a Davini por el cuello de la camisa.

    -Quiero que dejes en paz a los componentes del anillo, brujo de pacotilla.

    -¿Crees que me das miedo, chupasangres? Pues no te temo ni a ti ni a tu peluda amiga.

    Davini rió al ver nuestras caras de asombro.

    -Si, se lo que sois. Yo también puedo ver vuestras auras.

    -No me importa lo que sepas, Davini. Deja en paz al anillo, estás advertido. Vámonos, Nadia.

    Se levantó, me cogió de la mano y me arrastró a la salida.

    -¿Eso es todo lo que pensabas hacer?-pregunté una vez fuera del local.-¿Una amenaza y lo dejas marchar?

    Smith sonrió.

    -¿Recuerdas lo que dice la leyenda sobre el medallón?

    -No se a donde quieres llegar a parar.

    -No puede ser pasado ni arrojado, pero...

    -...Pero puede ser entregado a otro en secreto.

    -¿Adivinas quien tiene ahora el medallón en el bolsillo sin saberlo?


    EPÍLOGO

    -Por cierto, disculpas aceptadas, sr. Smith-dijo Merou frotándose el mentón.-Tiene usted un buen derechazo.

    Estábamos en el club Jano, a la noche siguiente, con los miembros sobrevivientes del anillo y con Adam. Sobre la mesa había varios periódicos del día. En todos ellos destacaba el mismo titular: Una nueva víctima de la extraña bestia asesina.

    -Creo que ya no tendrán que preocuparse mas por Gort-dijo Smith.

    -Y se lo debemos a ustedes dos. ¿Como podremos pagarles...

    -Ya conocen mis tarifas.

    -Naturalmente.

    -Bien, debo irme. Todos tienen mi tarjeta, si alguna vez necesitan mis servicios...

    -No dude que acudiremos a usted.

    Tras despedirse de los otros, Smith me llevó a un lado.

    -Estaba pensando...-dijo una vez se aseguró que no nos oían.

    -¿Que?

    -¿Porqué no te trasladas a mi apartamento? Puedes quedarte en la habitación que has ocupado estos días. Así te tendría cerca cuando te necesite.

    -¿Me estás pidiendo que vivamos juntos?

    -Holmes y Watson vivían juntos.

    -Holmes y Watson eran dos hombres.

    -Si, siempre he encontrado esa circunstancia muy sospechosa. ¿Qué me dices?

    -Esperame aquí, voy a buscar mis cosas.

    FIN
  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado febrero 2013
    Muy sospechosa, pero si ellos viven juntos no, divertido será lo que estos dos hagan:)
  • JanoJano Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado febrero 2013
    Gracias por seguir mis relatos. Habrá más aventuras de Jhon y Nadia.
  • CheloChelo Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado febrero 2013
    Me gusta, les sigo la pista a John y a Nadia. (Aunque Sherlock Holmes es el mejor);)

    Mira que he compartido pisos con gente rara pero un vampiro y un licántropo ya se lleva la palma...

    Saludos,

    Chelo
  • JanoJano Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado febrero 2013
    Gracias, Chelo. Cuando sepa más de John y Nadia ya os contaré.
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