-Área: H-2. Nombre de operación: Gas N.U.F. Número: Veintitrés. Individuos: Ocho.
La doctora Siles iba dando órdenes a sus robots asistentes. En frente de ella, una gran ventana daba a una habitación blanca vacía. Siles presionó un botón, y una puerta se abrió. Tras más comandos, ocho individuos, firmemente sujetos a unas placas de acero, fueron introducidos a la habitación por medio de un sistema de rieles en el suelo.
Siles controló en su pantalla el estado de cada uno de ellos. Los sujetos de laboratorio eran ocho, y ya habían estado allí en Alpha-Corp desde hacía tiempo. Ya no servían más para seguir experimentando con ellos; por algún motivo u otro, la corporación prescindía de ellos. Es más; eran, ahora, simplemente un gasto económico mantenerlos con vida. Por eso eran sometidos al último test. El del gas N.U.F. Hasta ahora no habían encontrado ningún método de lograr que un humano sobreviviera respirando el peligroso gas por más de un minuto. Las ocho personas en la habitación habían sido inyectadas con diferentes versiones en desarrollo de un posible antídoto para el gas. De esta manera iban ensayando los antídotos; Siles debía hacer un seguimiento preciso de cada uno de ellos a través de su panel de control, hasta que finalmente murieran intoxicados. Si alguno de los ocho sobrevivía más de un minuto, entonces valía la pena conservarlo todavía.
Destapó una pequeña perilla que estaba cubierta con una cápsula de acrílico. Bajó la perilla, y el gas comenzó a fluir dentro de la habitación.
Pero no por mucho tiempo. Una alarma comenzó a sonar. Había un desperfecto en el sistema de ventilación y presión del gas.
Alerta: Temperatura muy elevada. Abortar operación se podía leer en un cartel rojo en la pantalla de Siles.
La doctora se asustó. Nunca había habido semejante desperfecto con la cámara de gas. Nerviosamente, presionó el botón para abortar, y el gas dejó de salir. Pero el cartel de alerta seguía allí, y la alrma seguía sonando. De pronto, se oyó una explosión. El vidrio de la ventana se rajó, sin romperse. Por donde antes salía el gas, ahora salía humo solamente. Siles se comunicó con su superior.
-Doctor, hay un desperfecto en- Pero no pudo continuar. Otra explosión, esta vez en los tubos de ventilación, hizo que la ventana se rompiera por completo. Escombros y vidrios cayeron sobre la doctora Siles. El fuego comenzó a propagarse por el área. Las computadoras se apagaron por completo.
Los anillos de acero que sujetaban a los prisioneros se abrieron. Tres de los individuos cayeron, muertos, en medio del caos.
Pero, entre el humo y las alarmas que aturdían ya, había cinco sobrevivientes. Cinco que serían fugitivos.
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A su lado estaba una chica muy bonita, jovén que tenía en su bata el número W0875p, la miraba con sus hermosos ojos asustados, como pidiéndole qúe la salvara, pero que podía hacer ella si estaba en la misma condición? El gas que les harian inhalar podía ser tan mortal para ella como para la jovén.
De la forma que los tenían atados no podían mover sino los ojos, asi que al otro lado había un chico guapísimo, por lo que pudo medio ver, era un chico muy piloso, pero cayó en desgracia como todos los que se encontrában alli.
Sabían lo que los esperaba y sentian impotencia de no podersen defender, hizo acopio de su telekinesis, para evitar que el gas venenoso saliera en forma, pero sin embargo, tres de sus compañeros de desgracia no contaron con suerte, entre todos unieron poderes y lograron soltarsen de sus amarras:rolleyes:
Varios minutos, o tal vez horas después cuando volvía en sí, se descubrió amarrada en una especie de camilla metálica. Habían varias personas alrededor, todos en diferente estado, algunos más alerta que ella, según podía observar en medio de su estupor. Parecía que había llegado el momento que había visto algunos días atrás, sin embargo después de tantas drogas y pruebas ahora le costaba diferenciar la realidad de lo que su mente a veces le mostraba como futuro. Pero lo cierto era que no había escapatoria, fuera real o no, lo que tenían pensado hacer con ellos lo iban a hacer sin problema alguno. Al fin y al cabo los que estaban allí estaban en su misma situación, eran defectuosos.
La joven para volver completamente en si intento concentrarse en lo que estaba pasando. La doctora Siles estaba tras la ventana mirando una pantalla, cuando la vio presionar el botón que soltaría aquel gas que acabaría lentamente con la vida de todos, pudo ver por un momento duda en sus ojos. Sin embargo, unos segundos después sonó una alarma y todo se volvió una locura a su alrededor. Escucho varias explosiones y de repente sus amarres se abrieron y pudo soltarse sin problema. Se bajo del lugar donde estaba y mirando a su alrededor vio junto a ella a un joven muerto, precisamente el que había causado la primera explosión. Su intención, era escapar, lo tenía todo planeado, pero no contaba con que el poco gas que inhalo, junto con la droga que le inyectaron iba a afectar su habilidad causándole la muerte.
Vio otro par de personas muertas y a cinco sobrevivientes. Ella los observo y supo que de alguna manera, por más que les costara iban a salir de ese lugar.
Sería, éste, el fin inevitable?
Del mismo modo perdido en que miraba lo que pasaba a su alrededor, enrique sintió las explosiones. Luego, sintió su cuerpo en el suelo. Había caído.
Con eso volvió un poco en sí. Volvió a mirar a sus alrededores.... La situación era un caos. Debían escapar. Tendrían la oportunidad? No importaba; si de todos modos los querían matar.... Tres de los que estaban en el cuarto con él habían caído muertos. Enrique buscó hasta que sus ojos se cruzaron con los de dos mujeres que estaban en la misma situación.
-Hay que salir- dijo, mientras se ponía de pie. El fuego, aunque estaba lejos de él le hacía arder la vista y la piel.
Enrique se acercó a la ventana, tomó un caño suelto que estaba tirado, y quitó los vidrios que aún estaban pegados al marco. Luego, saltó, y quedó agachado sobre el panel de control.
Extendió una mano hacia las que estaban adentro.
Tras esa rápida inspección, no lo dudo más, tomo la mano que le ofrecían y se dispuso a seguir adelante sin mirar atrás. Al menos, hasta donde más pudieran.
En medio de su desconcierto, alcanzo a ver otros cuatro compañeros en pie, como ciegos, buscando una salida y a la chica que había estado a su lado mirando hacía un boquete en donde el chico guapo que había visto antes,les estiraba la mano a las dos, desconcertada no atinaba a decidirse viendo como ella si alargaba su mano hacía el chico que se estiraba lo que más podía.
Vió como la halo de un sólo estirón poniéndola a salvo y volviendo su mano hacia ella, que ya sin titubeos también aceptó su mano salvadora, por lo menos provisionalmente, sabía que no sería fácil salir de este laberinto, pero contar con un apoyo ya era mucho cuento.
Cuando le ataron para matarle no se sintió desesperado ni triste, sencillamente comenzó a calcular en cuánto tiempo moriría por el gas que iban a emitir y en cómo podría escapar si quisiera. También sintió curiosidad, la única que aún podía sentir, por ver las reacciones de los que tenía a su alrededor.
En cuanto el gas salió, leyó la desesperación en las mentes de los murientes antes de que éstas se apagaran por completo. Hubo una explosión y las amarras se liberaron. Oscar pensó que sería bueno seguir viviendo para seguir acumulando conocimientos y se limitó a escapar de la sala por un boquete abierto por la explosión. Había gente atrapada en el gas y que necesitaba ayuda para salir. Se cruzó con un chico que tendía su mano y le miró a través de sus gafas de sol, preguntándose por qué ayudaba. Él era incapaz de sentir nada que le llevara a ayudar pero sentía curiosidad por saber cuántos iban a salir vivos de modo que se quedó allí mirando, con las manos en los bolsillos, frío como el hielo.
Ve que uno de ellos le extiende una mano para salir del laboratorio, pero el busca la forma de salir por su cuenta, pues con solo tocarlo le podria quitar una parte de su habilidad, y por el momento no se ve la necesidad todos estamos bien y con el pasar del tiempo veremos quien sobrevive.
¿saldremos todos vivos? o ¿solo el mas habilidoso sobrevivira?
La alarma hacía un ruido insoportable; el humo iba aumentando en el ambiente. La puerta estaba cerrada. La única manera de abrirla era utilizando una tarjeta.
Enrique pronto se fijó en el cuerpo de la doctora Siles, que yacía inmóvil sobre el panel de control. Se acercó, pinchándose un poco con los vidrios rotos que había en el suelo, y quitó los pequeños escombros que había sobre la doctora. Empezó a revisarle los bolsillos.
Justo en ese momento, la puerta se abrió. Un pequeño robot sin brazos ni piernas, que se movía simplemente sobre rueditas, entró a la habitación. Enrique se apartó de la doctora, y se quedó como congelado. Con su ojo-cámara, el robot escaneó la situación. Se acercó a la doctora, hizo titilar una lucecita roja, le tomó una foto, y tras unos segundos, se acercó al ducto de ventilación, desde donde las llamaradas salían. El robot extendió un manguera, y empezó a apagar el fuego, rociándolo como un matafuegos.
Enrique seguía allí de pie, duro. De repente se sentía confundido. No recordaba que estaba pasando, ni quiénes estabn a su alredeor, ni nada. Ni siquiera se le ocurría cuestionarse nada de todo ello. Se agachó, de cuclillas, en el suelo, con la mirada perdida. La puerta seguía abierta.
Brianna se agacho al lado del joven para sostenerlo y ayudarlo a pararse, pues tenían que aprovechar que la puerta estaba abierta. Miró a los jóvenes que llegaban donde estaban y observaban lo que sucedía y les dijo:
“Uno de ustedes que vaya adelante y revise que no haya nadie para que podamos salir de aquí.”
Luego se dirigió a la mujer que estaba al lado de ella y le explicó:
“Entre usted y yo ayudaremos a este hombre, no pesa mucho, así que podremos manejarlo sin problema.” Inmediatamente volvió a mirar a los hombres y declaró: “Mientras, ustedes dos se organizan uno adelante y otro atrás.” En seguida, mirando a cada uno de ellos expuso: “Debemos encontrar un lugar seguro hasta que tanto nuestro amigo como nosotros nos recuperamos de lo que está pasando”
Esperó mientras todos la miraban sin saber si seguir sus indicaciones o irse cada uno por su lado. Así que mirándolos nuevamente les dijo:
“Necesitamos estar juntos de momento para huir de aquí. Si nos separamos, no lo vamos a lograr. Así que por favor, muevan el culo para que podamos salir de aquí cuanto antes”.
No podía creer lo que decía, pero estaba realmente asustada y a punto de colapsar. Además, si no lograban salir pronto los iban a encontrar y ella quería, después de tanto tiempo, ser libre y poder disfrutar de aquella libertad. Parecía que esta era su oportunidad, así que decidió dejar sus miedos a un lado y hacerse la fuerte, pues todos estaban demasiado callados y ensimismados para decidir qué hacer. Así que por una vez en su vida decidió tomar la iniciativa, esperando que ellos también quisieran, al menos por un momento, esa libertad que se les había negado tan injustamente.
Los otros dos chicos dudaban si seguir las indicaciones de ella o irsen cada uno por su lado, pero ella no les diò mucho tiempo de pensarlo, pues con su voz de mando les indicò que hacer mientras salian del laberinto donde estaban, encargándose primero que todo del chico que las ayudó a salir.:rolleyes:
Tomo la iniciativa de ir adelante pero, tambien buscando la forma de salir por su cuenta, aunque si seguimos unidos podemos hacer mas que cada uno por su lado, es cierto.
(Piensa) "No me gusta la forma que esta chica Briana toma las desiciones, impusilva y se deja llevar por las emociones mas por un desconocido casi inconciente".
Algo indignado sigue esas ordenes, esperando haber que nos espera el camino.
(Piensa) ¿que tipo de retos nos espera mas alla?, ¿que sacrificios se haran en el camino para lograr nuestra libertad?.
--Está muerta. Los escombros han aplastado su cuerpo. La causa de la muerte es, seguramente, un reventamiento de los órganos internos.
Luego miró al resto de sus compañeros de huida y, con las manos en los bolsillos, se limitó a dirigirles su mirada de hielo mientras les dijo.
--La mayoría de los seres humanos en estas circunstancias tienen pánico, miedo, desean salvar sus vidas. No vosotros. Os encuentro muy interesantes y usted, señora Brianna, infiero que conoce estas instalaciones y que tiene una urgente necesidad de liderar y obtener autoridad muy seguramente como fruto de algún trauma o problema psicológico en la infancia...´´
Oscar no tenía ni la más mínima sensiblidad. No sentía nada.
Así que se acercó para corroborar lo que decía respecto a la muerte de la doctora Siles. Dejó el cuerpo del joven que tenía a su lado en compañía de la mujer y se aproximó completamente al cuerpo de la doctora a ver que le había pasado exactamente. Comprobó que efectivamente había sido aplastada por escombros, empezó a revisar sus bolsillos. Se suponía que en uno debía tener como mínimo una llave, que seguro les ayudaría a salir o al menos a cruzar algunas puertas. Cuando la tuvo en sus manos, la guardo en un compartimiento secreto de su pantalón y siguió buscando, encontró también unas llaves digitales, seguramente de su vehículo y casa, todo metido en un llavero Suizo de los antiguos, que tenía miles de funcionalidades. Además encontró un móvil satelital con acceso a Internet. Todo esto se lo guardaba en los bolsillos, mientras seguía esculcando. Cuando terminó, miro al resto de compañeros y les dijo:
“Si tienen problema con que yo les diga que hacer, entonces propongan algo, pero no se queden como estatuas mirándonos y desconfiando los unos de los otros.”
Luego miro al hombre de las gafas y dijo dirigiéndose a todos:
“Creo que si tu habilidad es leer la mente o ver el pasado, te estás pifiado, pues no tuve traumas en mi infancia y no sé cómo salir de aquí. Pero tengo una idea y estoy convencida que nuestra amiga conoce un poco el lugar y nos podrá ayudar. Así que ustedes decidan, si quieren que sigamos juntos o cada quien por su lado. Pero eso sí, si vamos a seguir juntos tendremos que apoyarnos. La decisión es de ustedes, pero yo me voy con este joven. Si quieren, ustedes pueden quedarse y pensar que es lo que van a hacer, aunque les advierto que pronto llegarán más robots”
Se acercó de nuevo a los jóvenes y ayudo a levantar al muchacho que estaba todavía débil. Iba esperar un momento a ver si los otros se animaban a hacer algo. Estaba decidida a salir de allí. Sabía que con ellos el éxito era más que seguro, pero cada vez se convencía que igualmente si solo fuera ella con el joven que las ayudo y la mujer que tenía al lado podrían igualmente encontrar la manera. No iba a ser tan fácil, pero moriría intentándolo, si fuera necesario.
Enrique volvió en sí, al sentir que lo estaban arrastrando. Se puso de pie, y salió del cuarto, hacia el pasillo. Todavía se sentía atontado por el gas, el humo y las llamaradas que le enceguecían.
-Alguien sabe para dónde ir?- preguntó.
Pero muy pronto dos guardias, armados reglamentariamente, se acercaron al lugar. Se detuvieron en el pasillo, escuchando las voces. Prepararon sus armas y apuntaron, uno gritando:
-Quietos! Las manos en alto! Un paso más y disparo!
Mientras tanto, el otro pidió refuerzos usando el micro-comunicador que tenía en el guante.
-Tenemos cinco individuos no identificados en el sector H-2-30...- se le escuhó decir.
De repente los guardias irrumpieron en la sala, uno de ellos apuntando con un fusil. Oscar levantó las manos y aprovechó para quitarse las gafas de sol que siempre llevaba. Sus peculiares ojos fríos quedaron a la vista.
--HK 234 Impaler, si no me equivoco, un arma capaz de disparar 340 disparos por minuto pese a poseer un cargador de 50 proyectiles de cabeza hueca de 12,5. Alcance efectivo, dos kilómetros.
El guardia cometió el terrible error de cruzar su mirada con la de Oscar, inmmediatamente quedó capturado. El fusil cayó de su mano y es que su brazo derecho dejó de obedecer a su mente y obedecía a Oscar.
--Puedo hacer que tu corazón deje de latir. Puedo hacer que tus pulmones dejen de respirar. Puedo hacer que tu propia mano derecha te estrangule y puedo hacer que todos tus nervios detecten un dolor insoportable. Puedo lograr que mueras por colapso cerebral causado por el dolor...y tengo curiosidad por saber cómo muere alguien así...
Al decir estas palabras, el guardia cayó al suelo chillando, víctima de un dolor insoportable. El otro guardia apuntó a Oscar pero le miró. Error. Las piernas del guardia se doblaron y cayó de rodillas. Contra su voluntad, la mano que empuñaba el fusil lo dejó caer y cogió, en su lugar, la pistola reglamentaria y se la apoyó en la frente. El soldado sollozaba, impotente.
--Mis compañeros tienen curiosidad. Satisfacédsela, guardias.
Luego Oscar se colocó las gafas, jadeando pesadamente por el esfuerzo.
-Corran mientras puedan! Los demás no tardarán en llegar!
Y ahí nomás se echó a correr. Siguió derecho por el pasillo, pero en seguida vió venir desde el fondo a otros dos guardias; uno de ellos era un androide. Enrique giró y se largó a correr en la dirección opuesta, sólo para comprobar que desde el otro extremo del pasillo otros tres guardias se estaban aproximando. Uno de ellos gritó y abrió fuego. Enrique entonces dobló en un pasillo que desembocaba cerca, y continuó corriendo, desesperándose al ver que desde el final de este pasillo también venía alguien corriendo hacia él. Enrique frenó en seco, justo cuando el desconocido, que llevaba puesto un delantal como todos los científicos que trabajanan en los laboratorios, le gritó:
-Por aquí! Síganme, rápido!
Y dicho eso, abrió una puerta, esperando a que Enrique y quienes lo venían siguiendo fueran hasta allí.
Ella sigue corriendo al lado de la otra chica y de cerca van los otros dos que disparan a los robots, protegiéndolas a ellas, sin muchas ganas, pero al fin que en esos momentos sólo miran por su bienestar.
Corren y corren y los pasillos no parecen tener fin y de todas partes aparecen más robots, que van siendo eliminados por los chicos, en un recodo de un pasillo, aparece un salvador que los insta a que entren con él.
Alexandrina los empuja practicamente adentro, pues ella sí conoce a la persona que los está tratando de ayudar.
Se quitó de nuevo las gafas y miró a los soldados que estaban aprisionados por su poder. Concentrándose, ordenó a los dos hombres levantarse y, fusiles en mano, se plantaron frente a sus compañeros.
--¡¡¡Apartaos!!! ¡Nos están controlando!
Oscar ordenó a su mente apretar el gatillo y la repentina sacudida de balas, si bien no mataron a nadie, obligaron a los guardias a cubrirse. El joven psíquico vio como sus compañeros corrían tras un hombre con bata de laboratorio.
--Si sigo aquí hay un 80% de probabilidad de que acaber recibiendo una bala calibre 12 y me mataría en apenas 20 segundos, 1 si me da en alguna parte vital...Además...me pregunto quién será ese científico.
Movido por su curisoidad siguió a los demas con calma, pues había calculado que a sus marionetas aun les faltaban 13 balas y 2 cargadores para mantener a raya a los otros, eso, si no les mataban antes. En cualquier caso le daban tiempo.
Al atravesar la puerta puedo observar más pasillos y puertas, miraba a todos lados tratando de identificar donde estaban, pero no lograba distinguir nada. No se dio cuenta si los hombres seguían detrás de ellos, solo veía a la chica, al joven que desde el principio las había ayudado y al misterioso científico que por alguna razón los estaba ayudando. De un momento a otro sintió un mareo y tuvo una visión del pasado, vio a la joven que tenía al lado con el señor que les estaba ayudando, discutían sobre lo que pasaba en el laboratorio, ella le decía que tenían que hacer algo por salvar a las personas que estaban matando y él le decía que lo mejor era no meterse allí, que eso no era asunto de ellos… La discusión fue subiendo de tono, pero de un momento a otro estaban en otro espacio y en una dinámica diferente. De repente volvió al presente y ella siguió caminando con el grupo como si nada hubiese pasado.
Por eso sin recelo alguno lo siguio a donde él los quería guiar, sabía que estaban a salvo por el momento.:rolleyes:
El hombre, un tipo de unos 50 años, medio gordo y con gafas, sudaba vigorosamente. En el bolsillo de su delantal blanco se podía leer, bordado, ''Dr. Guró''.
-Tenías razón, Alexandrina.... No sabes cuánto me arrepiento de no haberte hecho caso antes... Me faltaba el coraje... pero esto ya no lo puedo soportar más. No puedo dormir, no puedo estar en paz- dijo, mirando nerviosamente a sus alerededores.
Cerró la puerta, y la trabó electrónicamente con una tarjeta. Continuó hablando, apresuradamente.
-Al final logramos ponernos de acuerdo entre todos. No puedo dar nombres; si a ustedes los atrapan, sería el fin para nosotros. Hemos ideado un plan de escape- dijo, mientras le entregó a Alexandrina unos mapas- Aquí tienen marcada la ruta directa más sencilla que pudimos pensar, en rojo. Si aquella falla, la segunda opción está en verde. Como varios de ustedes ya saben, este edificio subterráneo de Alpha-Corp tiene cinco pisos. Estamos en el segundo.
Apenas dijo eso, se cortó la luz.
-El corte de luz va a durar aproximadamente treinta minutos. Las cámaras de seguridad se reconectarán cinco minutos más tarde, una vez que la energía vuelva. Ustedes tienen que llegar lo más lejos posible en ese tiempo.
La puerta comenzó a hacer ruidos; alguien quería entrar.
-Lo ideal sería que lleguen al cuarto piso en esos treinta minutos. Allí, el doctor Zanyan los estará esperando. Él les guiará hacia- El doctor Guró no pudo completar la frase. La puerta se abrió, y un androide disparó certeramente en la cabeza del científico.
Dando un paso adentro del cuarto, el androide dijo, con su voz inexpresiva, siempre apuntando con el arma:
- Quietos. Han sido capturados. No se resistan. Lleven sus manos a la cabeza y siéntense de rodillas en el suelo.
El robot amenazándolos les ordeno levantar las manos y arrodillarse, mientras ella lo hacía pudo ver que el autómata de alguna manera iba a ser importante para el futuro próximo. Así que le dijo al grupo en voz baja, pero claramente:
"Hagan lo que hagan con él, por favor no lo destruyan. Lo vamos a necesitar"...
--No disparará. No tiene objetivos fijados. Hay un científico en la sala y el protocolo de seguridad le impide disparar para no herirlo.
Sugiero que alguien lo desactive antes de que nos haga perder más tiempo.
El joven se encaró con Guró. Con una mano de acero le agarró del cuello de la bata e inmediatamente lo colocó frente al robot con violencia, luego sacó una pistola de su bolsillo, que había robado a un soldado y se la colocó en la cabeza.
--Tiene cinco segundos para desactivar la función hostil de este robot o morirá. Y después nos dirá por qué quiere ayudarnos...o también morirá. ¿Qué elige?
Algo en sus sistema operativo no estaba funcionando como era de esperarse. Al oír a Oscar, automáticamente revisó qué protocolos estaban activos. El de seguridad estaba inactivo desde hacía bastante tiempo. La función hostil estaba activa y tenía a su vez varias funciones que actuaban sobre ésta, y bajo la situación actual, entraron en conflicto. Desactivarla sería demasiado complicado, sino fatal para su funcionamiento. Pero seguía apuntando, de eso no cabían dudas.
Mientras tanto Enrique, por su parte, tenía los ojos clavados en otra puerta. Estaba listo para salir corriendo en la oscuridad ocasionada por el corte de luz a como diera lugar, y ya lo habría hecho de no ser que le preocupaba dejar a las otras dos mujeres a merced de cualquier peligro.
Luego, de un rápido movimiento, le quitó de encima el cuerpo y lo arrojó al suelo, colocando el arma en la frente del robot.
--Mi comportamiento ha sido extraño ¿verdad? No creo que puedas procesarlo. No creo que puedas volver a procesar nada...
Entonces recordó las palabras de Brianna, y sintió curiosidad por saber cómo les ayudaría aquel robot así que, en lugar de disparar, se limitó a darle un fuerte golpe con la culata en la carcasa. Se volvio hacia los presentes y, sin querer, pisó el cuello del cadáver. Se dio cuenta pero no hizo nada para evitarlo, sencillamente le asestó una patada en la cara para quitarlo del camino.
--¿De qué manera nos va a ser útil, Brianna? ¿Y sabe alguien hacer que este robot sea capaz de servirnos?
“El nos será de utilidad para salir de aquí. No sé cómo hacer que nos sirva, pero a la final el será un aliado o un fuerte enemigo si no podemos manejarlo. Todo dependerá de las decisiones que tomemos y aún no lo veo claro. Siento no poder ser de más ayuda”
Sin decir más se asomo en la puerta y al ver que no había nadie a los alrededores les dijo: “Creo que debemos salir de aquí cuanto antes, llevamos mucho tiempo inactivos. Si alguien puede llevar el androide, mientras definimos como lo reprogramamos, por favor que lo haga. Yo intentaré buscar algo que nos pueda servir para ello, cuando pasemos algunas oficinas, tal vez tú” dijo dirigiéndose a la chica “puedas ayudarme con esa búsqueda, al fin y al cabo trabajabas aquí”. Sonrió y espero que los chicos salieran primero.
Ya sin la amenaza del robot, todos buscaban una salida airosa, Brianna se dirigió a ella para que los orientara, ya que parecía conocer estos laboratorios mejor que nadie.
Saliendo de su letargo y sabiendo que la vida de todos dependía de ella, se dió a la tarea de sacarlos de allí, guiándolos por una puerta al fondo del laboratorio, para no salir por el mismo lado por donde entraron. Está puerta los conducia hacía un laberinto de pasillos y escaleras. De momento no se veía a nadie.
-Creen que es posible reprogramarlo?- preguntó, acercándose a Brianna.
Con el pie tocó al androide, que estaba inactivo completamente. Al comprobar que no se movía, se sintió un poco más seguro. Intentó levantarlo y descubrió que no era tan pesado como un humano, sino mucho más liviano.
-Cargarlo no parece ser tan complicado- dijo, acomodando el cuerpo del androide sobre sus hombros- Aunque un poco de ayuda no vendría mal. A dónde hay que ir?
Siguió junto con los otros a Alexandrina a través de aquellas escaleras y pasadizos. Evidentemente, ella debía conocer el lugar muy bien, pues aún en la penumbra del corte de luz, y aún en un momento tan complicado como era aquél, se dirigía sin vacilar hacia un destino en particular. Enrique reconoció que estaba sintiendo admiración. Y cómo se llama? El doctor Guró había dicho 'Alexandrina'. Fue ahí cuando Enrique notó que no le había dicho su nombre a nadie aún.
En el primer piso está la cocina, donde hay almacenada comida, les dice a todos que cogan lo que quieran de alli, ella entra al patio-huerta donde hay una raras plantas, las cuales coge y guarda en su mochila, sabe que más adelante las necesitaran.
El chico que lleva cargado al androide parece no afectarle la carga que lleva encima, los sigue de buen talante no así Oscar que parece con ganas de matar a todo el que se le atraviese.
Luego de coger lo necesario siguen avanzando, ahora se dirigen hacía los laboratorios donde podrán reparar al robot, el cual les servirá de alguna ayudita para salir de este laberintico e intrincado laboratorio.:rolleyes: