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La clave está en perdonar

bartonbarton Juan Boscán s.XVI
editado enero 2010 en Ensayo
Yo no estoy hecha para odiar, mi naturaleza me lo impide. Es más, casi soy la reencarnación de la otra cara del odio: El amor.

Amo muchas cosas, muchísimas.

Amo oír la música de los Backstreet Boys mientras paseo con el perro en mitad de la noche, cuando todo está desértico y nadie puede oírme cantar ni ver resbalar lágrima alguna.

Amo mirar el cielo, perderme en el infinito, las nubes, las estrellas, el Sol... la luna, sobre todo si está llena...

Amo las palabras sinceras, divertidas, agradecidas, incluso las tristes; las que demuestran cariño y confianza, las sonrisas, los pequeños gestos del día a día. La manera tan dispar y extraña que tiene la gente de comportarse, todos diferentes.

Amo a mi madre... Por encima de todo, porque me ha dado precisamente todo: Lo que tengo y lo que soy. Ojalá pudiera decir lo mismo de mi padre... Pero también lo amo, aunque sea un poco.

Amo la vida, aunque me intimida, me abre puertas que me guían a una luz blanca muy hermosa, que parecen el futuro, y las sombras del pasado quedan guardadas bajo llave... a pesar de que hubo muchísimo amor en ese tiempo lejano.

Amo que me miren, que me presten atención, que se preocupen por mí, que me halaguen, que me ayuden... Amo especialmente que me den cariño, como cualquier otra persona, pero dependo mucho de ello.

Increíblemente, hay veces que amo la soledad. Me da tiempo y tranquilidad para hablar conmigo misma y arreglar mi errores, responder mis preguntas y hacerme otras nuevas... Vuelvo a reencontrarme.

¿Qué más puedo amar...?

Toda moneda tiene dos caras. Tanto amor, tanto amor, ¿Y qué hay del odio? Porque, ¿No es algo imposible que no odie nada?

No fui creada para odiar... Mi naturaleza es muy pacífica, apacible, tranquila, amigable... ¿Podría alguien como yo llegar a odiar a muerte a una persona?

¿...y si dijera que sí?


A veces, despierto sobresaltada, con la respiración acelerada y el pulso más rápido de lo usual, con la frente empapada de sudor. Pero no ha sido un sueño, sino un recuerdo o una idea de mi imaginación, mientras estaba consciente.

Si pudiera "ver" mi conciencia, la vería llena de cadenas, encerrada en una jaula con muchos cerrojos y amordazada. Es más o menos lo que siento en mi pecho, como si mi corazón estuviera enjaulado. Es con lo que estoy lidiando desde que el odio nació; primero inofensivo, como el río en su inicio, pero después se vuelve tan fuerte y peligroso como sus rápidos.

Si se te está haciendo largo, deja de leer, porque me queda la mitad.

El odio es venenoso. Te recorre las entrañas, haciéndote sufrir de una manera insoportable, de lo que echas culpa al ser u objeto al que odias.

¿Y si ese sujeto hubiese vivido contigo, te hubiera arrancado de tu madre, te hubiese más tarde regresado a ella, separándote de tu padre para llevarte a la confusión más espantosa, para arruinar tu vida y destruir tu realidad... todo esto a los cinco años? ¿Y si, además, te hubiera separado también de esa persona a la que amas, porque no puedes vivir sin ella?

¿No es suficiente motivo para odiarla?

Me repito constantemente esa pregunta, para sentirme menos culpable, porque nadie se merece ser odiado por mí... A veces me pregunto, si tuviese la oportunidad, ¿Sería capaz de hacerle daño?

No podría decir nunca la palabra <<matar>>, porque eso sí que no entra en mis posibilidades...

Me asusto de pensar que si tuviera delante a la causante de mi agonía cambiase mi opinión... Ahora, lo único que me embarga es el rencor, el fruto del odio, que se manifiesta cuando tan sólo se menciona a esa persona... Tanto es así que en mi casa ya es tabú, y para mis amigos lo mismo, aunque no entiendan el por qué.

Llevo esto conmigo desde hacía mucho tiempo, pero hay una razón por la que tenga que ser precisamente hoy el día en que lo ponga aquí. Y es que he resuelto el enigma de este sufrimiento que me persigue desde aquella edad temprana. Por fin.

He de perdonar. Tengo que perdonarla. No puedo vivir como si nada de lo que hizo hubiese pasado. Tengo que despejar el rencor de mi mente, limpiar la mancha que dejó el odio del pasado. Aunque ahora se me haga imposible, creo que es lo que tengo que hacer.

Hoy no lo haré, mañana quizás tampoco, pero llegará el día en que me reencuentre con ella, la mire a los ojos, respire hondo y le diga:

- Te perdono.

Comentarios

  • marta gmarta g Fernando de Rojas s.XV
    editado enero 2010
    Barton cariño,me has echo llorar,te lo dije y te lo repito,tienes un CORAZON que no te cabe en el pecho...acabas de darnos una lección que no todo el mundo llega a aprender en la vida.
    si bonito es leer lo que amas(y que comparto contigo en la mayoría) infinitamente más bonito es saber que estás dispuesta a perdonar.
    te doy las gracias por ser como eres,por amar como amas y por sentir como sientes.
    el odio no trae nada bueno,es difícil perdonar (te lo digo yo) pero más difícil es vivir con ese "bicho" comiéndote por dentro.
    a veces las cosas pueden dolerte durante años,pero te garantizo que si llegas a saber perdonar,ese dolor se vuelve más....como decirlo...más sosegado,mitigado,amigable...es decir,duele menos.
    un beso mi pequeña Barton,espero seguir disfrutando de tus palabras.


    Pd: aaaaahhhhh......y feliz año nuevo,creo que no podías escoger una manera mejor de empezar el año,intentando perdonar.:)
  • bartonbarton Juan Boscán s.XVI
    editado enero 2010
    Marta, creo que ya sabes lo que pienso de tus comentarios: Que son un poco exagerados jajaja, y que te agradezco que te tomes la molestia de comentar a cada uno de mis relatos. Te estoy empezando a coger un cariño casi fraternal... Jajaja, tienes razón, pues ese será mi propósito de año nuevo, Feliz Año a ti también, y mil gracias de mi parte por ser como eres :D Xau :)

    pD: Últimamente me siento mucho más tranquila desde que escribo sin restricciones. Gracias por tus consejos.
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