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Descubriendo el sexo II

SawyerSawyer Pedro Abad s.XII
editado noviembre 2009 en Erótica
El verano había empezado. Abundaba el calor, los extranjeros venían en masa a pasar las vacaciones en el pueblo donde yo vivía y yo no era capaz de pasar un solo día sin pensar durante un instante en Jessica. En lo que pudo haber sido y finalmente no fue. Mis amigos intentaban animarme todo lo que podían, pero yo me encerré durante un mes en mi mismo. No me apetecía hacer nada, había dejado de creer en muchas cosas. Finalmente, una noche vinieron 3 amigos mios a mi casa a buscarme para salir a tomar unas copas. Habían inaugurado una discoteca nueva y se hablaba muy bien de ella. Me animé a salir por ellos, así que mientras ellos me esperaban en mi habitación jugando a la play yo me duché y me vestí para la ocasión. Ya iba siendo hora de reaccionar y pasarlo bien.
La discoteca nueva se llamaba Diablo y la decoración era bastante tenebrosa. Los camareros/as iban maquillados como si fueran vampiros, con sus enormes colmillos. Había bebidas especiales con nombres extraños. Pero lo más importante de todo para mi en aquellos momentos, es que la discoteca estaba llena de chicas, y yo necesitaba conocer a alguna que me hiciera olvidar de Jessica por una noche. Por lo tanto, mientras mis amigos iban cada dos por tres al lavabo a empolvarse la nariz, yo oteé el horizonte y descubrí un pequeño grupo de tres chicas charlando en uno de esos oscuros sofas que había. El problema es que nosotros eramos cuatro, aunque eso no fue un problema durante mucho tiempo. Uno de mis amigos estaba subido en el podio, realizando bailes frenéticos a causa de la coca que había estado metiendose constantemente desde incluso antes de salir de su casa. Eso hacía que fueramos solo tres, igual que ellas.
Las chicas eran de Barcelona, y tenían entre 18 y 20 años. Ellas iban con el puntito a causa del alcohol, y yo tambien, y era el menos borrachos de mis colegas. La conversación acabó derivando en el sexo, y en aquel sofa todos habían probado el sabor de un dulce, menos yo. Aquello me venía de perlas, porqué mis hormonas estaban aullando tan fuerte que temía que fueran a escucharse los aullidos en aquella discoteca.
Una de ellas se levantó, la que se llamaba Susana, y se dirigió a una de las barras a pedirse una bebida. Era una chica muy guapa y muy simpatica, tenía el pelo negro liso cayendo sobre la espalda y una sonrisa seductora muy bonita. Mientras ella estaba pidiendo en la barra, sus amigas me invitarón a que fuera a hablar con ella a solas. No me lo pensé dos veces. Me dirigí a la barra, y antes de que ella pudiera pedir ya la había invitado a dar una vuelta por la playa.
Caminando por la arena de la playa, descalzos, ella me contó que estaba estudiando la carrera de trabajo social y que estaba sacandola adelante con muy buenas notas. Me dijo que no tenía novio, pero a mi poco me importaba aquello. Necesitaba probar sus labios, para poder olvidar y hacer crecer mi autoestima. No quería alcanzar el cielo, pero por lo menos quería superar el nivel del mar. Decidí cogerla de la mano, para ver lo que sucedía. Ella me la apretó suavemente y yo me lanzé. Le acaricié una mejilla y empecé a besarla. Sus besos no eran nada timidos, ella estaba esperando ese momento tanto como yo. Allí en la playa había muchos pescadores, y la situación estaba demasiado excitante para seguir allí la fiesta. Nos fuimos a su hotel, y yo estaba en una nube. Esa noche iba a perder mi virginidad.
Una vez dentro de la habitación nos abalanzamos uno encima del otro. Empezamos a besarnos con pasión hasta llegar a la cama. Yo me senté y ella se sentó encima de mi, mientras seguiamos besandonos. Ella de vez en cuando dejaba escapar un gemido fugaz, y a mi aquello me daba mucho mas morbo todavía. Solo se escuchaba el sonido de nuestros besos allí. La cosa estaba demasiado caliente como para tener las manos quietas a pesar de mi inexperiencia.
Empecé a besarle el cuello, y su perfume me acariciaba la nariz, embriagandome. Mientras yo me desabrochaba la camisa, ella se desnudó de cintura para arriba, mostrandome sus perfectos pechos. Me acerqué y empecé a tocarselos, y luego le pellizqué los pezones, flojito. Todo esto sin dejar de besarnos. Sus pezones empezarón a erguirse, poniendose firmes como soldaditos. Tras utilizar los dedos para estimular sus pezones, decidí usar algo un poco más humedo. Con la lengua empezé a describir circulos por el contorno de sus pechos, haciendolos cada vez mas pequeños hasta llegar otra vez a los pezones, para empezar a lamerlos y a darles pequeños mordisquitos. No quería dejarla insatisfecha. Llevaba desde los 12 años viendo películas porno y todos los detalles que aprendí de ellas quería intentar aplicarlos. No me atrevía a bajar mas con mi lengua, porque aquello era un territorio inexplorado para mi todavía, y no creo que hubiera hecho ninguna maravilla aquella noche. Con el transcurso de mis experiencias sexuales, aprendí a satisfacer aquella parte del cuerpo de la mujer mas que ninguna otra. Pero eso forma parte del futuro.
Volvimos a compartir saliva mientras nuestras lenguas jugueteaban. Notaba mi miembro mas duro que nunca entre mis piernas, y cuando ella empezó a tocarmelo por debajo de los calzoncillos, mi excitación era enorme. Quería sentirme dentro de ella, me moría de ganas.
Ella se tumbó boca arriba y yo me tumbé encima. Seguía besandola. Ella se frotaba contra mi miembro endurecido y pidiendo a gritos un poco de acción. La excitación se apoderaba de todo mi ser y cuando veía la sonrisa picarona de ella mas me cosquilleaba la entrepierna. Nos desnudamos por completo y después de ponerme el preservativo la penetré despacio, mientras la mano de ella me guíaba. No me costó colocarme en absoluto el preservativo, puesto que yo, un pervertido sin remedio, ya me había masturbado con preservativos puestos, por probar. La sensación de penetración era muy satisfactoria, y yo movía las caderas hacia adelante y hacia atrás, procurando dejar el resto del cuerpo inerte, para no dificultar la tarea. Ella me rodeaba la espalda con los brazos, y movía la cintura al mismo ritmo que yo. Su boca permacía en uno de mis hombros, mientras me lo lamía. Me costó muchisimo trabajo alcanzar el tan deseado orgasmo, pero cuando al fin sentí que se acercaba, el placer recorrió todo mi cuerpo, y finalmente llegó la explosión. Supe en aquel preciso instante que nací para sentir sensaciones como aquella. Qué fácil era olvidar las penas. El sexo es la herramienta mas útil que existe para eso.
Una vez finalizado el polvo, me tumbé encima de ella, con mi aparato todavía dentro de ella, pero decreciendo. Acababa de perder mi virginidad y ya estaba pensando en volver a sentir otra vez aquella sensación tan glorificante.

Comentarios

  • marta gmarta g Fernando de Rojas s.XV
    editado noviembre 2009
    el relato es estupendo,como el anterior,pero me queda una duda..
    tu orgasmo fue algo "glorioso" pero y ella,que hay de la chica??
    me quedo con ganas de saber que sintió...
    un saludo.
  • SawyerSawyer Pedro Abad s.XII
    editado noviembre 2009
    Tomo nota, Marta. :cool:
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