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la reina del dolor

JohnThorJohnThor Pedro Abad s.XII
editado agosto 2009 en Erótica
-Quiero sentir dolor, eso es lo quiero para toda la eternidad.

Esas eran las últimas palabras que fueron surcando por la boca de Raquel mientras su vida se le fue apagando. La mujer estaba tirada en la cama ensangrentada, sus pálidos y delgados brazos llenos de cortes cosidos como recientes. Su delgada figura estirada en un charco de sangre que corría entre las sabanas de la cama. Una enorme cicatriz en su ombligo descubría sus órganos y la sangre fue surcando lentamente entre su carne. Sus ojos apagados semi ocultos por su larga y negra melena miraban hacia la nada. Una extraña sonrisa se quedo para siempre marcada en su cara, porque sonreía, que fue lo que sintió antes de morir? Eso es lo que se preguntaba la joven que la observaba. Elena envidiaba el dolor que había sentido Raquel y sobre todo el placer que sintió al final de su vida. Ella la miraba con odio, se sentía como una alumna engañada por su maestra. La joven vestía totalmente de cuero negro que le cubrían los brazos hasta sus frágiles manos, también el cuero cubría sus frágiles piernas hasta llegar a unos zapatos de tacón de aguja. Podíamos observar su rostro aniñado su piel pálida, con profundas ojeras que rodeaban sus expresivos ojos marrones. Lucia un pelo corto pelirrojo que nos hacia recordarla como una eterna estudiante. Respiro profundamente mientras se fue quitando la ropa lentamente, se fue desnudando ante su fría amiga. Su cuerpo desnudo estaba devastado por cientas de cicatrices, cosidas como recientes. Ella despojada de su traje de cuero se tumbo junto a Raquel. Se encendió un cigarrillo y comenzó a observar en el trozo de carne sin vida que se había convertido su amiga. Recordaba como ella le había iniciado el sadomasoquismo más extremo en esa cama. Como la sangre que antes corría por las esas sabanas era la suya. Como el látigo de alambre de espino chocaban contra su piel mientras ella estaba atada en esa cama, que era Raquel su torturadora. El humo que sobre volaba el ambiente le hacía recordar un sitio un lugar familiar. Un gran cabaret hace casi dos años donde ella junto a unas amigas había comenzado la fiesta de alcohol y diversión. A un podía ver ese lugar, lleno de seda negra, de figuras de mujeres pintadas de rojo intenso. La música clásica sonaba por todas partes y las camareras vestían de Dominatrix mientras servían toda clase de bebidas. Ella se recordaba a un como era tímida chica, que era tan fácil de manipular por sus amigas, esa tímida chica sobre protegida por sus padres. Cada una de las copas que fue bebiendo conseguía que el pequeño grupo de chicas rieran sin cesar, la sala se fueron apagando lentamente mientras la luz del gran escenario se fue encendiendo, ella se quedo fascinada por el espectáculo que iba a ver. Ante sus ojos apareció el maestro de ceremonias, un personaje vestido con un traje rojo como su pintada piel en su frente diminutos cuernos convirtiéndole en un diabólico diablillo. Entre sonrisas comenzó a presentar el gran espectáculo que van a ofrecer:

-Queridos amigos, estas preparados para otro limite de placer?

Comentarios

  • JohnThorJohnThor Pedro Abad s.XII
    editado junio 2009
    Ese extraño personaje desapareció en la oscuridad del escenario, la luz se apagaron y cuando volvió la luz el escenario se convirtió en una sala de torturas, allí aparecieron dos extraños personajes. Raquel semidesnuda y su extraño personaje vestido totalmente de cuero. Recordaba como la tumbaron en una plataforma de madera. El hombre cogió un gran vaso lleno de cuchillas, cogió una con la que fue acariciando la suave piel de su víctima. Poco a poco la presión fue aumentada cortándola, la sangre fue fluyendo lentamente. Sus amigas no paraban de decir que era un truco, que eran efectos especiales. Pero desde el primer momento sabía que era real, sobre todo el placer que mostraba su rostro. Lentamente ver como esa cuchilla le fue cortan o como eso alfileres se le clavaban en su piel le comenzaron a excitar. Sintió con gran placer como esos clavos se clavaron en sus manos o como llegaba al orgasmo al ver como aquel hombre le abría lentamente la cicatriz producida por las cuchillas y seguía cortando en carne viva. A un podía ver como el sensible estomago de una de sus amigas se revolvió vomitando sin cesar. Raquel se levanto lentamente levantando sus destrozados brazos a un la sangre corría por sus brazos. Ese momento como todo lo que había sucedido cambio algo en su mente, el ultimo tornillo de su cabeza cayó al suelo por la excitación del dolor.

    Al llegar a casa a últimas horas de la madrugada, estuvo acostada mirando a la oscuridad de la habitación a un podía ver la actuación que había visto aquella noche. A un podía ver como torturaban a Raquel y la sangre era tan real que podía sentir su tacto. Toda aquella noche solo tuvo extraños sueños posiblemente producido por el alcohol en sus venas. Esa sería la primera vez que su obsesión por el dolor llegaría a su mente. Sentada en una silla con un plato lleno de cuchillas entre las piernas, cogió una y la clavo lentamente en su sensible piel. Ella se relamía los labios al sentir como el acero se fue haciendo paso entre su sangre y su carne, era placer. Todo fue cambiando lentamente. Consiguió libros del marqués de sade e imaginaba que era una de esas chicas torturada en uno de esos grandes castillos. Se pasaba horas en su cuarto jugando con sus nuevo juguetes. Clavo un tornillo en el antebrazo y comenzó a darle vueltas asta introducirla en su carne, cuando sentía el dolor comenzó a acariciar sus pequeños pechos, estaba a punto de explotar. En sus sueños siempre aparecía Raquel que entre caricias entre besos le cortaba la piel con toda clase de cuchillos. Su forma de vestir también cambio radicalmente, no le gustaba mostrar un centímetro de piel, no quería que se viera sus cicatrices, trajes oscuros y largos eran su vida. Le gustaba descoser sus cicatrices recientes y seguir jugando con ellas mientras se masturbaba. Muchas veces se escondía en los lavabos del colegio para torturarse con cristales rotos de bombillas. Vestida de negro arrastrando su rostro cada vez mas pálido intentaba vivir a sin su vida que era consumida por su deseado dolor. Las cosas también cambiaron en casa, no podía dejar de discutir con su madre La relación con su madre se fue agrietando lentamente, Rosa una mujer de cuarenta años que después de la muerte de su marido intento llevar hacia delante a su hija. Lentamente vio como su hija se fue convirtiendo en un ser enfermizo extremadamente solitario, su relación ya no se aguantaba en pie. Una noche entro en el cuarto de Elena intentando hablar con ella, se sentó a su lado observando el rostro de su hija oculto entre sabanas, ella la miro con sus ojos cansados e intento hablarle:

    -Que quieres mama?
  • JohnThorJohnThor Pedro Abad s.XII
    editado junio 2009
    -Solo quiero saber lo que le pasa a mi pequeña. Porque te separaste de mi lado y del mundo?

    Ella sonrió al escuchar esas palabras estúpidamente sensibles, se giro y la miro a los ojos.

    -A hora te importa mi vida, siempre me olvidaste a un lado, a hora mi mente y mi cuerpo están cambiando. No necesito que me intentes manipular como has hecho siempre. Tengo mi puta personalidad.

    La mujer tristemente se levanto de al lado de su hija, se llevo la mano a su cara sin saber casi como responderla, temía que si ella necesitaba estar sola llegaría hacer alguna barbaridad y acabar con algún corte en sus muñecas para acabar con su vida. La mujer salió del cuarto dejando a solas a Elena. Ella al ver como se cerraba la puerta y volvía a la oscuridad comenzó a observar el dolor hecho carne que tenia tatuado en su piel para siempre.
    Todo podría cambiar pero no la amistad de Elena y Érica. Siempre habían estado juntas, riéndose sin cesar de cientos de chismes, gritando por la nueva película de su deseado ídolo, pasándolo mal entre gritos viendo una película de terror. Pero también se dio cuenta que desde esa noche del cabaret su amiga había cambiado lentamente. Ya no se hablaban como antes, podía ver como Elena se fue apartando de su lado, vistiendo de esa manera tan oscura. Un día Érica quiso saber que estaba pasando, en la hora del patio fue siguiéndola hasta llegar a los lavabos. Vio como se metía en uno de los servicios, espero un instante acercándose a la puerta hasta acuchar como una especie de gemidos, ella golpeo la puerta lentamente:

    -Elena estas hay?

    Elena cogió fuertemente los cristales con los que estaba jugando, escondiéndoselos a su espalda. Abrió la puerta Érica pudo ver los brazos cortados y llenos de sangre de su amiga. Le cogió la mano, mirándole con piedad:

    -Que te estas haciendo, porque te has cortado?

    Elena cogió los cristales enseñándole su mano perforada por los cortes de cristales como los tenia clavados en su piel. Érica se pego contra la pared mientras la mano ensangrentada se fue acercando a su rostro. Ella comenzó a sonreír al ver a su amiga asustada:

    -Sabes lo que esto, es placer, quieres que te corte, quieres que te clave alguno de estos cristales e tu bonito ombligo?

    Érica asustada salió corriendo de los servicios, jamás volvería a acercarse a su amiga, le tenía mucho miedo.
    Muchas veces se colaba en una fábrica abandonada, llenaba una bolsa con pequeños tesoros o escribía relatos donde los cortes o el dolor eran su fin. Pero un día todo cambio, andaba por la calle forzando sus piernas doloridas manchadas de sangre, ella disfrutaba de ese sentimiento pero su cuerpo ya no se podía forzar más, cayó al suelo y se desmayo. Podía controlarlo todo menos su debilidad
  • JohnThorJohnThor Pedro Abad s.XII
    editado junio 2009
    Despertó horas después tumbada en la cama de un hospital, se dio cuenta que le avían cambiado la ropa por un pijama, se llevo las manos a la cabeza sabiendo que abrían visto sus marcas en la piel, sabiendo que lo más seguro que la encerrarían en un psiquiátrico. Se abrió lentamente la puerta de la habitación entrando una doctora, ella se dirigió hacia Elena se sentó en la cama respiro profundamente preguntándose como comportase lo que para ella era una suicida. Le cogió el brazo pudiendo ver las cicatrices:

    -Porque te has hecho esto?

    Ella sonrió sabiendo que la explicación era complicada o hasta fascinante si lo pudiera entender.

    -Cada vez que me corto me excito siento un placer inimaginable, el dolor es la forma de huir. Me he rajado con toda clase de cuchillas, me he clavado tornillos de todos los tamaños. Me he cosido las cicatrices después me las he vuelto a descoser para hurgar hasta el hueso. Sabe una cosa si tuviera algo afilado me estaría cortando a hora mismo.

    El rostro de la doctora se volvía pálida al escuchar las palabras de la joven. Los comentarios sobre el dolor le había dado un vuelco a sus ideas, jamás había pensado que algo a sin podría excitarle.
    -necesitas ayuda, te estás destrozando tu cuerpo lentamente, a base de dolor
    Elena sonrió y le siguió el juego a la doctora:
    -porque no traen una puta camisa de fuerza y me encierra en el siquiátrico para siempre. Yo soy un puto monstruo que no puede estar con otros seres humanos. Yo me corto pero la sociedad me abre las heridas.
    Sin decir una sola palabra salió de la habitación para preparar su entrada en el psiquiátrico. Pero sin darse cuenta dejo la puerta abierta. Elena se quito el pijama y se puso su ropa de calle. Al salir del hospital se encendió un cigarrillo pensando comenzó a pensar en lo que aria en ese momento, sabía que quería por fin conocer a su maestra, a la persona que despertó el placer del dolor en ella. Quería conocer a Raquel, a un recordaba cada centímetro de su piel como era cortada por las cuchillas. Mientras paseaba por la calle solo podía pensar en las puertas que ella le abriría o las cosas que le enseñaría. Se paro en las puertas del gran cabaret en sus puertas antiguas totalmente llenas de grafitis, con carteles de próximos espectáculos. Ella cogió aire, se moría de timidez, aun había dentro de ella una cría que era sensible y temerosa. Una cría que se estaba muriendo lentamente por los cortes.
  • JohnThorJohnThor Pedro Abad s.XII
    editado junio 2009
    y aquí acaba el primer capitulo,espero que os este gustando y perdonar los problemas de editar sin cesar
  • fantasyfantasy Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado agosto 2009
    A mi me tiene intrigada,yo lei al respecto y creo que a veces la libertad permite cosas que dañan a uno mismo,yo no entiendo eso pero respeto la libertad de eleccion de otros.para cuando el segundo capitulo? y con referencia la edición,a mi me pasa lo mismo,me lleva mas corregir que escribir:D
    un abrazo de oso y buen vida:p:p:p
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