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Empece mi blog donde comparto mi arte y se los comparto.. la idea es que se convierta en libro. Los leo!

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Comentarios

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  • Hola Charly.. Mi nombre es Joaquin Guisoni. Tengo 33 años y soy de San Justo, Santa Fe, Argentina. Me decidi compartir mis escritos y a fin de año publicar mi primer libro: un libro de cuentos cortos de ficcion. Comparto aqui los tres escritos que subi... gracias por la informacion. Soy nuevo y no conocia la mecanica del foro.

  • La casa de Redes

    Un muchacho sale de su trabajo -como todos los días- en dirección a su casa. El camino es corto, pero él ni lo nota. La falta de atención a su alrededor es notable, sólo hace foco a treinta centímetros de su cara, con la mirada vacía. En el camino pasan un par de amigos, de esos que visten y calzan, con tal infortunio que no logran chocar miradas. Ellos también padecen de la misma falta de atención que nuestro muchacho. En la esquina de la calle Belgrano y Balcarce, un auto casi lo atropella. El conductor se enfurece y larga algún que otro insulto por la ventanilla del acompañante. El muchacho lo ignora.

    Varios metros antes de llegar a su casa, abre el buzón de cartas.

    -Basura, Basura, Basura, lo leo después, Basura…-Dice entre dientes-.

    Se para sobre la alfombra de Bienvenida, sacude sus pies y  hace girar la llave maestra. Y digo “maestra”, por ser ésta la única capaz de destrabar todos los cerrojos de todas las habitaciones de la casa, incluida la de la puerta principal. Y es que su pereza hizo que cada puerta tenga la misma combinación.

    Entra, a una especie de living-comedor adornado con cientos de cuadritos con marcos de madera en sus paredes blancas. En ellos, fotos que fue recolectado hace meses, incluso años, en los cuales se aprecian ídolos de toda índole, amigos, novias, mascotas y algún que otro paisaje. Pero la mayoría (o la gran mayoría), son imágenes de platos de comida a punto de ser ingeridos, libros a punto de ser leídos (que raras veces termino) y fotos de él mismo acompañados de frases de Bob Marley que jamás dijo. Un breve vistazo a cada uno de los cuadros para ver si a alguien le gusto y sigue su camino.

    En la cocina, se sirve las sobras de la noche anterior.

    -   Esto no lo voy a compartir -Piensa mientras mastica-. Continuando con su recorrido.

    Subiendo las escaleras, hay un extenso pasillo alfombrado. Un sinfín de puertas se divisan a izquierda y derecha. En la primera, la más a mano, está el salón azul. 

    La historia cuenta que el arquitecto que lo diseñó, un chico de unos veinte y tantos años llamado Mark, le robó la idea a unos compañeros de la universidad. Por miedo a que le suceda lo mismo, fue él mismo quien apilo, ladrillo tras ladrillo, el recinto. Lo revoco y puso luces de colores brillantes y publicidades a medida del ocupante de la casa. Algunos dicen que en él caben unas tres mil personas. Otros afirman, convencidos, que la cifra se estira a cinco mil. Y hasta hay quienes dicen que el arquitecto, edificó uno en su propia casa y que es tan grande que la pared de fondo llega al infinito. La sala se ve abandonada, hasta le han crecido hierbas en los rincones pero al muchacho no le importa.

    En frente a la sala azul, está la sala polaroid. Y en él, nuestro muchacho entra para encontrarse con un montón de personas que apenas conoce y que se ve obligado a llamar amigos. En ella, él se siente poseedor de una fama que no tiene. Lo raro de esta habitación mágica, es que los individuos que la habitan están en constante bullicio. Desde la puerta se pueden oír mujeres despechadas a los gritos, cómicos domésticos improvisando algún que otro chiste, filósofos de peña tirando alguna que otra verdad y hasta reclamos con nombre y apellido. Todos a los gritos.

    El ocupante, al entrar, se dota de una serie de poderes que elige como emplear. Puede volverse invisible a los ojos de sus “amigos”, y de esta forma, apreciar el circo desde las gradas sin participar de él. También puede hablar telepáticamente con sus miembros, y tener conversaciones desafiando el tiempo y el espacio. O mirar sin pestañear y recorrer el pasado de una persona, sin que esta se enterase.

    Pero todo tiene un precio. Ya que por alguna razón, se hizo adicto. Pero adicto, no a una cosa…¿Cómo explicarlo?. Bueno, la cosa sería más o menos así. El salón lo volvió adicto a que le den corazones rojos de cartón. Algo que su abuela no entiende. Y que lo obliga a entrar y salir mil veces al día.

    En la segunda puerta a la derecha, se encuentra un bañito con una gran “X” en la puerta. Es chiquito, pero cómodo. Tiene una ducha, inodoro y un bidet. Una bacha donde se cepilla los dientes y un espejo encantado. Al mirarse en él, por alguna razón, se siente más suelto y lo lleva a desprenderse de pensamientos. A veces se encuentra con frases ingeniosas, otras con sentimientos reprimidos; canciones que no paró de repetir en todo el día o simples parloteos desestresantes. Tonterías de algunos caracteres, que se gestaron mirándose al espejo, y van a parar al inodoro. Entra allí cada vez que piensa en cambiar al mundo pero nunca lo logra y siempre sale con una sensación de odio que le dura todo el día.

    El recorrido continúa por la habitación contigua: La sala de microcine. Allí va cuando quiere matar el tiempo. Pasa horas encerrado, desparramado en el sillon de terciopelo negro con la panza llena de fritura y el cerebro segregando dopamina a mas no poder.

    A veces esquiva esta habitación y se va a la de enfrente, la piecita roja donde guarda todos los catálogos de imágenes que recorta para hacer collages. El momento de soledad allí es un oasis para el muchacho. Se sienta en el puff y pasa un largo rato hojeando revistas que guarda en sus tableros de corcho que tiene en la pared frontal. 

    Se va a dormir con la vista cansada y un dolor de cabeza que lo agobia. Otro día amanece. El muchacho deja la casa para ir a su trabajo. A sus espaldas se la ve. Vacía, como su mirada.

  • El chabón azul

    El chabón azul es un tipo peculiar. Poco tradicional y con una forma de ser difícil de entender. Pero no es malo. Tampoco es bueno. Y mucho menos, estupido. El chabón azul tiene su propia idiosincrasia, su forma de ver el mundo y es poseedor de pensamientos poco ortodoxos. El chabón azul procede de forma antiintuitiva pero nunca busca dañar a nadie. Cuida mucho de sí y de los demás. Por más que los demás no sean azules.

    El Chabón Azul convive con su tortuga, la cual llamó “Milanesa”. Juegan en el parque, comen verduras hervidas juntos y comparten la misma cama. Milanesa y El Chabón Azul se quieren mucho y formaron una conexión muy profunda. Él sabe cuando su mascota tiene hambre, sed, sueño o está aburrida. A veces, El Chabón Azul se pone a bailar en frente de Milanesa para alegrarle el día, le cuenta chistes sobre conejos o mira La Patrulla Canina con ella sentados en el sillón de la sala. El Chabón Azul sostiene que Milanesa siempre quiso ser un perro y no quiere que Milanesa se frustre. Le confeccionó un collar fluorescente para cumplir su sueño y que Milanesa no se pierda en las noche de verano, cuando salen juntos afuera a tomar el fresco.

    Al Chabón Azul le gusta mucho la música. Pasa las tardes y las noches escuchando Polka Alemana. Ensaya pasitos extrovertidos en la cocina esperando conocer a una chabona azul con quien bailar. El Chabón Azul no quiere viajar a Alemania. Siente que sus raíces están en Asia.

    El Chabón Azul es un gran interesado en la política y los fenómenos sociales. Tiene sus ideales muy bien consolidados. El Chabón Azul es Anarco-Comunista. Su lema de cabecera es “Hace lo que quieras, pero para todos iguales”. Sostiene que es el único sistema social que terminaría con los asesinatos en su comunidad. Si uno mata, lo cual está permitido porque cada uno puede hacer lo que quiere, deberá matar a todos, incluyendo al primero que mató primero. Una especie de juego maquiavélico que ideó en el cual o nadie mata o la raza humana deberá ejercer la eutanacea y desaparecer de la faz de la tierra. En su cabeza, tiene sentido aunque no lo comparte mucho. Demasiado llama la atención por ser azul y no quiere que lo persiga la policía.

    En los últimos años, El Chabón Azul se decidió a explorar su espiritualidad. Indago en las más tradicionales y otras un poco menos, hasta que se decidió por una. Él es facho-budista. Su lema es “Iluminación o plomo”. Fundó un templo en su casa donde solo están él y Milanesa pero es optimista de que en el futuro habrá más adeptos.

    El Chabón Azul ama jugar a las cartas pero odia El Truco. Dice que como un juego va a llevar ese nombre cuando se saca más puntos con el envido. Hubo un dia que organizó un torneo con premios al que llamó “Torneo de Envido”. El juego tenía las mismas reglas, solo había que cambiar la palabra truco por envido y viceversa. Los jugadores, envalentonados con la bebida de la casa, se terminaron confundiendo y hubo disturbios. El Chabón Azul se ganó la bronca de los demás chabones de su comunidad ese día y nadie más le habló. Así fue como decidió ir en busca de nuevos horizontes. Hasta terminar en Corea del Norte.

    Allí conoció a una bella chabona violeta. La primera vez que se vieron, fue en el parque central. El Chabón Azul estaba con Milanesa en el estanque de los patos, tratando de cazar uno para comerlo a la noche. La chabona violeta se acercó a él.

    -   Creo que no podes hacer eso… ¿cómo te llamas?

    -   El Chabón Azul. ¿Vos?

    -   Chabona Violeta

    -   ¿Qué tienes en la mano?

    -   Un tamagotchi… se lo pedí prestado a mi hermana. Ella es de otro color... ¿comprendes?

    -   Porsupollo.. ¿Cual es su nombre?

    -   Esmeralda… como mi abuela.

    -   Sin “Chabona”?

    -   Perdió el documento.

    El Chabón Azul y Chabona Violeta se quedaron conversando en el parque hasta que casi anochece. Mientras veían el ocaso, Chabona Violeta lo invitó a tomar un café en el barcito de la Esquina Kim Tu-bong y Choi Yong-kun. Eso tomó por sorpresa a El Chabón Azul. Nunca una chica le había traído esa gran invitación.

    El Chabón Azul comenzó a pensar en pasar una vida con Chabona Violeta. Después de todo eran casi del mismo color y El Chabón Azul era un chabon tolerante. Allí El Chabón Azul le pidió ser su novia y Chabona Violeta se con los ojos bien abiertos le replicó:

    -   Lo siento El Chabón Azul pero sos un chabón demasiado azul. Te conocí intentando cazar un pato en la plaza pública de Pionyang, Corea del Norte. Sos muy azul… perdón.

    Y salió corriendo sin pagar la cuenta. El Chabón Azul recordó que se había olvidado a Milanesa en el parque. Así que pagó y se dirigió al encuentro con su amigo arrastrando los pies y mirando al suelo. Cuando llegó al estanque de los patos, allí estaba Milanesa, arriba del banquito donde estaba sentado El Chabón Azul cuando llegó Chabona Violeta.

    -   Creo que mi compañera debería ser del opuesto al azul. Una chabona amarilla, digamos. ¿Volvemos a La Comunidad amigo?

  • El dios de la Juventud

    En la vastedad de los dominios celestiales, en la cumbre inmaculada del Monte Olimpo, se alzaba majestuoso Panópolis, el dios de la Juventud, cuya estirpe emanaba del linaje celestial de la diosa Hera y el esplendoroso dios Apolo. Su presencia era un torbellino de vitalidad y fuerza, resonando con la potencia de mil truenos, mientras su figura divina se deslizaba con gracia sobre los suelos sagrados, envuelto en la liviandad de su ropaje y la desnudez de sus pies.

    A pesar de su ascendencia divina, Panópolis habitaba en la penumbra de la pobreza, refugiado en una modesta choza en las afueras de la gloriosa Atenas. Entre las paredes de su humilde morada, el dios tejía los hilos de su destino, inmerso en los ciclos eternos de la juventud. Con cada nuevo amanecer, una barba encanecida anunciaba el inexorable paso del tiempo y su posterior vejez, pero al filo de su cuchilla, renacía en él la lozanía primigenia, desafiando al tiempo y al destino mismo.

    Con cabellos plateados que relucían como la luna llena en el firmamento, Panópolis forjaba pócimas místicas, elixires de eterna juventud, cuya esencia era tan preciosa como la mismísima piedra filosofal. Estas elixires eran guardadas celosamente en los recovecos secretos de su morada divina, mientras las leyendas antiguas susurraban su nombre en tiempos de desesperación, cuando la sombra del temible Minotauro se cernía sobre los corazones de los atenienses, quienes acudían a él en busca del don de la eterna lozanía para enfrentar a la bestia.

    En los días tumultuosos de guerra en la gloriosa Atenas, Panópolis se erigía como un faro de esperanza en medio de la oscuridad, desafiando a un enemigo formidable: el fiero Heraclito, cuya sed de poder lo llevó a profanar el hogar divino en busca de los elixires mágicos del dios de la juventud.

    Con astucia divina, Panópolis urdió un plan ingenioso, transformando al audaz Heraclito en un niño indefenso, atrapado en los hilos del tiempo que consumían su fuerza y coraje.

    Sin embargo, el destino es un entramado indomable, y el tiempo, un río incesante que fluye en círculos eternos. Heraclito regresó, imbuido de una fuerza renovada, ansioso por venganza y sediento de poder. En su furia desatada, encadenó a Panópolis y robó sus preciadas pócimas, sumiéndolo en las profundidades de la oscuridad más profunda.

    Días y noches transcurrieron sin que Panópolis fuera avistado, su barba creció y creció como lianas enredadas, rozando el suelo en un lamento silencioso por la pérdida de su juventud eterna. Así, envuelto en las sombras del olvido, el dios de la juventud yacía, su espíritu eterno devorado por el inexorable paso del tiempo, hasta que finalmente sucumbió, víctima de la tragedia más humana: la muerte natural.


  • Lo mejor el primero, pero no se sabe muy bien por qué a un muchacho tan normal como él le suceden unas cosas tan fantásticas en su casa. Falta enlace.
    Encantado de pasar por estas letras.
  • ahi busque la disrupcion en el relato.. gracias por el aporte bro.. lo escribi hace 11 años haciendo referencia solo a twiter y a facebook.. lo corregi ahora que volvi a empezar agregando referencias a instagram, pinterest y cambie twitter por X. Fue la piedra angular de mi camino este relato y lo amo mucho.. Gracias por gustarte

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