¡Bienvenido/a!

Pareces nuevo por aquí. Si quieres participar, ¡pulsa uno de estos botones!

La metamorfosis I/III

evilaroevilaro Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
editado abril 2016 en Narrativa
La metamorfosis es un proceso solitario, lento y doloroso

Al despertar noté que definitivamente algo en mí estaba cambiando,
que el proceso de mi transformación había comenzado. Era en mi cuerpo,
toda mi piel era mucho menos flexible, más dura. Hacía tiempo que lo
estaba notando pero ese día fue general. A ese cambio se sumaba un
pequeño dolor que antes era parcial y temporal y que se estaba
convirtiendo en permanente, generalizado y más intenso.

Antes, ese dolor lo notaba de cuando en cuando y ahora es tan permanente
que mi nivel de aguante se ha hecho más fuerte y a veces no lo vuelvo a
notar hasta que vuelve a incrementarse al siguiente nivel superior.
Hablé con mi esposa… no de la idea que hacía tiempo le había ido comentando
«la de mi transformación», sino como si un dolor normal se tratase y
que simplemente se tenía que curar.


El diagnóstico fue que sí, que realmente la piel era cada vez más dura,
probablemente comentó el médico, por las largas horas de exposición al sol,
y partimos con la convicción «del médico» que esos efectos en pocos días
desaparecerían y me recomendó que me aplicase una pomada suavizante por
todo el cuerpo o al menos por las partes más resecas y que volviésemos a
casa con la tranquilizante seguridad que todo eso no tenía la menor importancia.


Volvimos al mes cuando aparecieron en el hombro y en una de las piernas unas
costras o escamas. El mismo médico me arrancó —con gran dolor— unas cuantas
y me recetó otra pomada más fuerte, y esta vez no comentó nada, ni prometió mejora.


Nunca más volvimos.


Agradecí a Isabel, el que fuese ella la que aceptase que lo que yo tenía,
no era una enfermedad convencional y que lo que tantas veces le había contado:
mi eterno sueño o más bien pesadilla, que un día yo sufriría: una metamorfosis,
en donde cambios y dolor eran lo habitual, y que el sueño siempre me mostraba
convirtiéndome en una especie de capullo y acababa muy borrosamente, sin saber
al final en qué animal me transformaba.


Comencé a oler de manera horrible, Isabel me lavaba los puntos por debajo de
las escamas que supuraban, lo que me daba cierto alivio y disminuían
algo el olor y el dolor.


No tenemos mucha familia y la poca que tenemos es muy distante en parentesco
y geográficamente, esto, en nuestra situación nos pareció que era de agradecer.
Los amigos, en esta última ciudad en donde vivimos a causa de los permanentes
traslados que mi oficio exige, son pocos y es fácil el irlos esquivando.

Y los pocos que vienen, discretamente al ver la situación dejan de visitarnos.
Habíamos decidido que no deseábamos que me convirtieran en un producto de museo, zoológico o circo. Nadie más debe verme así o saber de ello.


Dejamos de salir y de recibir visitas dando diferentes versiones sobre mi salud,
y la final que me había ido una temporada a otra ciudad para cambiar de aires
y ver si mejoraba.


A la empresa en donde era inspector de zona, les informé que había caído enfermo
y que pusiesen un sustituto mientras me recuperaba o que como ya casi había
acabado en esa región y ya terminaba la temporada más fuerte en ventas,
podían esperar unos meses hasta que me recuperase. Les pareció bien y
no tuvimos más problemas por ese lado.


Isabel me ayudó a instalarme en el granero aledaño a la casa que nunca usamos,
en él estaría más cómodo y tranquilo, ya que nadie iba por allí.
* * *
Accede o Regístrate para comentar.


Para entrar en contacto con nosotros escríbenos a informa (arroba) forodeliteratura.com