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La Incoherencia de la Incoherencia (por Carlos Serrano)

CarlosSerranoCarlosSerrano Fernando de Rojas s.XV
editado julio 2015 en Narrativa
LA INCOHERENCIA DE LA INCOHERENCIA


Sentada estoy, acompañada por la fría cerveza, la apuro como quisiera apurar la vida. El muchacho rubio (ese que siempre parece estar a punto de sonreirse, qué guapo el muy canalla) charla con la chica. Ella, por lo menos treinta años menos que yo, lo tiene embelesado. O eso parece. Les observo, magnífica juventud. Las risas que dudan, los ojos que se persiguen. ¿Cuánto he podido añorar todo eso en los últimos tiempos? No quiero ni pensarlo. Apuro la cerveza y la agoto como se agotan los años, que son más años cuando miro al rubio muchacho. Un hombre en realidad, eso es. No me gustan los niñatos. Es un hombre al que le sientan estupendamente las camisas. Un hombre de encanto natural, sin pose, carismático, que hace temblar la elegancia de mi supuesta madurez.


Esta mañana leía a esa poeta, también madura, Chantal Maillard:


"No somos
vamos siendo
aquello que hemos despreciado
".


¿Por qué me iba a despreciar? Tengo experiencia, un buen trabajo, un marido, hijos, una vida. No me puedo quejar y he tenido mucha suerte y sin embargo aquel chico rubio, magnífico, cuyos brazos me parecen ahora tan confortables...


¿Otra cerveza? No, mejor no. Ya se emborrachan mis ojos con el querubín, el atleta griego. ¿Será más hermoso que el Lisis de Platón?¿Partirán los barcos a la guerra por su belleza como lo hicieron por la de Helena de Troya?


Me habla, mi marido me habla, mi nieta espera que la coja en brazos. La familia, feliz familia. Y yo aquí perdiendo el tiempo, mirando al chico rubio que casi estoy desnudando. Y me siento mal. Peor. Un marido bueno y fiel con ojos que siempre se interesan por mí, por mi cuerpo, a veces en silencio, con la misma pasión de siempre. Soy una desagradecida. Camarero, venga otra cerveza, total que más da.


Y la chica se va y el muchacho se queda abandonado, con media sonrisa. ¿Habrá triunfado? Y entonces me mira (mientras yo le miro). Saboreo la cerveza que refresca mi paladar y el sabor amargo casi es dulce. Dulce como los ojos del muchacho que parecen haber adivinado algo en esa mujer madura que lo mira tanto.


Entonces siento una inmensa pena, una melancolía. Un solo gesto suyo y lo dejaría todo atrás. Cualquier cosa por comprobar el confort de sus brazos. Unas caricias que imagino pertenecen al Olimpo. Qué desdichada me siento deseando algo sin necesitarlo. Siendo egoísta cuando todo me lo han dado. Planeando la fuga por un chico agraciado. Sintiendo un profundo cansancio por la vida ya resuelta. Y de nuevo me vienen a la cabeza los versos de la Maillard:


No somos
vamos siendo
aquello que hemos despreciado.

Comentarios

  • PipelinePipeline Pedro Abad s.XII
    editado julio 2015
    Me ha gustado mucho, por la manera en la que describes esa situación tan cotidiana (¿quién no ha mirado y admirado a alguien más joven?) y el pensamiento de la protagonista, tan natural por otra parte, parece que uno puede recuperar la juventud así, como en Muerte en Venecia, a través de la pasión amorosa.
  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado julio 2015
    Tomar caldito de ojo no hace daño:)
  • CarlosSerranoCarlosSerrano Fernando de Rojas s.XV
    editado julio 2015
    Pipeline escribió : »
    Me ha gustado mucho, por la manera en la que describes esa situación tan cotidiana (¿quién no ha mirado y admirado a alguien más joven?) y el pensamiento de la protagonista, tan natural por otra parte, parece que uno puede recuperar la juventud así, como en Muerte en Venecia, a través de la pasión amorosa.

    Muchas gracias, Pipeline. Y la mención a la novelita de Thomas Mann viene muy a cuento. Desde luego me quedo antes que la Muerte en Venecia que con Lolita
  • PauMJVPauMJV Anónimo s.XI
    editado julio 2015
    Me pareció super! Es una forma que yo no podría entender aun :)
  • CarlosSerranoCarlosSerrano Fernando de Rojas s.XV
    editado julio 2015
    PauMJV escribió : »
    Me pareció super! Es una forma que yo no podría entender aun :)

    Gracias!
  • SenequistaSenequista Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado julio 2015
    Igual parece a los eternos dioses
    Quien logra verse frente a ti sentado:
    ¡Feliz si goza tu palabra suave,
    Suave tu risa!

    A mí en el pecho el corazón se oprime
    Sólo en mirarte: ni la voz acierta
    De mi garganta a prorrumpir; y rota
    Calla la lengua

    Fuego sutil dentro mi cuerpo todo
    Presto discurre: los inciertos ojos
    Vagan sin rumbo, los oídos hacen
    Ronco zumbido.

    Cúbrome toda de sudor helado:
    Pálida quedo cual marchita hierba
    Y ya sin fuerzas, sin aliento, inerte
    Parezco muerta
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