¡Bienvenido/a!

Pareces nuevo por aquí. Si quieres participar, ¡pulsa uno de estos botones!

¡qué egoistas son los niños!

ENEASENEAS Pedro Abad s.XII
editado junio 2015 en Narrativa
Como soy pobre y no tengo nada que hacer en todo el día, voy al parque que hay al lado de mi casa, me siento en un banco de madera y me pongo a observar cosas. Me gusta observar cada día una cosa distinta. Ayer por la tarde decidí ponerme a observar a los niños que estaban jugando en el parque infantil. Así que me senté en el banco y me dediqué a observarlos mientras ellos jugaban bajo las atentas y cariñosas miradas de sus mamás. Después de diecisiete minutos justos de atenta observación, lo que saqué en conclusión es que todos los niños son unos egoístas. Y digo esto por lo siguiente. En el parque infantil había un niño de unos dos años de edad sentado en el suelo jugando con su Tiranosaurio Rex de plástico y, a cierta distancia, tenía su pelotita de goma de colorines, a la que hacía ya un buen rato que no le hacía ningún caso. Pues en esto que se acerca un niño rubito de su misma edad y le coge su pelotita de goma y se pone a jugar con ella. Pues, ¿que creéis que hace el niño que hasta ese momento no quería saber nada de su pelotita cuando se percata de que otro niño se la ha cogido? Pues que se levanta y empieza a decir muy enfadado: “Peota e mía, peota e mía”. Y a continuación, se acerca al niño rubito y, de un manotazo, le quita la pelotita y no le deja jugar con ella cuando, hasta hacía unos instantes, no le hacía ningún caso. Como le dijo su misma madre: “Juanito, ¿es qué no puedes compartir tus cosas con otros niños? ¡Eres un egoísta! Tienes que aprender a compartir”. La conclusión a la que yo llegué aquella tarde es que todos los niños son unos egoístas.
Después de esta profunda reflexión, me levanté del banco y fui a sentarme en el banco de al lado. Entonces decidí fumarme un cigarrillo, pero como no me quedaba tabaco, saqué el teléfono móvil y me puse a jugar con él. Después de un rato de estar jugando, ya cansado, dejé el teléfono móvil encima del banco y allí lo dejé. Luego, como me había traído de mi casa un libro de bolsillo, más que nada por si me aburría, abrí el libro y me puse a leerlo. Era un libro muy interesante de autoayuda que se titulaba Cómo hacerse millonario sin pegar un palo al agua.
Pues estaba yo abstraído con mi interesante y provechosa lectura cuando, de repente, aparece una señora gorda y, sin mediar palabra, me coge el teléfono móvil que yo había dejado encima del banco, al lado mío:
—¿Pero qué hace señora? ¡Que ese teléfono es mío!
—Pero mire que es usted egoísta, pero si no lo estaba usted utilizando, me lo podría dejar un ratito…
—Pero, ¿por qué razón le voy a dejar mi teléfono móvil?
—Ande, déjemelo un ratito, déjeme que haga una llamada mientras usted está leyendo su libro ahí tan tranquilamente…
—¿Pero está usted loca, señora? ¡Haga el favor de devolverme mi móvil, inmediatamente!
—¡Pero mire que es usted egoísta! Hasta hace un rato no lo estaba usted utilizando, lo había dejado ahí tirado, y ahora, porque yo se lo he cogido, ya lo quiere. Desde luego…, parece mentira, qué egoísta es usted.
—Escuche, señora, no me haga perder la paciencia. Si no me devuelve mi móvil inmediatamente, me veré obligado a llamar a un guardia… Mire, precisamente por ahí viene uno… Disculpe, disculpe, señor guardia…
—Sí, dígame, caballero, que se le ofrece.
—Esta señora, que me ha cogido mi móvil y que no me lo quiere devolver.
—¿Estaba usted utilizándolo…?
—Pues no, no lo estaba utilizando…
—Entonces, si no lo estaba usted utilizando, ¿porque no se lo puede dejar usted a esta señora un rato?
—Pero, señor guardia, es que es mi teléfono…
—Es mi teléfono, es mi teléfono… Tiene usted que aprender a compartir. Déjeselo usted un rato a esta señora, no sea usted egoísta, hombre, si usted no lo está utilizando ahora, para qué lo quiere.
—Diga que sí, señor guardia. Que este señor es un egoísta.
—Yo no soy egoísta, lo que pasa es que es mi teléfono…
—Ya está bien, caballero, déjele el teléfono a esta señora, o me enfado.
—Me gustaría hacer una llamadita, ¿puedo hacerla, señor guardia?
— Llame, llame usted a donde quiera, señora… Y usted perdone a este señor que es un egoísta y aún no ha aprendido a compartir. Qué vergüenza.
Después de todo esto no me quedó más remedio que dejar que la señora gorda hiciera su llamada.
Cuando la señora gorda terminó de conversar con su endocrino, me devolvió mi teléfono móvil de muy mala gana y se marchó. El guardia se quedó un ratito más conmigo. Se sentó a mi lado y hablemos durante un rato sobre fútbol. Después dijo que ya estaba cansado y que se iba a su casa a dormir la siesta. Y yo me quedé allí, reflexionando sobre lo acontecido: quizás estaba equivocado y los niños no son tan egoístas como yo había pensado; pues, si aquel niño se había enfadado y molestado porque el otro niño le había cogido su pelotita de goma, ¿no me había también yo enfadado y molestado cuando aquella desconocida me había cogido mi teléfono móvil? Aunque, pensándolo detenidamente, no es lo mismo: no se puede comparar una insignificante pelotita de goma con un carísimo teléfono móvil último modelo.

Comentarios

  • evilaroevilaro Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado mayo 2015
    Hola:

    Creo que has presentado el problema muy bien...

    Si bien, la diferencia está en que al crio no
    le costaba nada el dejar su pelota y a ti, posiblemente
    el valor de la llamada ;)

    .ahhhhhhhhh, que egoístas somos.

    Si hubiese sido un periódico, ¿cómo se habría reaccionado?

    Saludos

    Emilio
  • PipelinePipeline Pedro Abad s.XII
    editado mayo 2015
    La verdad es que nos cuesta compartir hasta el aire, a pesar de que los padres están /estamos siempre con la misma cantinela a los niños: hay que compartir. Pero claro, lo que uno ve cada día no es eso y al final la solidaridad parece algo excepcional, cuando debería ser moneda corriente porque si estamos aquí es por algo, nadie se lo ha guisado y comido solo.
    En fin, buen tema para un relato, con un punto de humor que se agradece.
    Saludos.
  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado mayo 2015
    Lo del niño es entendible, si los grandes no usamos las cosas y no nos gusta que otros lo hagan, todos somos egoistas por naturaleza, ni rajamos ni prestamos el hacha:)

    Pero el caso del móvil, otra cosa hubiera sido si la que lo quería fuera una chica curvilínea, pero como era una gorda y sin gracia, pues que diferencia, ah, los hombres:D:)

    Me alegra verte de nuevo por aquí Eneas:)
  • ENEASENEAS Pedro Abad s.XII
    editado junio 2015
    Evilaro, Pipeline, Amparo Bonilla, muchas gracias por vuestros comentarios y por vuestro tiempo.

    Amparo Bonilla, aprecio y te agradezco que te acuerdes de mí. Para mí, y para todos, es una suerte de tú estés siempre ahí.

    Y ahora comentaremos algo sobre el relato:
    Una pelotita de goma es insignificante desde el punto de vista de un adulto, pero, para un niño de dos años, es muy importante. Si los adultos comprendiéramos esto, entenderíamos que su actitud no es egoísta, sino muy razonable.
    Por cierto: los niños no son egoístas. De estoy seguro, porque yo una vez fui niño.
    Y creo que los adultos tampoco tenemos una naturaleza egoísta. Esto de la naturaleza egoísta es una coartada para ser precisamente egoístas…

    Evilaro, Pipeline, Amparo Bonilla, saludos. Y hasta pronto.
Accede o Regístrate para comentar.


Para entrar en contacto con nosotros escríbenos a informa (arroba) forodeliteratura.com