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Amanecer de la Aurora (Relato Romantico-Fantastico)

Rincon la FabricaRincon la Fabrica Anónimo s.XI
editado mayo 2015 en Romántica
Amanecer de la aurora

Recuerdo perfectamente los tiempos de mi niñez en los que tras la ventana del coche de mis padres pude vislumbrar el monte Efesio, situado a 100 kilómetros al sur de nuestra ciudad. No era el más alto ni el mas llamativo de los espectáculos naturales en los alrededores de la región, pero una punta de vegetación en su pico llamaba la atención como prodigio poco corriente. Cuando en el resto de sus compañeros geológicos la vegetación se extendía por sus abigarradas lomas dejando las rocosas puntas superiores al descubierto, Efesio exhibía todo lo contrario… construido por robustos peñascos de granito mostraba al paraje una sobriedad salpicada de exotismo… eso fue lo que me atrajo y desee con todas mis fuerzas visitarlo algún día.
Pocos años después, ya en la juventud de mi vida, ocurrió la segunda gran guerra, en la que serví como soldado, hize grandes amigos allí, y todos murieron, conocí una enfermera en el hospital de campaña, y murió de una infección en la sangre, mis padres eran mayores, y cuando volví a casa con 25 años note en mi los años de una lozanía perturbada por el horror, y en ellos la voz de la experiencia que se volvía ronca y enquistada por una vida cómoda y conformista, como inmersos en una nube de algodón. Mis padres se negaban a ver ciertos aspectos de la realidad que tenían que ver en el sufrimiento de nuestra nación encarnado en mis ropas arrugadas y rotas, eso fue lo que me llevo a querer vérmelas con el monte y a soñar con un viaje a su escalada.
No conocía a nadie que lo hubiera subido, y los pocos rumores que me llegaban de los que lo habían ascendido, no satisfacían mi inquietud sobre que podía esconderse en su magnética estructura.
Y de todas maneras, contra los comentarios de extrañeza de mis amigos, arranqué el coche una mañana de sábado para adentrarme primero en el bosque de Azelio, después una zona en la que las conglomeraciones rocosas se agolpaban en el paisaje, y por fin una región boscosa en la que se diseminaban algunos montes solitarios en desigual imagen.
Aparqué mi coche en un lugar de fácil acceso y almorcé lo que me había traído. La distancia hasta las faldas del monte era mas larga de lo que imaginaba, por lo que estimaba llegaría a la cima ya bien entrada la noche. Al rato cargue mi mochila y me dispuse a caminar tranquilamente hacia Efesio, impregnándome de la atractiva estela que emanaba aquella antigua estructura de granito y vegetación.
A eso de las 20 de la tarde ya subía las faldas del monte y empezaba a caer el sol, hacía buena temperatura de momento, pero en unas horas caería hasta 10 grados menos por lo que llevaba un abrigo de plumas en el macuto para soportar aquella madrugada que pensaba pasar en la cima meditando y observando el firmamento.
Ya entrada la noche mientras caminaba escuche entre unos matorrales un ruido animal, pero parecía que algo salía corriendo, asimismo en lo oscuro de la penumbra nocturna comprobé que no estaba solo… a parte de la luz de la luna llena varios ojos me escudriñaban detrás de los matojos y un gruñido de fiera me asalto… pronto se hicieron visibles, era una manada de lobos acercándose y babeando, el terror me sobrecogió, pero eso era una fachada de mi persona… la otra, curtida en las batallas de la segunda gran guerra afloró cogiendo valor e imitó los sonidos de tales criaturas, obviamente estas solo se agitaron mas en sus ladridos y se acercaron a mi perímetro. Yo llenándome de inimaginable ferocidad decidí enfrentarme a ellos mirándolos a los ojos, de esta manera corrí veloz hacia ellos y los animales parecieron espantarse, me apresure unos cuantos metros mas tras ellos hasta mi extenuación y me dio la impresión de que los lobos habían desaparecido. Yo me había alejado del camino, estaba perdido… mi sentido de la orientación es bueno, por lo que intuitivamente retrocedí mis pasos hasta el sendero dejado, pero algo había cambiado, el paraje era distinto esta vez… se mostraba en la noche un escarpado barranco que debía escalar, pues claramente era el único paso posible hacia la cima. Sin pensarlo dejé la mochila junto a una roca y escalé veloz el semi empinado precipicio hasta llegar a la cúspide después de 20 minutos de angosta ascensión
Y al llegar al monte sentí inexplicablemente una rabia ilimitada, caminaba buscando a mi alrededor alguna piedra suelta a la que dar una patada que expulsase mi violencia, y que no destrozara mi cansado pie, pero me encontraba en un lugar limpio de obstáculos, como si fuese un templo de silencio y una plataforma de profunda e impenetrable naturaleza.
Me senté en el suelo y dejándome caer me tumbe boca arriba para vislumbrar las lejanas estrellas de esa madrugada.
Creí contar una a una las piezas del majestuoso pero aplastante espectáculo que divisaba desde el suelo terreno, aquella visión me daba una impresión de romanticismo clásico en la que imaginaba abarcar todo ese enorme cosmos pero bajo la mirada de un ser tan diminuto como yo en comparación, por eso me fui quedando clavado maravillado por esa bóveda digna de poema.
En la inmensidad incontable de los luceros, me fijé momentáneamente en una estrella en particular, estaba francamente separada del resto, y portaba una luz especial, tenia todos los rasgos de lo femenino y tras unas horas contemplándola solo a ella, creí ver una forma de mujer, de alguna manera me hacia parecer participe de su encanto y parecía conservar una antigua y perdida pureza, aquello me atrajo misteriosamente, y como digo, me tire tres horas mirándola solo a ella, daba la sensación que me hablaba, que me pedía ayuda, y un dialogo inexplicable se dio entre nosotros, profundo e insondable para nadie mas, único en la tierra, reflejo de nuestra alma.
Las demás estrellas parecían amenazar con devorarla en las mas despiadadas leyes cósmicas, y yo impotente lloraba inconteniblemente de ver a esa compañera de sueños y realidad ser asediada por fuegos hercúleos, todo mi corazón se estremecía de gozo al escuchar su misteriosa voz, y esta vez parecía pedir en su silencio ayuda y amor…
Todas mis parcelas de pensamiento se concentraron en una sola, en la experiencia de tres horas en la que una chispa de seducción y amor nacieron para la infinitud. Todos mis conflictos parecían aflojarse de mi espíritu como cadenas a punto de caer.
Poco a poco pude contemplar como ese astro enamorado se transportaba hacia el noroeste hasta ensamblarse en un grupo de estrellas, juntas formaron una nueva constelación gloriosa y brillante
Sentí pena y agobio porque aquello parecía el final de la experiencia, estuve sentado una hora mas… ya quedaba poco para el amanecer, y ya pensaba en que tendría que deshacer todo el camino emprendido, cuando entonces, alzando de nuevo mi cabeza al cielo, vi como la estrella se hacia cada vez mas brillante. Llegue a pensar en una explosión, hace varios millones de años luz, pero carecía de sentido en su conjunto, no podía ser así, mi alma acogió ese momento abriéndose de su inseguridad. La estrella se hacia cada vez mas brillante y con gran asombro, una esfera luminosa descendía del cielo… ¡hasta llegar a un palmo de mis narices!, la esfera se deshizo y una mujer de aspecto muy humano me miro calidamente a los ojos, llevaba un maletín en la mano y con una sonrisa limpia y acogedora me indico su deseo de quedarse en mi mundo, de atender mis heridas, de regalarme su amor.
En ese momento amaneció la aurora

Te quiero es la palabra sagrada que allí en la aurora amanecerá
Conflicto es la llave que perturba a jardines de un cielo mas allá
Almas destinadas mismo lugar
Sueños abruptos desean hogar
Te quiero es la palabra sagrada que allí en la aurora amanecerá
Cuerpos desnudos vestidos de mar
Mitades sedientas monte de paz
Te quiero es la palabra sagrada que allí en la aurora amanecerá


Escrito por Miguel Laguna Crespo

abril de 2015
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