Aquella no era la primera vez que lloraba decepcionada a solas en su habitación, sabía además que no sería la última. Por más que se repitiese a si misma que él no iba a cambiar, su corazón latiendo triste de dolor no dejaba de gemir que no lo dejase, que ni se le ocurriese; a pesar de que la estaba consumiendo...
Se sentía tonta, frágil, asustada, pequeña y vulnerable. Harta de sus malos gestos y sus desconsideraciones, harta del egoismo que apoderaba el ser de aquel que amaba y que luego él maquillaba con argumentos creibles. Harta, cansada, derrotada, dolida, aferrada a un clavo hardiendo, a sus "te quiero" que solo demostraba con palabras, algún abrazo y un mensaje de texto; sí, cansada, muy cansada y demasiado enamorada como para tomar una decisión.
-Así, es como se debe de sentir- pensó, al recordarse a si misma aconsejando a mujeres que antaño en la misma situación en la cual se encontraba ella, que por favor mandasen a sus novios un rato a la mierda, que tubiesen dignidad... y ahí estaba ella, en exactamente la misma situación, tratando de recomponer su ser hecho pedazos y ser lo suficientemente fuerte, quererse lo bastante como para actuar sin miedo ni piedad ante esa situación que desde luego no merecía.
-Si eres fuerte le pedirás que no venga- pensó, -le dirás que se quede en su P*** casa, que si no tiene huevos de estar para lo malo y que no lo esté para lo bueno tampoco, que no venga a decir que te quiere o a hacer de novio ejemplar cuando es capaz de dejarte tirada por pura pereza- .
Pero ella era incapaz de levantar el teléfono y hacer lo que tenía que hacer, incapaz, y se odiaba y mucho por ello.
¿Por qué seguiría pensando que algún día él se dará cuenta de lo que hace con ella y que todo cambiaría?
Comentarios
lo que debe hacer esta jovencita mujer
es pintarse una sonrisa de carmín,
soñar que la calle es suya
que hay un montón de corazones espinados esperándola
salir con la cabeza bien alta y
los ojos bien abiertos,
solo así verá que la vida es más corta,
que su falda.-
Un beso.-