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Sueños

estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
editado junio 2015 en Literatura
Sueños
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Comentarios

  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado noviembre 2014
    Quiero estar en tu sueño. Ser tu sueño...

    Quiero estar en tu sueño. Ser tu sueño.
    Penetrar más allá de lo que advierte
    la mirada sutil. Como beleño
    recorrer, galopar tu sangre inerte.

    Quiero quebrar con definido empeño
    toda defensa en ti: muralla, fuerte:
    y adentrarme, crisálida de ensueño
    más allá de tu vida y de tu muerte.

    Más allá de tu piel, y más adentro
    de toda sombra, y más allá del centro
    desconocido, virgen, tembloroso...

    Y estar dentro de ti -seguro puerto-
    como un paradojal milagro cierto,
    presentido a la vez que pavoroso.

    Julia Prilutzky
  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado noviembre 2014
    Sueños

    Sueño con una mesa y una silla
    Sueño que me doy vuelta en automóvil
    Sueño que estoy filmando una película
    Sueño con una bomba de bencina
    Sueño que soy un turista de lujo
    Sueño que estoy colgando de una cruz
    Sueño que estoy comiendo pejerreyes
    Sueño que voy atravesando un puente
    Sueño con un aviso luminoso

    Sueño con una dama de bigotes
    Sueño que voy bajando una escalera
    Sueño que le doy cuerda a una vitrola
    Sueño que se me rompen los anteojos
    Sueño que estoy haciendo un ataúd

    Sueño con el sistema planetario
    Sueño con una hoja de afeitar
    Sueño que estoy luchando con un perro
    Sueño que estoy matando una serpiente

    Sueño con pajarillos voladores
    Sueño que voy arrastrando un cadáver
    Sueño que me condenan a la horca
    Sueño con el diluvio universal
    Sueño que soy una mata de cardo.

    Sueño también que se me cae el pelo.

    Nicanor Parra
  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado noviembre 2014
    LAS HORAS MARCABAN EN LOS RELOJES AL REVÉS


    Nunca amanecía
    anochecida me besaba la luna
    para que no despertara de los sueños.
    Fueron años de alegrías y descalabros
    la música inundaba todo
    y mi cama se movía entre el ocaso
    como un fragmento de alba rota.
    Nunca amanecía
    las sandalias siempre estaban nuevas
    jamás perdían su tersura ni se eclipsaba su brillo
    mi mesa siempre estaba puesta
    y los sirvientes permanecían inmóviles
    con la sopera a medio abrir
    los ojos soñolientos y los delantales blancos.
    Un día quise conocer las flores que se abren con el sol
    y se crucificaron sus pétalos
    anochecidos con las estrellas.
    Deambulé por todos los lugares de mi pueblo
    atravesé desorientada el tiempo
    soñé y desoñé de la vida a la nada
    y sólo oí el ladrar de perros, los gemidos de la noche
    y las canciones de los poetas.
    Tuve la sensación de que me llamaba el azul del mar
    pero la luz ciega lo había pintado de negro
    y había dispersado fantasmas entre sus aguas.
    Las horas marcaban en los relojes al revés
    el portero reposaba su cabeza entre las hojas del calendario
    y las orugas encendían plegarias como las luciérnagas.
    Nunca amanecía
    los sueños me eran fieles en la vida
    y consiguieron que viviera unos cuantos años
    abrazada a la realidad de las madrugadas.
    Y ahora que soy tiempo que me he acostumbrado a los sueños
    se me representan los espejos torcidos de la vida
    y me piden que sea yo... Si nunca fui más que un sueño
    ¿Qué puedo hacer ahora en la tierra?
    Seguro que ni sabré ir a comprar una hogaza de pan para comer.
    Por eso pido al dios de los sueños
    que no me expulse del país de la luna
    quiero seguir anochecida
    aunque nunca vea como se abren los pétalos de las flores
    ni como se dispersa el rocío de la mañana.

    Juana Vázquez Marín

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  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado noviembre 2014
    Gracias, Quinti, por traer a la luz poesía que no había descubierto hasta ahora (en este hilo y en otros...) Contigo gana la poesía (ahora ponte colorado =_0)


    Sólo en sueños...

    Sólo en sueños,
    sólo en el otro mundo del sueño te consigo,
    a ciertas horas, cuando cierro puertas
    detrás de mí.
    ¡Con qué desprecio he visto a los que sueñan,
    y ahora estoy preso en su sortilegio,
    atrapado en su red!
    ¡Con qué morboso deleite te introduzco
    en la casa abandonada, y te amo mil veces
    de la misma manera distinta!
    Esos sitios que tú y yo conocemos
    nos esperan todas las noches
    como una vieja cama
    y hay cosas en lo oscuro que nos sonríen.
    Me gusta decirte lo de siempre
    y mis manos adoran tu pelo
    y te estrecho, poco a poco, hasta mi sangre.
    Pequeña y dulce, te abrazas a mi abrazo,
    y con mi mano en tu boca, te busco y te busco.
    A veces lo recuerdo. A veces
    sólo el cuerpo cansado me lo dice.
    Al duro amanecer estás desvaneciéndote
    y entre mis brazos sólo queda tu sombra.

    Jaime Sabines
  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado noviembre 2014


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    DEBE SER POR AHÍ

    ¿Dormir es estar muerto?

    Pues hablemos del sueño.
    De los barrancos
    que nos despertarán
    si corren por sorpresa.
    De los escalofríos que sentimos
    cuando reptamos en el fondo
    con los gusanos
    que se ahogarán sin duda.
    Del coro de palomas que nos entran
    volando por el pecho;
    enfermarán de lodo,
    de corazón, de vísceras, de escombros,
    de rabia como perros.
    Se infectarán
    de nosotros que vagamos de noche
    en el barro con los ojos abiertos,
    esperando
    inútilmente el sueño.

    Debe ser por ahí la inexorable muerte.



    Lucía Rosa González
    (La Palma, Islas Canarias, 1954-)

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  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado noviembre 2014
    Fantasmas azules

    En el campo de mis sueños rojos
    Fantasmas azules han invadido mi cuerpo
    Y su aliento azul me roba las venas
    Que ayer a la tierra me ataban
    En un muro blanco como sepultura
    Nos tumbamos para contemplar estrellas
    Sus manos pisaron mis manos
    Sus ojos mi cuerpo lamieron
    En el campo de los sueños rojos
    Llovieron plumas
    Como un manto me cubrieron
    En la sepultura de barro
    Sus cóncavos picos se volvieron nobles
    Fantasmas azules con formas de pájaro
    Liberados de la jaula del cielo
    Sin alas
    Visitaron ayer mi azul mente
    Hasta que mi sombra
    Quedó derramada por el suelo

    Nuria Ruiz de Viñaspre
  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado noviembre 2014



    28.05

    Mariposas eléctricas. ¿Cómo
    escuchar los propios ojos para decir,
    para decir(te)?

    Nacemos del sueño, venimos del sueño, somos sueño y,
    aunque nos crezcan las ausencias,
    no sabemos borrar los sueños, como hace el alba,
    los sueños que ayer nos soñaron,
    nos nacieron.

    Sueños, arte, artificio para decir...
    la vida. Sueños, arte, artificio,
    vida. Son vida.
    La vida.



    Gustavo Vega es poeta leonés (1948-)

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  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado noviembre 2014
    Alabanza a los sueños

    En mis sueños
    pinto como Vermeer van Delft.

    Hablo fluidamente griego
    y no sólo con los vivos.

    Conduzco un auto
    que me obedece.

    Tengo talento,
    escribo poemas largos, grandiosos.

    Escucho voces
    no menos que los grandes santos.

    Se sorprenderían
    de mi virtuosismo en el piano.

    Floto en el aire como se debe,
    es decir, por mí misma.

    Si caigo del techo
    puedo aterrizar suavemente en el verde césped.

    No me es difícil
    respirar bajo el agua.

    No me puedo quejar :
    he logrado descubrir la Atlántida.

    Me complace que justo antes de morir
    siempre me las arreglo para despertar.

    Inmediatamente tras el estallido de la guerra
    me vuelvo a mi lado favorito.

    Soy, mas no necesito ser,
    hija de mi tiempo.

    Hace unos pocos años
    vi dos soles.

    Y antes de ayer un pingüino,
    con toda claridad.


    Wislawa Szymborska

    (1972)
  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado noviembre 2014
    bo

    Nos buscamos en la noche, Bo.
    Te sueño en los portales oscuros donde oigo defecar a las ratas. Te sueño.
    Pero no te quiero en mi presente.
    Te sueño cuando caigo al suelo y reboto a la barra y sigo bailando y cayéndome y levantándome.
    No soy apto para los capitalistas del céntimo.
    Te veo sobre la barra, aburrida de tantas promesas de pollas tiesas, repartiendo besitos en labios que disipan tu noche... Te sueño...
    Pero sé que no vas a esperar mi futuro.
    Te observo, lo sabes, no puedo acercarme, no puedes acercarte, la barra nos une y nos separa...
    Sé que soy la horma de mí mismo y sales corriendo gritando a la noche, te pierdo... Siempre te pierdo...
    Una puta palabra, Bo, sería timón para este barco de corcho con mástil de palillo en el que damos vueltas sobre la alcantarilla que nos ha de sumir, no sumar.
    Caigo en la noche, rehuyo la luz, levanto las solapas del cuero, hace frío, todo es frío y artificial...
    Vomito... no quedan regalos de palabras bonitas en mí...
    Estoy vacío y no puedo sufrirte...
    Me ves caer, quitarme piel tras piel sobre la pared tatuada de sombras muertas... Tocar cuerpos que son arena para los cimientos donde me construyo en la tumba abierta...
    Por si algún día me levanto...
    Aparto sus estratos grasientos de las derrotas consumistas, esquivo sus lágrimas falsas de silicona... Joder, lloran porque no pueden aspirar a que les aspiren las grasas, o les cambien la cara porque sufren teniéndolo todo,
    les injerten un alma vendida...
    y me río y te busco y te sueño con mis manos callosas abriendo caminos entre tus nalgas...
    Pero en mi vacío no quiero un decorado de palabras que en mí ya no son bonitas... Solo busco algo que me llene mientras me corro en silencio...
    No puedo cambiar estar sociedad pero estoy devolviendo todos los golpes que he recibido en su intento de exterminarme...
    Si ya lo hago yo...
    No puedo, no quiero tener un futuro social... No quiero traer vida a la muerte... No quiero tener una casa donde morir, una vida hipotecada de colores que no existen...
    No puedo ser normal...
    No me entra una puta lágrima más...
    Ya solo aspiro a mis derrotas...
    Pero soy libre ante mi espejo, me miro y asumo que soy el resultado de mis pérdidas...
    No tengo ya nada que perder... camino libre sabiendo mi destinoya no anhelo nadate invento en mi vida y gracias a que te invento vivo y grito y protesto y soy el eco de mis palabras que solo nacen para ti desde lo oscuro...
    No quiero que cuentes los reflejos de otra noche vacía
    que sigas con tu mirada las volutas del humo de otro cigarro consumido
    que te hartes de una obra inconclusa
    solo volutas que disuelve el aire
    el territorio donde habitoel único en el que he podido vivir
    Ya solo aspiro a echar la mierda que me ha inundado durante años
    pero no a que me la aspirenPor ello no te puedo tener a mi lado...

    Bo, esto es lo que hay.
    Y aquí empiezo a callarme.



    Alfonso Rabanal
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  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado noviembre 2014
    El imperio de los sueños


    En la primera página de mi libro de los sueños

    siempre es al atardecer

    en un país ocupado.

    La hora antes del toque de queda.

    Una chiquita, provinciana ciudad.

    Todas las casas en penumbra.

    Los escaparates destrozados.



    Yo estoy en la calle, en una esquina

    donde no debería estar.

    Solo y sin chaqueta

    había salido a buscar

    un perro negro que respondiera mi silbido.

    Sostengo una máscara de día de brujas

    que me da miedo usar.


    Charles Simić
  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado noviembre 2014
    Si soñar es inútil...

    Si soñar es inútil
    -conozco la armonía de su caricia ciega-,
    no puedo imaginarme el color de la vida,
    arco iris manchado,
    hambre de destrucción sin pasos paulatinos.
    Si soñar es inútil
    -y no alcanzo las dudas
    casi desmenuzadas por olvido y memoria-,
    se romperán los pasos de las calles vacías
    de tanto alumbramiento
    de la pálida vida,
    constelación opaca
    desde donde no hay guiños de astros imaginados.
    Si soñar es inútil
    mejor no respirar, mejor cerrar los ojos
    y perder para siempre la imagen despiadada
    del oscuro deseo,
    de la gris esperanza,
    del beso en que jamás debimos aprendernos.

    Pilar Blanco Diaz
  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado noviembre 2014


    EL HOMBRE NUNCA VA DIRECTAMENTE A LA GRANDEZA


    Y ¿para qué? Me preguntó.
    Yo no supe qué contestar.
    ¿Para qué, qué? Dije,
    y como en una espiral de sueños
    se deshizo en palabras, palabras
    de terciopelo, palabras ocres,
    vituperantes palabras
    que sangraban hasta morir.

    Toda la habitación se llenó
    de pedacitos de aquella conversación;
    sílabas, letras y algún hiato,
    tapizaron indiscriminadamente
    todo el suelo.
    Casi no podíamos movernos,
    la frases arrinconaban nuestros cuerpos entre sí
    y se entrelazaban, sensualmente,
    como si el mundo fuera a terminarse
    en ese preciso instante.

    Como venido de las profundidades
    de una cueva olvidada, hubo silencio.
    Las paredes recobraron su forma
    y las tonalidades de la piel se acercaron más
    al austero despertar que al contoneo nocturno.
    Pudo ser un sueño, me decían sus ojos,
    o quizá una fantasía, pudo ser la historia
    o quizá la ausencia de vida, pudo ser el hombre.
    Sí, contesté: El hombre nunca va
    directamente a la grandeza.


    Magdalena Salamanca

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  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado diciembre 2014
    Yo solo sé que
    tú me preguntas
    qué deseo
    No lo sé

    Yo sólo sé
    que sueño
    que el sueño me vive
    y estoy flotando
    en su nube

    Yo sólo sé que
    amo a los hombres
    montañas jardines el mar
    sólo sé que muchos muertos habitan en mí

    Bebo mis
    instantes
    sólo sé
    que es el juego del tiempo
    arriba y abajo

    Rose Ausländer
  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado diciembre 2014
    Un día soñamos...

    Un día soñamos con que alguien escarbando en la tierra, encuentra el mundo y sorprendido del mar y los bosques, elige volver a esconderlo.

    Begoña Callejón Aliaga
  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado diciembre 2014



    Consideración del poema


    No rimaré la palabra sueño
    con la inconveniente palabra empeño.
    La rimaré con la palabra carne
    o con cualquier otra, que todas me convienen.
    Las palabras no nacen amarradas,
    saltan, se besan, se disuelven,
    en el cielo libre apenas un dibujo,
    son auténticas, amplias, puras, insuperables.

    Una piedra en medio del camino
    o apenas una huella, no importa.
    Estos poetas son míos.
    Con todo orgullo, con toda precisión
    se incorporaron a mi fatal lado izquierdo.
    Robo a Vinicius su más límpida elegía.
    Bebo en Murilo.
    Que Neruda me dé su corbata llameante.
    Me pierdo en Apollinaire. Adiós, Maiakovski.
    Todos son mis hermanos, no son periódicos
    ni deslizar de lancha entre camelias:
    es toda mi vida que aposté.

    Estos poemas son míos. Es mi tierra
    y es aún más que ella. Es cualquier hombre
    al mediodía en cualquier plaza. Es la lámpara
    en cualquier pensión, si todavía las hay.
    —¿Hay muertos? ¿hay mercados? ¿hay dolencias?
    Es todo mío. Ser explosivo, sin fronteras,
    ¿por qué falsa mezquindad me rasgaría?
    Que se depositen los besos en la faz blanca,
    en las nacientes arrugas.

    El beso es todavía una señal, aunque perdida,
    de la ausencia de comercio,
    boyando en tiempos sucios.

    Poeta de lo finito y de la materia,
    cantor sin piedad, sí, sin frágiles lágrimas,
    boca tan seca, pero ardor tan casto.
    Dar todo por la presencia de los lejanos,
    sentir que hay ecos, pocos, pero cristal,
    no roca apenas, peces circulando
    bajo el navío que lleva este mensaje,
    y aves de pico largo confiriendo
    su derrota, y dos o tres faroles,
    ¡últimos! esperanza del mar negro.
    Ese viaje es mortal, y comenzarlo.
    Saber que hay todo. Y moverse en medio
    de millones y millones de formas raras,
    secretas, duras. Ése es mi canto.

    Es tan bajo que ni siquiera lo escucha
    el oído a ras del suelo. Pero es tan alto
    que las piedras lo absorben. Está en la mesa
    abierta en libros, cartas y remedios.
    Se infiltró en la pared. El tranvía, la calle,
    el uniforme del colegio se transforman,
    son olas de cariño que te envuelven.

    ¿Cómo huir al mínimo objeto
    o recusarse al grande? Los temas pasan,
    yo sé que pasarán, mas tú resistes
    y creces como fuego, como casa,
    como rocío en los dedos,
    en la hierba, que reposan.

    Ahora ya te sigo a todas partes,
    y te deseo y te pierdo, estoy completo,
    me destino, me hago tan sublime,
    tan natural y lleno de secretos,
    tan firme, tan fiel... Como una lámina,
    el pueblo, poema mío, te atraviesa.



    Carlos Drummond de Andrade (1902-1987)

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  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado diciembre 2014
    El lago devoró el cielo por completo

    Algunos sueños son como cristales
    o como una luz bajo la superficie del agua.

    Una joven llora en un jardín.
    Una mujer da vuelta la cara y eso es todo.

    Nos despertamos cien veces
    sin saber dónde estamos. Dormidos

    al volante. A salvo
    por la gracia de los ángeles.

    Todos con dedos contra labios
    ante algo más inmenso, la marca del agua

    por un enorme dolor. Todos
    entregándonos. Así

    como la rosa resigna su tallo
    y flota a la deriva, sin historia.

    Al final, cada camino conduce
    al agua. Lo que queda de un jardín

    es su sueño, un alfabeto del deseo.
    La sombra de la joven. Perfume.

    Silvia Curbelo (Matanzas, Cuba, 1955)



  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado diciembre 2014
    Hago mi cama...

    Hago mi cama y me acuesto en ella

    Un delator cabello
    yace al fondo de la tina.
    El bolígrafo que me diste
    antes de abordar el tren
    araña la superficie silenciosa
    de la medianoche.

    En la alcoba
    su aroma,
    el olor nuestro.

    Hago mi cama y me acuesto
    en ella,
    dejando a medio leer la pila de
    periódicos del domingo
    como ropa
    esparcida por el suelo.

    Trazo el contorno
    de las manos
    en mis caderas.
    Mi seno izquierdo
    lleva la huella
    de tu mano derecha
    y sobre mi seno derecho
    queda el galope de tu corazón.

    Apago la luz
    y me voy a soñar
    durmiendo en ti esta noche,
    tu ausencia abastecida en tu
    presencia.

    Anabel Torres (Bogotá, Colombia, 1948)
  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado diciembre 2014
    SUEÑOS.
    (Dreams)


    Aférrate a tus sueños
    Porque si los sueños mueren
    La vida sera un pájaro con las alas rotas
    Eso no puede volar.
    Aférrate a tus sueños
    Para cuando los sueños se vayan
    La vida sera un campo estéril
    Congelado de nieve.

    Langston Hughes
  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado diciembre 2014
    II

    Extraviado
    bajo el mismo horizonte esencial

    trozos de un sueño suspendido
    me cubren de la llovizna

    hasta dónde seguiré mujer sin ti
    hasta qué pueblo de fantasmas

    qué cadáver seré
    en qué cercano momento

    cómo hacerte entender
    que necesito descansar en ti
    de ti

    cerrar mis ojos

    encallarlos



    Arlette Luévano
    (Aguascalientes, Ags., 1976-)
    .
    .
    .
  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado diciembre 2014
    Detrás de los párpados
    (fragmento)

    detrás de los párpados queda la vigilia detenida
    en el sueño un haz de luz centellea
    y sospecho
    que un paso más acá están las respuestas



    Liliana Ancalao (Comodoro Rivadavia, Chubut, Argentina, 1961)
  • SarasvatiSarasvati Fernando de Rojas s.XV
    editado diciembre 2014
    El hueco gris de la madera

    Soñé que estaba muerto.
    Este sueño me habita desde siempre.
    De niño lloraba junto a un féretro vacío
    o, asombrado, interrogaba a un público sin rostro
    que abrumaba la sala de una casa desconocida todavía.
    Anoche este sueño era distinto.
    El hueco gris de la madera tenía mi cuerpo,
    y aquel era mi rostro de los 20 años.
    Sólo mis ojos no eran mis ojos
    ni tampoco los ojos que me esperan.
    De espaldas, en la sala vacía,
    una mujer que pudo ser mi madre
    cantaba en silencio esa canción de cuna
    que nunca le escuché.
    El sueño de mi infancia no me dejaba andar
    pero el sueño de ayer me devolvió las piernas,
    el único sendero era mi rostro,
    un rostro que a los veinte años
    no podía creer que la esperanza dejara cicatrices.
    ¿Será cierto, Vallejo?
    ¿Murió mi juventud y estoy velándola?

    Waldo Leyva
  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado diciembre 2014
    El amor, el poema

    Como si me asomase al cuerpo amado
    como si la hoja en blanco
    fuera el fondo de un pozo
    que me llama los ojos
    la piel
    el movimiento
    en la caída escribo
    echo cada palabra
    como piedra preciosa en el brocal
    en favor de una pérdida
    o alguna iridiscencia que descubre
    destellos sumergidos

    Escribo
    igual que si me hincara
    sin conocer al dios para el que rezo
    como el que narra su destino en la piel
    de aquel a quien abraza

    Huellas de los amantes
    ellas dejan una tibia humedad
    reflejos infinitos
    y escrituras de sal sobre las sábanas
    viven su sueño de agua y sombra
    en un rincón de la memoria

    La hoja blanca es madera dibujada
    con el trazo se tira un don de sueño
    un rincón último del corazón
    en el color audaz de la palabra

    Luego pasearé por las calles
    me regocijaré con las miradas
    con los transeúntes de la tarde
    sujetos por caricias y frío
    saludaré a la lluvia o a los soles
    que alimentaron la raíz de mi vida

    Y el que amo duerme
    dentro de un sueño ajeno
    separado
    dialoga con lugares extraños
    y nubladas sonrisas
    mientras crece en la hoja
    esa voz que ha partido de mí
    y no me reconoce



    Elizabeth Azcona Cranwell



    .
    .
    .
  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado diciembre 2014
    Eddie, sueña

    Eddie, sueña por más madera
    Sobre la ladera, y aspira todo el aire,
    Sus ojos se instalan como una roca.

    Pasamos la casa de su abuela, un cementerio, un cercado de chatarra,
    Su pared, una pintura para celebrar su rapidez
    Sus proezas.

    Él pide por el sol, en la mañana de invierno.
    Más allá de los árboles, más allá de los caminos
    Sus sueños cambian como las nubes.





    Greta Bellamacina





  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado diciembre 2014
    [OCULTAR]Adriana Bañares es mi debilidad, no me digas.[/OCULTAR]



    Mi lengua no alcanza la distancia


    La vigilia patenta la distancia si no recuerdo.
    Si te pienso como un inicuo personaje de mi vida
    dejo de tener miedo. Pero quién me salva de la noche
    de los sueños que recogen y reviven los mejores momentos.
    -Me arden los labios y los ojos-


    Mi cuerpo despierta muerto.


    Mi cuerpo despierta muerto. Suben hormigas por mis piernas
    y caigo
    y me rompo.
    Este frío que me adormece me arrastra a ti.
    Trato tanto de encontrarte aunque ya no seas tú
    ni yo quien sueñe
    con mi lengua cansada suplico en voz baja
    pero no alcanzo la distancia.


    Mi lengua no alcanza la distancia.
    Mis palabras no llegan. Resbalan por la noche por
    las comisuras y las pestañas y me arden los labios
    y los ojos.
    Mi lengua no alcanza la distancia.
    Abril trae el recuerdo de una ausencia
    Trae tanto tu rostro
    como tu dolor y el incontinente llanto de la primera noche
    en tu terreno.
    Cuando nuestra desnudez parecía anticipar un para siempre
    que hoy cumple dos años muerto.


    Adriana Bañares Camacho ((Logroño, 1988-)


    .
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  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado diciembre 2014
    Asuntos circunstanciales

    Cada noche cuando saco una píldora y me la trago tengo
    irremediablemente
    que pensar en ti

    y al secarme la cara o mojarme los ojos para disimular un tanto las
    ojeras
    te vuelvo a pensar

    aún evitando distracciones
    no puedo dejar de escuchar tus pasos derrumbando el universo
    no puedo dejar de latir.

    Cada noche soy y me reconozco
    debajo de las sábanas
    debajo de la insistencia de volver a soñar y dormir tranquila

    -sin baños termales-

    sin necesidad de recontar a las noventa y una ovejas y tener,
    al mismo tiempo,
    que pedirle permiso al pastor

    yo no soy quien para ser más
    ni menos

    soy la exacta imagen del espejo, pero al revés

    y también descontando los segundos que fui cayendo
    y tú no te atreviste a tropezar conmigo


    cada noche trato de hilar la maraña que fui y que seré
    si a un buen plazo puedo saldar las distancias
    inimaginables, es cierto,

    pero posibles de enhebrar con un poco de esperanza

    aún no caigo en el juego y ya estoy aterrada hasta la última carta
    hasta la última hoguera que quizás nunca prenderé

    lo he dicho y no hay remedio para tratar de impedirlo
    a cada noche su píldora, a cada mujer
    su madrugada.

    Rocío Silva Santisteban (Lima, Perú, 1963)






  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado diciembre 2014


    Sueño


    Estallará la isla del recuerdo
    La vida será un acto de candor
    Prisión
    para los días sin retorno
    Mañana
    los monstruos del buque destruirán la playa
    sobre el vidrio del misterio
    Mañana
    la carta desconocida encontrará las manos
    del alma





    La Pizarnik en su Última inocencia.


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  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado diciembre 2014
    SUEÑO HÚMEDO

    Es otra vez la piel estorbándole
    Revolcándose con sus pasiones
    Generándole cualquier cantidad de pensamientos
    Tan vívidos como intangibles puedan ser
    Cerrando los puños para atrapar sólo aire
    Apretando los ojos, para que al abrirlos todo sea diferente
    Respirando lentamente para retener el rastro de su esencia
    Víctima de un masoquismo inexplicable
    Arrastrándose sobre su dualidad
    Ecos en su cabeza recordándole que si existió
    Su ausencia creadora de vacío
    Su ausencia con sabor a mierda



    Mercedes Asencio es poeta nacida en Guatemala.


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  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado diciembre 2014
    Sueños

    Soñé que me encontraba en un arenal o un promontorio. Había un camino desde la punta del arenal que seguía la costa y en lo alto se veía un cinturón de rocas. (Jamás había visto ni en sueños ni despierta un paisaje más desolado.) Caminé hacia el norte a lo largo de la lengua de arena, con el mar a un lado y el acantilado al otro. Vi algo lejos a una persona que venía hacia mí. Al acercarse vi que era un hombre fornido, con una zamarra gris y un sombrero oscuro con un ala baja que le tapaba media cara.La senda era tan estrecha que nos rozamos al cruzarnos y en ese momento tuve la intuición repentina de quién era. Lo llamé entonces, porque me pareció que tenía muchas cosas que decirle.

    Se detuvo rápidamente, volvió la cabeza, y bajo el sombrero vi brillar sus ojos ardientes de deseo.

    Se me ocurrió entonces que hasta el mismo Odín sólo piensa en una cosa cuando se trata de mujeres. Y yo creí que era poeta... logré espantar el sueño y despertar... con el alma llena de rabia.



    Vilborg Dagbjartsdóttir (Islandia, 1930)




  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado diciembre 2014
    Ahora en la hora del desamor
    y sin la rosada levedad que da el deseo
    flotan sus pasos y sus gestos.

    Las sonrisas sonámbulas, casi sin boca,
    aquellas palabras que no fueron posibles,
    las preguntas que sólo zumbaron como moscas
    y sus ojos, frío pedazo de carne azul.

    Días perdidos en oficios de la imaginación,
    como las cartas mentales al amanecer
    o el recuerdo preciso y casi cierto
    de encuentros en duermevela que fueron con nadie.
    Los sueños, siempre los sueños.

    ¡Qué sucia es la luz de esta hora,
    qué turbia la memoria de lo poco que queda
    y qué mezquino el inminente olvido!


    María Mercedes Carranza

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  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado diciembre 2014
    Canción negra de sangre


    —Aquí no se llora.
    Aquí, donde estamos.
    —Siempre estamos
    donde estamos.
    ¿Entonces nunca
    se llora?

    En el sueño componíamos una canción.
    Se ponía difícil, yo me impacientaba,
    sacaba mi revólver y lo ponía
    entre las dos, sobre la mesa.

    —¿En el cielo, se llora?
    ¿Vamos a poder llorar
    cuando estemos muertas?

    En el sueño, yo recién llegaba a tu ciudad.
    Vos me dabas trabajo: convertir un mapa
    en un árbol.
    Se ponía difícil, no me salía,
    el árbol no me salía ni pegándole
    hojas de verdad.

    —Las muertas, ¿son felices?
    ¿Me diste el nombre de la felicidad
    porque querés que muera?

    No soporto tu letra; me enfurece
    recordar la forma de tus trazos.
    Odio tu forma de curvar las efes
    como patas chuecas que se sienten simpáticas.
    Odio tu be larga, muy especialmente.
    Odio la esperanza, la esperanza,
    odio, odio la estúpida esperanza
    que anima tu escritura.

    Si no querés que muera,
    ¿por qué decís entonces que me vas a matar?
    —Creés demasiado en las palabras.

    Hace falta un metal más espeso que el odio
    para contar, para cantar esto.
    Hace falta un metal, un metal más que asesino,
    un metal resucitante.

    —Sí, creo
    en las palabras.
    ¿Acaso poseemos otra cosa?

    Si nos dejaran llorar
    poseeríamos lágrimas,
    gotas de mercurio
    en nuestras bellas caras
    rodando dulcemente, dulcemente.
    Me gustaría tener esperanzas
    pero no en el pasado:
    maldigo tu lealtad.
    Odio tu modo de tocar el timbre,
    tus piernas flacas vistas a lo lejos
    y yo avanzaba sin reconocerte
    y vos pensando que me alegraría
    de verte; digo,
    por tu sonrisa.

    —Te traje estos papeles.
    "El trabajo libera".
    —¿De qué?

    En el sueño, no éramos de metal.
    En el sueño, no había
    porqué mostrarnos fuertes.
    En el sueño, no me pateaban en el piso.
    En el sueño, yo no era para siempre
    alguien a quien habían pateado en el piso.

    Odio tus piernas, odio
    que puedas caminar.

    —¿Y la canción?

    He guardado los papeles que trajiste.
    No los puedo leer; me los trajiste
    a tiempo para el trabajo, pero tarde:
    ya no podría soportar leer
    los papeles que trajiste. Y en el sueño
    la canción
    se cantaba.
    La canción era una voluntad de inocencia
    que conseguía atravesar la noche
    de esto que he dado en llamar traición
    y no es más que cansancio,
    indiferencia,
    olvido,
    desaparición.



    Beatriz Vignoli (Argentina, 1965)





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