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La búsqueda

estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
editado octubre 2014 en Prosa Poética
La búsqueda

El silencio secuestraba los pasos hacia algún lugar. No sabía cual era ese lugar, solo sabía que buscaba después del olvido en las calles de una ciudad... Y saber eso era como no saber nada y nacer de nuevo...

Repetía lágrimas en su laberinto, a su paso regaban las calles, resbalaban por los adoquines haciendo dibujos tras caer de la locura indefinida, incontrolable en unos labios que necesitaban calor. Esta ciudad le hacía sentir aún más sólo, más loco, más de todo lo que nadie desearía sentirse... y el segundo, el segundo le ardía entre la vida y las manos, y se disparaba hacia adelante, siempre avanzando en una muerte complacida...

La cabeza hervía con los mismos ingredientes: el amor, el enamoramiento prematuro e insufrible manteniéndole vivo y muerto en una unión perfecta. No podía pensar en el mañana, ni siquiera en un ayer siguiendo fiel a su sombra bañando la noche de suspiros. Solo iba, marchaba, a la espera de un encuentro no esperado... pero cierto... incierto... alimento...

La ciudad estaba sola, él estaba sólo, el amor ¿dónde estaba? estaba sediento, miraba, miraba... La ciudad se llenaba de ojos exploradores saliendo de su rostro como tentáculos... Se exprimía las pupilas. Era un animal extraño, era un amoroso en medio de una jungla...

Los demás dormían, saciados, sin búsqueda, no había luces en las ventanas ¿acaso la búsqueda no existía para otros? Sufría y su cuerpo se derretía en el espanto de no encontrar por las estrechas callejuelas, los rincones, las puertas que pudiese hallar abiertas a sus brazos ansiosos de caricias, de amor, de besos... El sueño, el sueño... la pesadilla... necesitaba una realidad para acabar con ellos y poder comenzar hasta un final...

Se fundía en cada amor hasta pasar de sus manos al viento, él no era dueño, solo un huésped donde el amor se alojaba de vez en cuando, por un tiempo indeterminado, breve en lo eterno. Convertido en un cazador de amor, la ciudad parecía observar sus movimientos y él continuaba sin saber, sentía su condena mientras se deshacía en un charco de latidos rugiendo que iba pisando en su peregrinar...

La noche seguía los pasos del jugador y del juego, la niebla le desdibujaba y no estaba pero estaba. Caminaba y no sabía adónde iría y no era lo importante, el sentía tanto que moría a cada paso mientras vibraba en el movimiento de encontrar, en la sed que conocía desde hacía tanto tiempo... perdido en los siempres...

Una vez más prendía de lágrimas su sombra, siguiéndole constante tras el olor que reconocía en cada vuelta, en cada giro de destino, e inventaba una canción nueva llevándose pedazos de su vida... Y estaban los olores, siempre los olores consiguiendo enloquecerle con esas sacudidas de sentidos... llegaban de aquí, de allá, de un poco más lejos... venían hacia él y los atrapaba en una red de recuerdos...


En la ciudad, la luna seguía a este hombre que no la miraba. Él buscaba otros ojos, otra silueta, una voz seductora para poder perderse en ella... en el pasillo de entrada y salida...




*

Comentarios

  • odmaldiodmaldi Fray Luis de León XVI
    editado octubre 2014
    Todos buscan algo en la ciudad, perdidos, más no se buscan a sí mismos (y encuentran).
  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado octubre 2014
    El que busca encuentra, así sea un golpe:)
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