La era de la Comunicación ( te puede pasar a ti)
Últimamente alguien de vosotros a probado a mirar alrededor, es fascinante. La otra mañana me olvidé el móvil en casa, al principio me invadió una sensación de infidelidad hacia el e incluso me vi tentado de volver e invitarle a acompañarme. Por otra parte a la vez sentía una especie de libertad y pensé que siempre podría decirle que me dio lastima despertarlo dado que se la cantidad de trabajo que llega hacer durante todo el día.
Bien, me encaminé hacia la parada de autobús, lo primero que sentí fue un poco de envidia al ver a la gente que esperaba el autobús agarrados a sus respectivas parejas, tenían tantos whaptsapp por decirse. Dado que tengo cierta edad tengo la absurda costumbre de saludar al llegar a algún sitio y así lo hice esa mañana. Es tan fuerte el amor que nadie pudo dedicarme un segundo de su preciado tiempo en corresponder mi saludo.
Al subir al autobús vi como la gran mayoría subía sin ni siquiera mirar a los escalones y aun menos al propio conductor, ellos seguían en lo suyo, dedicados exclusivamente al móvil en cuestión. Al saludar al conductor se quedo extrañado y me dirigió una mirada extraña, al principio no lo entendí fue más tarde cuando llegue a la conclusión de los cientos de viajes que podría llevar a sus espaldas este triste conductor sin recibir un triste saludo. A veces los pequeños detalles son los que marcan las diferencias entre un grupo de personas o uno de ganado.
Ahora tenía otra tarea difícil, y no era otra que encontrar un asiento disponible. La gente siempre se aferra a su parcela de intimidad e incluso en un supuesto medio de transporte público. Suele haber algún asiento vacío en la parte de ventana pero para acceder a ellos tienes que contar con la colaboración de la persona sentada en el que da a pasillo. En principio es sencillo pero a medida que vas avanzando por el estrecho pasillo del vehículo te vas percibiendo de la dificultad. Uno por que sigue dormido, otro tiene los cascos puestos y parece estar en el limbo, los despiertos a medida que ven que te acercas desvían disimuladamente la mirada, por lo cual es una invitación a que desestime sentarte a su lado. Al final tienes que armarte de valor y sortear las piernas de la persona en cuestión para disfrutar de un asiento, pero esto no termina aquí resulta que un alto porcentaje de las personas que se aferran al asiento del pasillo resulta que suelen bajar al final del trayecto. Por lo que si te quieres bajar ya sabes que te vuelve a tocar sortear su juego de piernas.
Una vez acomodado en el asiento y dado que no puedo hacer uso de las infinitas aplicaciones que me proporciona el móvil, opto por disfrutar del paisaje. Veo varias terrazas de bares repletas de parejas, amigos o familias. En un principio no me percato de un aspecto en común que tienen todos estos grupos de personas, pero a medida que avanzo me doy cuenta de que es la compañía de lo absurdo. Resulta que no hay comunicación, ni oral ni de gestos, nada de nada. Allí esta cada uno enfrascado en su pequeña burbuja, provisto de su móvil de última generación y sin ser capaz de parar y disfrutar de la compañía real. Nos quieren hacer ver que vivimos en la era de la comunicación cuando realmente estamos enmarañados por una densa capa de incomunicación. Una sociedad donde todo está conectado resulta que lo principal yace en stam bay.
Hasta los inocentes niños están provistos de su table, que en lugar de cabeza solo les sobresale la pantalla de dicho aparato, En el fondo no les puedo envidiar, los miro una y otra vez y me dan lastima. No llegaran a poder disfrutar del portento de la imaginación dado que todo lo tienen estructurado en pantallas. Y la vida es improvisación.
Por fin llego al trabajo, son las ocho de la mañana entro al vestuario y para variar la primera estampa con la que me topo es un par de compañeros ensimismado atentos a la pantalla del móvil, cuando la luz del dispositivo rebela esa legañas que se niegan a abandonar la mañana. A medida que va pasando la mañana me voy sintiendo especial, lo que en un principio era un estado de ansiedad con el paso de las horas se transforma en una calma inusual y enseguida me doy cuenta que no es casual.
Estoy ansioso por que llegue la hora de la merienda y poder contarles a los compañeros todo lo que estoy observando el día de hoy. A mi hora me dirijo al comedor de personal, sé que es la hora de mayor concurrencia así que podre disfrutar de la compañía. Abro la puerta, saludo y apenas me veo correspondido por alguna mirada perdida. Vuelve a suceder la gente se refugia en sus dispositivos creen tener allí un millón de amigos. Venga mandar guiños, te quiero, campanita va campanita viene y entre tanto ni caso al que viene. Me pongo a merendar procuro no hacer ruido no quisiera incomodar a la concurrencia y hacerles regresar del mundo de la ciencia, son los veinte minutos más largos del día y si me apuran más aburridos. Estoy deseando volver al módulo por lo menos allí con los residentes se que podré charlar y viajar con la imaginación, ellos podrán carecer de muchas cosas dada su avanzada edad y patologías varias. Pero por lo menos están libres de dispositivos y siguen mirándote a la cara.
Tengo una cena familiar pero desisto de acudir, el panorama se me hace triste. La madre preparando distintos manjares para que al final a penas sean vistos, pues cualquiera aparta la mirada del puto móvil, no si resultará que al final voy a ser yo el más listo.
Cenaré en casa con los pequeños dispositivos móviles de mi familia, el hijo mayor you tube para aquí you tube para allá. El pequeño con la nintendo que parece decirme tu habla que vas listo si crees que atiendo. Y mi mujer asistiendo al festival de culebrones variopintos que nos ofrece el TDT. Bueno que vamos a hacer son las virtudes de la era de la comunicación, me hundo en mi triste sofá y me dejo llevar por el sueño en el viajo a un mundo donde un día existió la comunicación.
Bueno os dejo que tendréis mensajes que atender.
PD: Como canta el mítico Barón Rojo “ Vivimos en el mundo de la incomunicación, la gente se pudre en su bola de hormigón, estoy solo aquí, yo me voy de aquí…..
Comentarios
Ademas tiene muy pocos puntos, eso hace que pierdads un poco el hilo.
La verdad, he leido hasta el tercer parrafo y he dejado de leer porque todo me parecia muy igual. Podrias ahaber puesto algo mas personal como (y en ese momento pienso: que tristes tienes que ser sus vidas) o algo mas diferente que le de vidilla.
Bueno, que el tema esta bien, pero no seas tan repetitivo/a. Te he querido comentar porque se el coraje que da tener muchas visitas y ningun comentario, y preguntarte porque nadie quiere opinar sobre tu texto.
Pero como escritor se ve muy bien las palabras, y si lo que intentas es escribir una historia profunda, o una novela negra puedes tener mas exito
Tienes razón, varias veces me han comentado cosas por el estilo. La verdad es que simplemente es mi techo, aunque el saberlo me permite intentar hacerlo más alto. Grácias
Ha sido lo primero que he leído, y lo veo muy bien. A pesar de no sorprender ya el tema, sí que llama la atención ponerlo en palabras y que alguien verbalice lo que en algún momento todos hemos pensado. Muy bien la redacción, diáfana, aunque con un par de faltas de ortografía que la deslucen un poco.
Por favor, nunca más digas eso de "es mi techo". El techo de todos es el cielo estrellado, hay mucho margen para llegar alto.
Saludos.
¡Gracias por compartir!
ayer tarde leí tu relato, y esta mañana, en una sala de espera, me acordé de él... casi todos estaban sentados con sus móviles en las manos... tan largo tiempo, que me preguntaba qué es lo que tienen tan interesante que no soy capaz de ver... Por suerte para mi, aún puedo vivir sin ellos... prefiero observar alrededor y no caer en su influjo... Me estoy imaginando la imagen de un montón de gente en un ascensor mirando sus móviles, en vez de hablar del tiempo que hace... ainssss... :-D esas conversaciones, mientras subes o bajas, sobre la lluvia, el frío, el calor sofocante, se nos perderán por culpa de las tecnologías :-D ¡imperdonable!
Gracias por el relato.
Sonrisas