Un hombre invidente, imperfecto decía él; imperfecto como la noche sin estrellas, que le vió caer una vez en un abismo de dolor considerado.
Angustia horrible, infinita -sentía aquel hombre- pero luego oyo una voz que le sonaba celestial y cuyo susurro penetró tan hondo...¡Era su madre! lo llamaba para que su dolor se difuminase en su pobre corazón, hecho pedazos por lo que él había sufrido con la pérdida de la vista y la agonía de vivir atrapado en la absoluta oscuridad. Pero entonces sucedió: una luz roja enfocó su cara, notó su calor, pero no quemaba...Sabía que algo le estaba dando. Luz celestial -pensó-
Ok. me reía yo...perdón. Pero luego pensé anda, pon sólo 3 ja y así el siguiente podría poner lo que yo intenté poner pero mi ordenador a pedales...no me dejaba....
Iba a poner :
Ja ja ja
se rió él
Pero tú pon lo que veas.
Un hombre invidente, imperfecto decía él; imperfecto como la noche sin estrellas, que le vió caer una vez en un abismo de dolor considerado.
Angustia horrible, infinita -sentía aquel hombre- pero luego oyo una voz que le sonaba celestial y cuyo susurro penetró tan hondo...¡Era su madre! lo llamaba para que su dolor se difuminase en su pobre corazón, hecho pedazos por lo que él había sufrido con la pérdida de la vista y la agonía de vivir atrapado en la absoluta oscuridad. Pero entonces sucedió: una luz roja enfocó su cara, notó su calor, pero no quemaba...Sabía que algo le estaba dando. Luz celestial -pensó- ¡Igual podré ver!
Entonces se despertó, recordó el sueño rompiendo a llorar porque no veía que si veía. Entonces lo descubrió: ¡ja ja ja!, se rió él, recordando el sueño.
Pero no sabía que no oía el piar matinal y el dulce murmullo del viento que deshoja los versos del poema, imitando así una vida diferente:
Un hombre invidente, imperfecto decía él; imperfecto como la noche sin estrellas, que le vió caer una vez en un abismo de dolor considerado.
Angustia horrible, infinita -sentía aquel hombre- pero luego oyo una voz que le sonaba celestial y cuyo susurro penetró tan hondo...¡Era su madre! lo llamaba para que su dolor se difuminase en su pobre corazón, hecho pedazos por lo que él había sufrido con la pérdida de la vista y la agonía de vivir atrapado en la absoluta oscuridad. Pero entonces sucedió: una luz roja enfocó su cara, notó su calor, pero no quemaba...Sabía que algo le estaba dando. Luz celestial -pensó- ¡Igual podré ver!
Entonces se despertó, recordó el sueño rompiendo a llorar porque no veía que si veía. Entonces lo descubrió: ¡ja ja ja!, se rió él, recordando el sueño.
Pero no sabía que no oía el piar matinal y el dulce murmullo del viento que deshoja los versos del poema, imitando así el sonido sordo de
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Un hombre invidente, imperfecto decía él; imperfecto como la noche sin estrellas, que le vió caer una vez en un abismo de dolor considerado.
Angustia horrible, infinita -sentía aquel hombre- pero luego oyo una voz que le sonaba celestial y cuyo susurro penetró tan hondo...¡Era su madre! lo llamaba para que su dolor se difuminase en su pobre corazón, hecho pedazos por lo que él había sufrido con la pérdida de la vista y la agonía de vivir atrapado en la absoluta oscuridad. Pero entonces sucedió: una luz roja enfocó su cara, notó su calor, pero no quemaba...Sabía que algo le estaba dando. Luz celestial -pensó-
Luz celestial pensó
Iba a poner :
Ja ja ja
se rió él
Pero tú pon lo que veas.
Perdón por cortar la cadena.
recordando el sueño.
Angustia horrible, infinita -sentía aquel hombre- pero luego oyo una voz que le sonaba celestial y cuyo susurro penetró tan hondo...¡Era su madre! lo llamaba para que su dolor se difuminase en su pobre corazón, hecho pedazos por lo que él había sufrido con la pérdida de la vista y la agonía de vivir atrapado en la absoluta oscuridad. Pero entonces sucedió: una luz roja enfocó su cara, notó su calor, pero no quemaba...Sabía que algo le estaba dando. Luz celestial -pensó- ¡Igual podré ver!
Entonces se despertó, recordó el sueño rompiendo a llorar porque no veía que si veía. Entonces lo descubrió: ¡ja ja ja!, se rió él, recordando el sueño.
Pero no sabía que no oía el piar matinal y el dulce murmullo del viento que deshoja los versos del poema, imitando así una vida diferente:
Un hombre invidente, imperfecto decía él; imperfecto como la noche sin estrellas, que le vió caer una vez en un abismo de dolor considerado.
Angustia horrible, infinita -sentía aquel hombre- pero luego oyo una voz que le sonaba celestial y cuyo susurro penetró tan hondo...¡Era su madre! lo llamaba para que su dolor se difuminase en su pobre corazón, hecho pedazos por lo que él había sufrido con la pérdida de la vista y la agonía de vivir atrapado en la absoluta oscuridad. Pero entonces sucedió: una luz roja enfocó su cara, notó su calor, pero no quemaba...Sabía que algo le estaba dando. Luz celestial -pensó- ¡Igual podré ver!
Entonces se despertó, recordó el sueño rompiendo a llorar porque no veía que si veía. Entonces lo descubrió: ¡ja ja ja!, se rió él, recordando el sueño.
Pero no sabía que no oía el piar matinal y el dulce murmullo del viento que deshoja los versos del poema, imitando así el sonido sordo de