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Palpitaciones de Adolescencia

Marco Publio LabeoMarco Publio Labeo Anónimo s.XI
editado abril 2014 en Erótica
La adolescencia estaba siendo una dulce tortura para Daniel, si bien sus experiencias sexuales se limitaban a algunos besos robados en algún inocente juego y haber acariciado apenas unos segundos un pecho por una apuesta, aquel cóctel de hormonas le hacía fantasear casi constantemente, lo que solía acabar con alguna escapada al baño para aliviar momentáneamente la enorme presión que sentía en sus pantalones. Una de aquellas imágenes que le provocaba mayor excitación era la de su vecina Alma, que contaba con 22 años y aún siendo mayor que él había trabado cierta amistad, convirtiéndose en la persona a quien le consultaba sus inquietudes sobre aquellos impulsos casi incontrolables. Era en noches como esa, cuando sus padres aprovechaban algún puente para desconectar de la rutina diaria cuando le pedían que durmiese en su casa para vigilar que Daniel no montase ninguna reunión en casa que provocase las quejas de todo el bloque.

Si bien él recibía con alegría aquellas noches con Alma, le producía mucha incomodidad y numerosos momentos en el baño compartir sofá y película con aquella chica morena de grandes ojos marrones apenas envuelta en su corto pijama de verano. A pesar de ser algunos centímetros mas baja que él, su cuerpo era imposible de no desear: la piel clara esculpía unas caderas generosas culminadas con dos hoyuelos en la parte baja de la espalda y sus grandes pechos se veían siempre aprisionados con cualquier tipo de ropa. El sutil brillo de su piel parecía indicar una sexualidad siempre latente, como a punto de empezar a sudar de pura excitación.

Aquella noche, Daniel decidió acostarse antes de lo previsto, pues tenerla cerca con aquel pijama se le hacía insoportable y no paraba de pensar en refugiarse en su habitación para masturbarse pensando en que ella irrumpiese en mitad de la noche y fuesen sus pequeñas manos las que acariciasen su miembro rebosante. Aquellos pensamientos no le dejaban dormir, ella estaba al otro lado de aquel tabique pegado al lado izquierdo de su cama y podía escuchar los muelles de aquel desgastado colchón cada vez que ella cambiaba de postura. De repente, la escuchó incorporarse, encaminarse hacia la puerta y girar el picaporte hasta salir al pasillo. Movido por su fantasía, Daniel había dejado la puerta de su habitación estratégicamente abierta apenas unos centímetros, para alimentar la curiosidad de Alma si ésta se levantaba en mitad de la noche. Escuchó el crujir de sus pies desnudos lentamente acercarse -irá a la cocina o el baño- pensó, pero de repente, el sonido cesó; ¿se habría detenido movida por la curiosidad o podría incluso aquella puerta entreabierta ser el motivo por el que se había levantado en plena madrugada?. Daniel no se atrevía a comprobar si se percibía su sombra a través del resquicio que él mismo había dejado y su envalentonamiento previo al fantasear con Alma irrumpiendo en su habitación se había diluido dejando paso al temor a que efectivamente ésto ocurriese y no supiese qué hacer, qué decir.

Todo era silencio, sólo podía escuchar su propia respiración, la cual por mucho que intentase controlar, sentía forzada de puro nerviosismo y un calor más sofocante del que ya provocaba de por sí aquel mes de julio; la camiseta y los boxers que llevaba le parecían en ese momento demasiado abrigo, incluso habiéndose deshecho por completo de la sábana. Su corazón dio un vuelco cuando el silencio fue interrumpido al escuchar la puerta abriéndose, y los pequeños pies de Alma acercándose de la manera más silenciosa que podía... después su respiración a los pies de la cama. Mientras la cobardía le impedía a Daniel moverse, sólo fingir que dormía profundamente y rogar que aquella situación tan tensa terminase, sentía como ella lo miraba convencida que dormía por sus ojos cerrados y su respiración aparentemente plácida.

Fue entonces cuando sintió como el calor bajaba por su vientre hasta la base de su miembro, empezaba a tener una erección y sabía que Alma estaba a apenas un metro, que unos boxers sólo harían que ésta fuese más escandalosa y que ella lo vería todo... y aquella idea, sin saber por qué, le excitaba aún más... sólo tenía que permanecer con los ojos cerrados y fingir dormir de la manera más convincente que pudiese. No sabía si era por mantener los ojos cerrados y concentrarse en todas aquellas sensaciones o saber que ella no estaría perdiéndose detalle, pero sentía más que nunca su pene: la presión al engrosarse y como iba separándose de sus testículos para presionar la tela hasta alcanzar el límite del elástico. Pero aquello no detenía su tremenda erección, que se veía alimentada por el roce del tejido mientras se abría camino por la pernera de aquellos boxers que eran lo único que privaban de ver aquel vigoroso miembro a Alma, cuya respiración se escuchaba más entrecortada.

Daniel debía esforzarse aún más por aparentar la placidez del sueño, pues al asomar su miembro por el límite de la pernera, ésta sujetaba su prepucio haciendo que su hinchado glande se fuese descubriendo a la vista de Alma con cada latido, estimulando aún mas su tremenda erección que iba apartando sus boxers. Podía sentir como la tela que se asía a la base de su glande cedió y se deslizó hasta la base dejando totalmente al descubierto su enorme miembro duro como nunca antes lo había sentido, notaba como palpitaba de forma violenta y como la excitación hacía que algunas gotas lo recorriesen estimulándole aún más y haciendo que simular estar dormido fuese una complicada tarea.

Escuchó cómo a la respiración agitada y cercana de Alma se sumaba un sonido húmedo que le hizo entornar por un segundo los ojos y grabar en su mente la imagen de ella mirando fijamente los latidos de su enorme miembro mientras se mordía el labio para acallar sus jadeos casi imperceptibles; sus brazos apretaban al bajar sus pechos brillantes por el sudor que se intuían por el escote de su ligera camiseta de tirantes, sus manos se perdían dentro de su corto pantalón de pijama por encima del cual se intuía el movimiento de sus dedos que provocaba aquel delicioso sonido húmedo y hacía que sus generosos muslos se separasen mientras intentaba permanecer en pie.

A pesar de su enorme excitación, Daniel no se atrevía a dar el paso, sólo intentaba permanecer inmóvil mientras aquella imagen que aún seguía viendo a pesar de haber cerrado los ojos provocaba que su grueso pene estuviese ya empapado por su propia lubricación y que notase cada milímetro que se expandía más allá de su límite con cada latido. Fue entonces cuando sintió como la yema de un dedo de Alma se posaba tímidamente en su glande mojado, animándose en seguida a deslizarse por él como queriendo dibujarlo; pronto fueron tres de sus dedos los que lo asían notándolo palpitar, estimulándolo y cubriéndose de deliciosa lubricación. Daniel apenas podía contenerse a aquella forma de acariciar su glande a la que Alma le sometía, dejando escurrir sus dedos mientras la escuchaba jadear y acelerar aquel sonido húmedo que provenía de entre sus muslos.

De repente paró, él suspiró, pues se vio a punto de derramarse en los pequeños dedos de Alma... la tregua duró apenas unos instantes; los jadeos aumentaron y del pantalón de pijama de ella surgía más claro que nunca aquel sonido que describía al detalle como sus dedos entraban y salían de aquel rincón inundado que derramaba ríos por la cara interna de sus muslos y como el mero roce de su hinchado clítoris le provocaba gemidos que no podía acallar. Sintió su aliento jadeante a escasos milímetros del glande, sus labios se apoyaron en la punta y se deslizaron intentando abarcar la cabeza de aquella enorme bestia palpitante que latía entre ellos y que apenas introducidos un par de centímetros más allá de él, ocupaba cada rincón de su boca presionando contra su lengua y hacía que saborease su suntuosa lubricación en su garganta.

Daniel no pudo más y sintió como una violenta contracción recorrió su miembro separando aún más los labios de Alma e inundando de calidez el poco espacio que le quedaba, mientras ella se sorprendía al sentir como un intenso orgasmo sacudía su cuerpo al notar aquella embestida y la deliciosa leche que rebosaba entre sus labios y por su garganta, ahogando sus gemidos en una gruesa mordaza de pura erección y cálido y espeso sabor a adolescencia mientras sentía sus dedos chorrear prisioneros de sus propias contracciones.

Alma se incorporó exhausta sintiendo como su flujo resbalaba por la cara interna de sus muslos, encaminándose de nuevo a su habitación, intentando no preguntarse si Daniel había sido consciente de aquello; él permanecía inmóvil recuperándose aún de aquella violenta descarga... maldecía su cobardía mientras escuchaba a través del fino tabique que los separaba como Alma gemía seguramente al imaginar cómo se sentiría aquel descomunal miembro abriéndose paso dentro de ella y penetrándola más allá de lo que había experimentado nunca...

Comentarios

  • InriInri Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado marzo 2014
    Debo reconocer varias cosas. La primera es que nunca me gustan los cuentos de esta página, y en este apartado suelo entrar con miedo a leer las barbaridades obscenas de gente como yo, que sin saber escribir, resultamos pretenciosos mientras nos llamamos artistas por escribir polla con cierto recelo. Bien, tu no eres ese caso.

    Tu cuento es jodidamente sólido, está muy bien escrito y aunque he notado ciertos errores son tan pequeños que apenas me han importado. Has sabido hacer este cuento, lo has escrito con detalles, ha sido verosímil, y me ha encantado. Me he imaginado en esa situación, me he creído a los dos personajes, he imaginado a la chica y he notado cierto cosquillleo en algunas partes. Podría hacer lo que hago siempre y hablar de los errores que he encontrado, pero ni siquiera me apetece. Tu cuento, simplemente, me ha encantado. Y esto no lo digo mucho en esta página.
  • Marco Publio LabeoMarco Publio Labeo Anónimo s.XI
    editado marzo 2014
    Te lo agradezco de veras. Reconozco que no tengo absolutamente ninguna formación como escritor, aunque me gusta plasmar mis ideas... pero no suelo releerlas porque suele chirriarme mi manera de escribir. Simplemente desconecto mi "filtro mental" y dejo que salgan las cosas; espero animarme y compartir más cosas en más temas.
  • InriInri Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado marzo 2014
    Te lo agradezco de veras. Reconozco que no tengo absolutamente ninguna formación como escritor, aunque me gusta plasmar mis ideas... pero no suelo releerlas porque suele chirriarme mi manera de escribir. Simplemente desconecto mi "filtro mental" y dejo que salgan las cosas; espero animarme y compartir más cosas en más temas.

    Francamente, en esta página hay personas que escriben de manera muy técnica y que te pueden enseñar mucho. Por desgracia, yo no soy una de ellas, y en la parte erótica es más difícil verlos. Si este cuento no relees tus cuentos y haces esto, te envidio. Porque exceptuando alguna connotación negativa que yo creo que sobra ( creo que hay dos, únicamente ) la verdad que todo está bien hilado, los personajes no exageran ninguna situación, reaccionan de manera lógica y entendible ( dentro de la ficción y el erotismo ) Nada despunta, nada es demasiado algo. Y ha sido un placer leerlo. Espero seguir leyéndote y a ver con qué me sorprendes la próxima vez, que siendo o no escritor, leerte es divertido.
  • Nae SirudNae Sirud Juan Boscán s.XVI
    editado abril 2014
    Estoy de acuerdo en cuanto a que destaca entre la gran cantidad de textos nada literarios, simplemente obscenos o pornográficos que llenan esta sección. No tengo el más mínimo reparo en leer sexo explícito, pero lo que encuentras aquí en general es infumable.

    En efecto, la escena está bien escrita, engancha y es creíble, salvo algún aspecto vamos a decir biológico como lo de la propia lubricación del pene ¿? o detalles difíciles de creer como que puedas eyacular en una situación así sin despertar. La chica se ha tragado dos cosas diferentes
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