Aquel hombre del jardín me miraba en forma muy osada, directa a los ojos, a mis tetas y mi entrepierna. Era un tipo de entre 25 y 30 años, moreno y maciso, muy grande. No era un modelo de revistas, pero tenía una masculinidad y atractivo que me derretían. No podía dejar de sentirme cohibida ante él y terminaba siempre bajando el rostro, acelerando el paso hacia la casa y sintiendo su vista pegada a mi culo y unos latidos muy fuertes en mi pecho, mientras no podía dejar de fantasear en como sería hacer el amor por primera vez con aquel desconocido, a la vez que mis braguitas se humedecian...
Llevaba dos semanas en vacaciones en casa de Abue. Después de almuerzo llegaba el jardinero, tres veces a la semana para regar y arreglar las flores de la casa. Si bien sus manos eran fuertes, tenía una delicadeza única para cuidar de las flores, las cuales parecía acariciar. Como a las 3 Abue me mandaba a que le llevara un vaso de jugo, el cual bebía de un solo sorbo sin dejar de mirarme. Siempre trataba de entablar alguna conversación en forma amable, pero mi maldita timidez me impedian quedarme mucho rato a su lado y solo le había dicho cosas como "Hola", "me llamo Noelia", "le manda mi Abue" y "Adiós". Me inquietaba imaginar que él pensara que yo era una chica que lo miraba en menos por ser jardinero, lo cual no era así.
Era mi último día de vacaciones. Ese día estaba decidida a hablar algo más con él. No se. Quería decirle tantas cosas, decirle que no era una niña tonta, quizás algo tímida... Abue dejó servido el jugo para él, mientras salía a comprar al super. Mi corazón se agitaba fuerte mientras me dirigía hacia el jardín. Tenía una mirada extraña cuando le pasé el vaso. No alcanzé a decirle nada, cuando me tomó por la cintura hasta apegarme a su pecho y besarme. Sus labios de hombre hicieron que abriera mis labios gustosa. Su lengua se introdujo hambrienta buscando la mía, mientras sus manos recorrían mi espalda, caderas y brazos. Mi delgado cuerpo parecía perderse en aquel hombre tan alto y grande. Nos recostamos en el pasto mientras empezó a lamerme el cuello. Luego bajó las tiritas de mi blusa para encontrarse con mis delicados y puntiagudos senos rosados, los cuales devoró a su antojo. Hasta ahí era lo máximo que yo había experimentado con un chico, pero aquel era un hombre que iba por todo y yo estaba dispuesta a dárselo.
Mientras su lengua jugueteaba con mis pechos, sus manos bajaron mi pantalon corto y mis braguitas. Continuó acariciando la tibieza de mi frondosa pubis y la humedad de mi gruta aterciopelada. Él se bajó el ajustado overol que oprimía su majestuoso cuerpo hasta las rodillas, para encontrarme con un torso gigante y su miembro boscoso totalmente endurecido ante la pasión del momento. Yo separé mis piernas para que el se posara encima mío. Colocó su pene justo a la entrada de mi coño. La emoción de la primera vez me desbordaba. Estaba nerviosa, asustada pero muy exitada a la vez. Antes de metérmela él preguntó si era virgen. ¿Tanto se me notaba?, pensé. Le mentí, pero yo creo que él lo sabía, ya que fué muy delicado para desvirgarme. Había escuchado y leído mucho sobre el sexo, pero sentirlo y vivirlo era otra cosa. Gemí de dolor, pero aguanté estoica sus movimientos viriles. Él me deseaba y yo a él. Mi cuerpo de hembra poco a poco se iba acoplando ante aquel macho, y mi carne juvenil poseída por aquel hombre era un mar de sensaciones que se iba desatando para pasar del dolor a la lujuría.
Me afirme de sus caderas y lo envolví con mis piernas, mientras él se abría paso en la estrechez de mi vagina. Al oído me dijo que era toda una mujer, toda una hembra, mientras yo no podía mas de placer y sentía un calor envolvente desde los pies a la cabeza. Mis gemidos aumentaron y él me penetró aún mas fuerte. No pude evitar gritar extasiada ante mi primer orgasmo, a la vez que por mis mejillas corrieron unas lágrimas. Él no tardó en estallar. Sentí sus fluidos masculinos recorriendo mi vulva dilatada, la cual de seguro se mezcló con la sangre derramada por el desgarro de mi himen. Mientras terminábamos aquella relación carnal, el mepreguntó si me había dolido. Yo le mentí una vez más y le dije que no. Lo abrazé casi como agradecida mientras nos besábamos placenteramente y empezamos a vestirnos, cuando en eso pasó lo peor.
Los gritos y gemidos del jardín habían llamado la atención de mi Abue, quien no podía creer cuando me vió media desnuda en el pasto junto a aquel hombre. Casi le da un ataque, y totalmente agitada despidió al jardinero, mientras me plantaba una cachetada que nunca podré olvidar en mi vida. Afortunadamente, no le contó nada a mis padres y con el tiempo me perdonó, volviendo a ser su nieta regalona. Lo que sí me llevé una gran decepción, ya que casi en ese mismo instante en que nos descubrió Abue, me dijo que ese hombre era casado y tenía dos hijos, por lo que mis engenuas intenciones por volver a tener algo con él se fueron a la basura.
Sea como sea, fué el primer hombre en mi vida, quien me regaló mi iniciación en el sexo y siempre le desearé lo mejor, esté donde esté.
Comentarios
Tú intenta con un filológo a ver qué aprendes nuevo :rolleyes2:
Saludos
Así que si de ganas hablamos...
Besitos,
Noe