El casquillo de la bala golpeó contra el suelo del departamento del piso doce seguido de una lágrima. Una sola lágrima.
Thea se encontraba sosteniendo el revólver con el ceño fruncido y los ojos llenos de enojo y dolor. Llenos de cansancio. Del arma se lograba ver un pequeño hilo de humo que salía del caño y a ella aún le retumbaban los oídos por el disparo que acababa de realizar.
"No dudes en dispararme si tengo los síntomas" le había dicho Nick desde que todo empezó, "No quiero quedarme errando por ahí cómo uno más de ellos, y menos aún, lastimarte a tí". Bien, Thea le había hecho caso hacía nada más que unos minutos y se odíaba por ello. Creía que llegado el momento no iba a poder jalar del gatillo, pero cuándo la hora de sobrevivir se acerca uno es capaz de hacer cualquier cosa. "Incluso dispararle a la persona que más quiero en la cabeza" pensaba Thea mientras se sentaba en un sillón con aspecto de derrotada.
Miles de cosas pasaban por su mente. Cientos de sentimientos recorrían su cuerpo y ninguna idea se le asomaba. Pero igualmente no tardó en descubrir su siguiente movimiento. Observó el cadáver pálido de Nick en el suelo arriba de un charco de sangre y se levantó para caminar hacia la ventana del departamento. Abrió las persianas y dirigió su vista a las calles de la destruida ciudad.
Miles de esas cosas deambulaban a paso lento por las calles repletas de autos chocados. Pero todos los cadáveres ahora caminaban y sabían que allí arriba, en ese edificio, aún había una persona viva.
Thea cerró sus ojos. Podía escuchar los miles de gemidos que provenían de los no muertos y comenzaba a pensar cosas.
En sus cortos 17 años de vida nunca pensó que iba a terminar en esa situación. Bueno ¿Quién lo podía pensar?
Todas las personas que conocía y desconocía ahora estaban muertas o habían pasado formar parte de las legiones de no muertos que la acechaban en ese preciso momento. Aún tenía cuatro balas en el cargador. Podía dispararse cuatro veces en la cabeza. Terminar con todo ahí, cuatro veces. Pero no quería morir de esa forma. Sentía una curiosa sensación de ganas de luchar. Ganas de matar a unos cuantos.
Abrió los ojos y agarró el machete que Nick había conseguido para defenderse hacía unos días. Corroboró que su arma esté cargada y comenzó a caminar hacia la planta baja del edificio vacío que dejaba escuchar sus pasos a la perfección. Cuándo llegó al portal principal tuvo que mover algunos sillones, mesas, televisores y sillas que obstaculizaban la puerta para que los no muertos vieran difícil la chance de entrar. Una vez realizada la tarea, colocó sus auriculares en sus oídos y puso su canción favorita.
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Sabía que ahora le tocaba morir a ella.
Pero iba a morir a su manera, y con música en sus oídos.
Comentarios
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Animo y sigue mejorando. Intentaré leer lo que vayas subiendo.