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Fascinación

LindaukaLindauka Pedro Abad s.XII
editado abril 2013 en Terror
Esta es mi historia. No es mas que un día de una vida cualquiera de un pobre chico que se levantó un sábado por la mañana para ir a trabajar. A las ocho y media ya había desayunado y salia de casa para llegar a tiempo para su jornada laboral. A las dos y media estaba comiendo con sus padres en casa y todo su deseo era descansar un rato para ir a ver a su novia. Como podéis ver, no cuento nada a cerca de monstruos o demonios.
Cuando llegué a casa de Claudia ella ya me esperaba en el portal vestida con una camiseta de tirantas y una provocativa minifalda. Su sonrisa siempre consigue levantarme el ánimo y hace enloquecer a mi corazón. En realidad mi vida era muy diferente hasta que la conocí, hay personas que te enseñan a ver el mundo de manera diferente, la mayoría de las personas se dejan arrastrar por el concepto común o casual al que obedecen como a un pensamiento enjambre pero de manera especial, el destino marca a algunos para pensar por si mismos e innovar. Estas personas viven entre nosotros con mucho que enseñarnos y afortunados como yo, se tropiezan con ellos con los ojos lo suficientemente abiertos como para identificarlos, estas personas no soportan sobre sus hombros una verdad suprema, sin embargo obedecen a sus impulsos o creencias de manera satisfactoria. Claudia es una de esas personas y ella posee un don especial para divertirse en este mundo que a menudo veo gris pero que ella pinta para mi con pinceladas de creatividad, con tal diversidad de colores como de emociones.
Al verme junto a ella no puedo evitar el acariciar su rostro al tiempo que sonríe buscando mis labios, labios que sin duda encuentra en un apasionado beso. Mis manos bajan por su cintura y la aprietan contra mi en un gesto tan prisionero como protector. Tras unos segundos, quedamos mirándonos fijamente nuestros ojos:
-Hola-susurro dulcemente.
-Hola-responde con una amplia sonrisa.
Su mirada se intensifica al entrecerrar los ojos y apretar ligeramente su rostro. Un nuevo beso surge de nuestros deseos de unión y mi mano acaricia su nuca, pidiendo otro, otro...y otro más, sin parecer que quiera parar nunca, no obstante en algún momento de nuestra evidente pasión, somos cocientes de nuestra fana delante del portal de su casa.
Me es difícil controlarme cuando estoy con Claudia, a menudo siento que ella me controla, a menudo consiento el ser dirigido en este ciclo de diversión que tenemos. Ella me hace sentir vivo, Ya sea paseando por la calle o metiéndome en algún problema, su mera sonrisa hace que todo quede saldado, muestra mi realidad patas arriba, redirige mis enfados en perverso gozo.
Al introducirnos en el coche mi vista se pierde en algún lugar del escote del copiloto, ella se da cuenta y se siente alagada, aunque toma mi cara, para enterrar la suya en ella. Su mejilla se roza con la mía y sus labios acarician mi rostro, mi cuello al tiempo que sus manos agarran fuertemente mi pecho. Es pasión en estado puro y no puedo controlarlo, es un accidente entre sentimientos, impulsos e instintos lo que me conduce a obedecer. Mis manos se apoderan de sus cinturas y siento la incomodidad de la palanca de cambios, siento la traba de la distancia entre los asientos y deseo encontrar la forma de poder tomarla contra mi. De manera picara ella se separa sonriente y a pesar que me hago parecer satisfecho, quedo ansioso de saltar sobre ella y continuar besándola sin parar, acariciarla hasta la saciedad en algún rincón de esta gris ciudad donde ojos ajenos no perturben lo sagrado del momento haciendo sacrilegio de la situación, violando la intimidad de nuestra mas intima relación, profanando su bella y única visión.
-¿Qué te apetece hacer hoy cariño?- Pregunto inocentemente en busca de algún plan atípico propio de ella.
-Hoy quiero que decidas tu- contesta con su voz mas descarada.
Mi visión se desplaza con vida propia y surca sus piernas naufragando en sus muslos en algún lugar cercano de su corta falda al tiempo que intento deparar alguna respuesta tan astuta como traviesa.
-¿Quieres que vallamos a algún centro comercial?-
-No, a menos que quiera que me atrapes en algún cuarto de baño- Burla moviendo mi rostro hacía en suyo. Una vez mas acaricio su cara y me tuerzo dejándome caer contra el asiento al tiempo que la observo casi sin parpadear, aunque eso si, esta vez solo miro su rostro.
-Creo que se que podríamos hacer- Emprendo mi proposición.
-Reconozco esa mirada, se que me gustará.
-¿Qué te parecería si vamos a los cuartos de baño de algún centro comercial?-
Ella rompe a reír y se finge idignada. El juego dura unos minutos y jugamos al pilla pilla con nuestra miradas y risas. Finalmente le gano haciéndole cosquillas y ella abandona con un beso de tregua.
-Vale, vamos al centro comercial, pero nada de cuartos de baño- Sugiere por fin.
Conduzco mi vehículo mientras ella me cuenta que tal le fue el día, que tal le fueron las clases pero como siempre, nada cuenta de su familia. Quizás algún día me los presente y comprenda el porque nunca habla de ellos. Aparcamos en el parking y caminamos en busca de algún helado. A Claudia le encanta los helados de yogur, son una de sus delicias preferidas, personalmente prefiero los típicos de chocolate, aunque por nada cambiaría el ver como los degusta para después saborear el fresco néctar en su boca.
Caminamos de la mano hasta llegar al puesto de helados de yogur, allí hacemos cola y aprovecho para abrazarla por detrás. Disfruto mucho al tomarla de esta forma ya que siento el como un arquitecto maestro diseñó nuestros cuerpos para encajar perfectamente el uno sobre el otro. Mis caricias se insinúan heroicamente disimuladas, finalmente ella me hace abandonar mi juego al girarse contra mi.
-Necesitas agua muy fría- Ríe entre dientes.
-No, necesito un poco de Claudia a solas-Respondo tunante.
-Si por ti fuera, no existirían mas personas en el mundo- Exagera en risas
-No, solo que vivirían muy, muy, muy lejos.

Tras hacernos con el helado, nos dirigimos al interior del centro comercial y paseamos por el en búsqueda de alguna cosa desconocida que ninguno de los dos sabemos donde buscar, así pues, buscamos en todos los sitios posibles, eso sí, ella descarta desde el principio que pudiera estar en los cuartos de baño.
Pasan las horas y nuestras risas no nos han dejado ver a través del velo del tiempo. Pero finalmente me pide que la lleve a casa. Nunca deseo que acabe un día junto a Claudia, me resultan cortos y emotivos, ricos y divertidos. Es la sensación envolvente de la calidez de otro ser semejante que te acaricia y que te siente tanto como tu a ella, es la voz que te susurra al corazón, es el tacto que incita a erizarse la piel, es vivir la vida y matar la muerte. Es como mantener los ojos abiertos en los mundos de Morfeo.
Nuevamente en el coche, es ella la que no aparta su mano de mi muslo, reposa de medio lado mirándome con su mirada mas acaramelada. Sus caricias son de lo mas estimulante y sin duda me gustaría rendirme a sus provocaciones mas no estoy seguro de encender la mecha en el parking comercial, me muestro incrédulo ante el modo en el que me toca, pero sin duda, no puedo negarle un trato semejante y respondo pasando mis dedos sobre la tierna textura acompañada de rojizo carmín. La beso y las puntas de los mismos se deslizan recorriendola como si se tratasen de coches en una carretera. Aceleran la marcha y se estrellan sujetando fuertemente sus nalgas bajo la falda que oculta mi locura. Tiro ligeramente de ella y su pierna se levanta pasándola sobre la mía. Aún estamos en asientos distantes, aún estamos en un parking comercial pero eso no parece importarnos en absoluto, sin duda alguna nos encontramos perdidos en la hipnosis que le ofrecemos a nuestro semejante. Mis manos siguen una danza arbitraria que baila por su cuerpo dejándose guiar por las sensaciones que su respiración me muestra hasta que finalmente sus manos se llevan a una danza parecida sobre mi figura y así como si fuese una escultora y mi cuerpo fuera barro, modela mis sentidos en busca de mi placer.

El tiempo ha sucedido y sin estar muy seguro de cuanto ha pasado conduzco preocupado de vuelta hacía su casa. Me siento tranquilamente intranquilo. Una parte de mi se preocupa por aquellos problemas que podría traerle a Claudia. Al no hablar nunca de sus padres no puedo estar seguro de cuales serán las consecuencias de llegar tarde, mas otra parte de mi siente jubilo por la presencia de ese ser consciente que día tras día se une cada vez mas a mí. No importa que ocurra mañana o meramente dentro de unos minutos, en estos momentos me deslizo sobre la carretera y siento las estrellas como esferas vigías que testimonian la felicidad de la soy el protagonista.
Miro a mi lado para deslumbrar su rostro, contemplar su perfección y el tiempo se detiene en mi fascinación por Claudia. Su presencia divina llega a lo antinatural y soy consciente que no puedo pensar en otra cosa que en Claudia, Claudia, Claudia...
El terrible sonido distante de un claxon es todo cuanto escucho antes de dirigir la mirada al frente. Sin tiempo para reaccionar la colisión resulta ineludible.

Comentarios

  • LindaukaLindauka Pedro Abad s.XII
    editado abril 2013
    La blanca luz daña mis ojos como si fuese la primera vez que los abriera después de toda una vida. Sobresaltado por estar en una cama de hospital intento ponerme en pié pero no lo consigo, mis piernas no se mueven y siento que casi no reconozco mi cuerpo. No entiendo nada.
    A mis treintiseis años he pasado media vida en una cama de hospital ya que después de estar con Claudia en el parking del centro comercial, nunca llegué a ponerme el cinturón de seguridad y por ello fui encontrado en el asfalto tras haber atravesado el parabrisas. Paralitico y confuso he preguntado mas me medio millón de veces por Claudia pero nadie la ha encontrado, probé a ir a su casa la semana pasada pero aquella que recuerdo como su casa, pertenece a una familia que nunca ha tenido que ver con una tal Claudia. Mi psicoterapeuta me asegura que no existe, pero yo sentado en mi silla de ruedas contemplo el árbol donde grabamos nuestros nombres preguntándome donde estará, que abra pasado con ella, cuando podré volver a contemplar su fascinante fana.
    Ponle el cinturón de seguridad a tus obsesiones, nunca pierdas los cabales o te accidentaras contra algún cristal perdiendo quizás tus piernas y media vida.
  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado abril 2013
    Claudia, que pasaría con ella, :rolleyes:
  • LindaukaLindauka Pedro Abad s.XII
    editado abril 2013
    yo me preguntaría mas bien...¿que clase de ser del más allá era claudia? :P
  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado abril 2013
    :eek::eek:, mejor te la dejo a tí, las personas del otro lado me dan sustico:eek:
  • LindaukaLindauka Pedro Abad s.XII
    editado abril 2013
    Si sigues leyéndome, al final comprenderás que en mis relatos de terror (que todos se desarrollan en la misma ambientación/mundo/realidad) nunca habrá nada que de mas miedo que una lechuza.
    Creo que es un ben momento para enseñaros "vuelve conmigo".
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