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La casa de los cielos

DesmaretDesmaret Pedro Abad s.XII
editado febrero 2013 en Ciencia Ficción
Prólogo

Se rumoreaba por las calles de la Liguria sobre una casa que flotaba por los aires, allí en las nubes. Algunos decían que era una casa fantasma que se desprendió de las tinieblas, otros decían que era una nueva versión de
Papá Noel, que en vez de usar un trineo usaba una casa, también creaban el rumor de que antes, hace añares atrás, esa residencia era común y corriente como tantas otras, pero que en la Liguria la tierra tenía una levadura como una montaña, y allí en la colina habitaba ese misterioso hogar. Después de algún tiempo, unos conquistadores quemaron hasta los últimos cimientos de la casa, arrojando antorchas encendidas al techo que estaba construido de paja. Debajo de la chispeante casa y al rojo vivo de los escombros, se hallaban los cuerpos tendidos en el suelo de la hermosa familia que vivía allí, completamente carbonizados. Al pasar los años, tractores y demás máquinas disminuyeron al nivel del suelo esa elevación de la tierra, para que los albañiles puedan construir viviendas. La casa incinerada hace muchos años atrás, quedó en pena junto a la familia, y levitaba allí arriba, donde la gente llamaba la colina invisible de los fantasmas.
Pero realmente, esos rumores son totalmente blasfemias. Nosotros, los humanos, tenemos distintas ideologías, creencias y culturas, y eso nos lleva a crear nuestros propios rumores, sin saber lo que en verdad es.
Pero yo..., yo sí sabía lo que pasó y el por qué levitaba esa casa en los cielos. Estuve esa noche en la que…


La casa de los cielos



Paraíso 335, la Liguria, noche 3/2/13 23:50
El siete de febrero cumplíamos un año de novios con Ariana, ella más que nada estaba muy ansiosa. Esperaba impacientemente semanas por semanas, días por días, y horas por horas. Al levantarse por las mañanas y después de restregar sus ojos, no se olvidaba por nada en el mundo tachar los días que pasaban, en su calendario pegado a la pared junto a su cama. Su primer mensaje del día tres de febrero me lo envió a mi celular diciendo <<Buenos días mi amor, ¿cómo amaneciste en ésta hermosa mañana?, amor, tan sólo falta cuatros días para nuestro primer añito juntitos, ¿no te parece fascinante el tiempo que llevamos juntos? ¡Te amo!>> Como respuesta le dije que era lo más hermoso que me pudo haber pasado en mi vida, que la amaba demasiado y por nada en el mundo me alejaría de ella, era mi vida entera, mis suspiros por las mañanas y mis esperanzas para todas las cosas que afrontaba día a día, y no miento.
Pero tuvo que pasar eso en esa noche…, en la que fui el único testigo de lo sucedido…

El mismo día a las doce menos diez de la noche, estábamos sentados en la vereda de su casa sobre el césped, junto a su madre disfrutando del fresco viento que siempre acarreaba por su calle Paraíso 335, gracias a la laguna que estaba a pocos metros de su hogar, el barrio se encontraba completamente desierto, nosotros éramos los únicos sentados afuera disfrutando de la suave brisa. El verano chaqueño siempre fue sofocante e irritador, sin embargo por las noches es lo más hermoso que puede existir en Resistencia, cosa que en el invierno no lo puedes disfrutar, se te congelan hasta las pestañas, aunque en Buenos Aires el frío es más intenso que en el Chaco, allí frío, aquí calor. Me encantaba sentirme en familia con su madre, primo, tíos, abuelos, su hermano que es embarcadero y en ése momento no se encontraba allí. Como una segunda parentela para mí y lo era, me sentía muy querido y que en verdad confiaban en mí. Y soy de esos casos raros que me llevaba bien con mi suegra, nunca tuve ni un tipo de problemas con ella ni con el padre de Ariana.
Ariana y yo, estábamos sentados muy juntos uno al otro y tomados de la mano. Su madre al costado con su apreciado mate sobre el suelo, y un cigarrillo entre sus dedos.
— Qué rico estofado de este mediodía para calentar el cuerpo con este frío, mamá — dijo Ariana sarcásticamente a su madre. No le gustaba comidas calientes en verano, siempre las prefería frías, aunque ella estuviera enferma no podría tomar agua de la canilla, querría agua de la heladera, nunca le hizo ningún daño, y eso me impresionaba, supongo que así creció y así se acostumbró.
— mordé un hielo entonces, para que se te pase el calor — le contestó la mamá a su crítica con una risita burlona.
Ariana, ignoró lo que dijo su madre y giró hacia mí uniendo sus labios junto a los míos, los noté tibios, estuvieron tan deliciosos que sentí que me había besado en todo el cuerpo, no sólo en la boca. Le susurré al oído que la amaba, yo era muy vergonzoso para decirle te amo sin sentir vergüenza delante de su madre.
Apreté su mano levemente y le dije que contemplara el cielo conmigo. Algo tan hermoso como ella, las estrellas. Era como una venda extensa y ancha que a su alrededor era totalmente oscuro, con puntos blancos titilando de diferentes tamaños, y en su centro iluminado por millones de ellas centellando, algo muy hermoso, se mezclaban colores en el interior, un blanco con un poco de morado dándole el toque final.
Decoraba una exótica y endeble nube inclinada que pasaba sobre las estrellas relucientes, el techo de la casa de Ariana formaba una línea horizontal debajo de esa extraña nube. Después de un rato, un avión dejando rastro de humo en el cielo como nubes, siguió de largo pasando por encima del extraño nubarrón, ahora todo era más raro, porque la combinación de la nube, el humo y el techo de la casa formaban un triángulo apuntando misteriosamente hacia la casa de Ariana. En las esquinas abajo del triángulo, postraban un astro de cada lado y en la punta de éste extraño acontecimiento estaba la luna resplandeciente.
Recuerdo de repente, se me había vuelto la vista completamente blanca, veía todo blanco y al instante todo volvió a la normalidad, éramos los tres con un silencio lúgubre. La madre se fue acostar, como era normal, siempre dormía temprano, esta vez se quedó más de lo normal.
— ¿Tu vista también se puso blanca por un momento? – le pregunté a Ariana.
— ¿Qué?, para nada, no he visto nada, ¿Por qué? ¿Tú, sí? — me contestó extrañada de lo que le había preguntado.
— Olvídalo.
Su alarma del celular sonó a las doce en punto, indicándole que era la hora de su remedio. Ella se adentró a la casa para tomarlo y fue la última vez que la vi.
Cuando noté que no regresaba, me giré para ver qué pasaba, pero la casa ya no estaba más en el lugar que debía estar. No parecía haberse desprendido ni nada. Solamente no había nada, como si fuera que esa casa nunca había existido. De mí, se había apoderado el pánico, el susto y un escalofrío que estaba recorriendo por mi piel. Miré al cielo y… Allí estaba la casa, levitando, en medio de aquel extraño triángulo. Al instante le grité a Ariana, mis lágrimas caían por mi mejilla, me invadía la tristeza, no la volvería a ver nunca más; pensaba.
Faltaba tan poco para nuestro primer año y quería conocer Roma junto a ella.
Al tiempo que me quedé mirando al cielo, llorando y gritando, la casa desapareció con un destello celeste y como una transportación, quién sabe dónde, sólo Dios sabrá. Esa noche me había quedado sollozando de rodillas donde estaba su casa, hasta el alba.

Avenida Toledo, 150 viviendas, Barranqueras 7/2/13 08:01
Desde aquel maldito incidente, me la había pasado todos los días que transcurrieron en casa encerrado. No me atrevía a salir, no por el miedo, sino que la extrañaba y siempre estaba con ella. No pasaba ni un solo día que no nos viéramos. Todos mis días fueron de tristeza, llanto, soledad, nostalgia.

El despertador había sonado a las 08:01 de la mañana como lo había programado, me fui a la azotea a mirar el cielo, con la esperanza de que Ariana baje de allí para quedarse, besarme, abrazarme, diciéndome te amo. Pero no era nada más que un deseo.
Recordé los momentos felices de nuestra vida, me senté en la azotea en una silleta y comencé a ojear el álbum de fotos que me había regalado en nuestros seis meses juntos. De la nostalgia que me transmitieron aquellas fotos, sentí una punzada en el corazón. Sujeté fuertemente de mi remera como tratando de detener aquel síntoma, pero no podía. Comencé a lagrimear porque no aguantaba tal angustia, las primeras gotas lagrimales cayeron en el álbum, después mi rostro estaba completamente mojado. Recordé sonrisas juntos, los lugares exóticos que habíamos conocidos, cuando dormíamos abrazados, cuando la llevaba en mi espalda, cuando la giraba entre mis brazos, todos mis días eran felices con ella, todo lo afrontábamos juntos, pero ahora solamente me queda seguir solo, sin mi amor a mi lado. A veces con el rabillo del ojo creía verla, pero solamente era una ilusión. Todos esos días estuve sin ella, sin dejar de pensarla en ningún momento.
Miré al cielo una vez más, y allí estaba su casa, levitando encima de la mía. Me sobresalté y al instante comencé a gritar su nombre, pero no había respuesta. No quería imaginar lo desesperada que pudo haber estado, en éste año que cumplimos.
De la altura sentí que me cayó una lagrima en la frente, entonces comprendí que sentía lo mismo que yo, estaba llorando y estábamos separados, en soledad, agonía y una abundante tristeza.
Todo esto había comenzado desde que vimos
Aquel triángulo en el cielo, que hizo cambiar nuestras vidas
y solo transformarlas en tristeza y llanto,
para siempre.
Lo llamé, el triángulo estelar.

Comentarios

  • DesmaretDesmaret Pedro Abad s.XII
    editado febrero 2013
    Parte dos y la última

    Apffff, ¿por qué estoy terminando esto como en realidad no terminó? En verdad, en ése mismo instante había mirado hacia arriba y había visto la silueta de mi novia a lo lejos, me tiró una roca envuelta por una nota, gracias a la piedra cayó justo frente a mí. La recogí con los ojos lagrimosos, y cuya nota explicaba “me tiraré, no soporto estar sin ti, pon todos los colchones que tengas en la calle”. Otra vez rompí en llanto, pero de felicidad. Sin pensarlo dos veces, arrojé a la calla tres colchones que tenía, dos de ellas eran con resortes. Recuerdo haber estado gimiendo mientras sacaba los colchones, mientras tanto inhalaba por la nariz metiendo los mocos para adentro.
    Ella se arrojó desde lo más alto, sin miedo, sin pensarlo, quería estar conmigo nada más. Grité al tirarse, del miedo dije “¡No!” aterrado. Ella rebotó en los colchones, hasta más arriba de mi techo, luego otra vez pero más bajo, y por último los colchones la despidieron a la calle. Corrí hasta ella y le pregunté exaltado si estaba bien, si se había roto algún hueso pero sus respuestas fueron positivas gracias a Dios. Nos miramos fijos y rompimos en llanto al instante, nos abrazamos como si no nos viéramos en años, nos apretamos a casi romper huesos. Sentí su calor otra vez, ahora estoy otra vez con ella, no tendré que seguir solo. Sentí vivir, sentí Amor.
    Feliz primer y único año, mi amor.
    Me dijo con dulzura y voz entrecortada.
  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado febrero 2013
    Bonita historia, muy fantasiosa, al menos se volvieron a juntar:eek::)
  • DesmaretDesmaret Pedro Abad s.XII
    editado febrero 2013
    Muchas gracias por leerlo amparo :) Sí, fue una idea plasmada al otro día, no lo tenía planeado.
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