¡Bienvenido/a!

Pareces nuevo por aquí. Si quieres participar, ¡pulsa uno de estos botones!

LA MUERTE SE VISTE DE NEGRO 3ª Parte.

antopealverantopealver Pedro Abad s.XII
editado septiembre 2012 en Terror
Mariana, la esposa del comisario jefe, improvisó sin demasiada dificultad un suculento guiso de patatas con carne de caza, ya que en la casa no faltaban avíos y las reservas llenaban sus despensas.
-¡Qué alegría me has dado Morales! Le manifestó con entusiasmo Mariana, una señora con un espléndido aire burgués.Y dime: ¿como está tu mujer? Ya ni me acuerdo el tiempo que hace que no la veo. ¿Recuerdas lo bien que lo pasábamos los cuatro en la ciudad? ¡Ay, qué tiempos aquellos…!
-Bien, está muy bien. Cuando regrese le contaré la agradable acogida que me habéis dispensado.
Bueno-intervino el anfitrión-, dispongámonos a comer y de paso intentamos llegar a alguna conclusión sobre lo que te ha traído por aquí.

Estaba ya anocheciendo, cuando aquel tipo vestido de negro con sombrero de ala caída, de cara pálida y canosa barba de seis o siete días, cuyo aspecto desgarbado y enjuto, le otorgaban la imagen de un gigante de cartón piedra-andaría próximo a los dos metros-, de aquellos que acudían a amenizar las fiestas de los pueblos, se encaminó hacia la calle que concentraba la mayoría de los prostíbulos de la ciudad norteña. Se conocía el camino, ya que cada vez que iba a la capital, acudía allí, a saciar sus apetencias carnales.
Se dirigió a la barra del bar. Los hombres que esperaban turno calmando su impaciencia con un baso de vino y formando alegres y pícaros coloquios alrededor de las mesas, contuvieron la respiración. Aquel tipo, aunque no le conocían de nada, les daba grima; decían de él que era un pájaro de mal agüero.
-¿Qué vas a tomar? Le preguntó el camarero y dueño del lupanar-un calvorota bigotudo- con gesto de desagrado.
-Ponme un vaso de vino-le contestó con rostro impenetrable y sin mirarle-.
El camarero se le acercó al oído y le susurró: -te lo tomas y te vas. Aquí no eres bien visto y… no quiero que me ahuyentes al personal.
-Mi dinero tiene el mismo valor que el de esos-indicó con su dedo pulgar hacia atrás-. Así que…cuando haya estado con una chica, me iré.
El dueño de la barra aceptó con desgana la sugerencia del hombre andrajoso y le proporcionó una chica, con el fin de que se largara de allí cuanto antes.
Subió despacio a la habitación. Abrió la puerta. Se detuvo unos interminables segundos frente a la cama. A continuación se sentó en ella sin mediar palabra. Con los ojos perdidos en el infinito y con gesto cansado pero sereno, esperó a que ella tomara la iniciativa. Al poco, la mujer-aunque aterrorizada-se armó de valor y le endilgó: -¿Qué…, te vas a estar toda la noche sentado en la cama? ¡Vamos hombre; hay más tíos como tú haciendo cola!
El hombre gigante tardó unos segundos en asumir las prisas de la ramera y sin mirarla siquiera le indicó: -quítate la ropa; toda. La mujer con aire despectivo obedeció sin rechistar la orden dada por aquel misterioso personaje. Una vez desnuda, se tumbo, puso las palmas de sus dos manos en su nuca y le urgió: ¿Vamos, a qué estás esperando?
La chica no tuvo tiempo de reaccionar. Aquel tipo se convirtió de pronto en un felino salvaje y salto sobre ella con los ojos morbosamente ensangrentados. Mientras con una mano tapaba la boca de la prostituta, con la otra le asestaba infinitas puñaladas que acabaron lenta y dolorosamente con la vida de la pobre infeliz.
Se recostó sobre ella, poniendo una de sus orejonas sobre su pecho; cerciorándose de que aquel cuerpo ya no tenía vida. Con el cuchillo chorreando sangre, rajó el vientre de la chica con la habilidad de un matarife y, con sus propias manos, extrajo sus entrañas-aún calientes-, las izó como si de una ofrenda se tratara y soltó un alarido que, con toda seguridad, hizo estremecer al mismísimo Satanás. En ese momento, inició una orgía sexual con el cadáver de la chica, que duró apenas unos minutos.
Salió de allí por la ventana de la habitación-que no estaba excesivamente alta-, ya que iba cubierto de sangre y todo el mundo advertiría su macabra hazaña. Pensó que la oscuridad de la noche y el color de su traje, le servirían para llegar al viejo puente de la entrada a la ciudad, donde tenía su guarida y pasaría allí la noche. Bajo aquel pontón y entre los zarzales, nadie le encontraría. A la mañana siguiente, ya pensaría como salir de la ciudad.

El comisario Morales, exhausto tras pasar toda la tarde revisando papeles antiguos e intentando sacar alguna conclusión, solicitó permiso al comisario Echeverría para retirarse a la pensionucha que iba a albergar, esa noche, sus doloridos huesos.
-Bueno, mañana cuando me levante, vendré a despedirme de ti y me volveré al pueblo. Hay mucho que hacer por allí.
-De acuerdo, que descanses.
En realidad, el comisario Morales le había mentido a su jefe. Su intención era acudir a un prostíbulo, al menos, a tomar una buena jarra de vino, ya que las fuerzas no le daban para otra cosa.
La casualidad quiso que, llegando al burdel, viera una sombra descolgarse desde un balcón; sigiloso, le siguió de lejos para no levantar sospechas. Llegó hasta las cercanías del puente donde aquel espectro se perdió entre la maleza y la bruma. La noche era oscura y el comisario no quiso arriesgarse, ya que no conocía el terreno.
Volvió a la comisaría y contó al jefe de guardia lo que había visto. Como el comisario jefe Echeverría ya se había marchado a casa, ellos tomaron la decisión de reforzar la vigilancia por las calles. Pero nunca pensaron que lo que el comisario Morales había visto, era al asesino de prostitutas que les estaba llevando de cabeza.
Ahora ya sí, el comisario Morales se retiró a descansar a su pensión.
Muy poco después, llegó a la comisaría el pusilánime dueño del prostíbulo para denunciar la desgraciada muerte de la prostituta.
El jefe de guardia mandó rastrear la zona y ordenó a sus agentes que se mantuvieran ojo avizor y, al más mínimo recelo, procedieran a detener a cualquier sospechoso.

Comentarios

  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado septiembre 2012
    :eek:casi que lo pillan, pero al comisario seguro no le habrìa ido nada bien:rolleyes:
Accede o Regístrate para comentar.


Para entrar en contacto con nosotros escríbenos a informa (arroba) forodeliteratura.com