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Obispo de Lanús 3

iliosilios Pedro Abad s.XII
editado junio 2012 en Negra
La primera imagen era claramente de un local de comidas rápidas del centro ya que por el horario no había muchos abiertos toda la noche entre semana. Aparecía allí una muchacha rubia abrazada a mi cuello, besando mi mejilla y un empleado del lugar riéndose a carcajadas al lado mío. Eran la una y media de la mañana según el celular y se me veía muy alegre a mí también. Sólo tenía que encontrar cuál local era y localizar a algún testigo de aquella noche.
Fue fácil dar con el lugar porque agrandando la imagen en la computadora pude ver las luces de la calle corrientes en la ventana y una marquesina del “Teatro la Plaza”. Imprimí una copia de las imágenes y me dirigí hacia allí después de mi trabajo pues me quedaba a algunas cuadras. Le mostré la foto a una encargada del lugar y me confirmó que efectivamente ese muchacho era empleado del lugar pero que entraba un poco mas tarde, le pedí si podía esperarlo pues le dije que era su primo y hacía tiempo que estaba buscándolo. Recorrí el lugar y localicé en dónde fue tomada la foto en la parte de arriba pero seguía sin recordar nada. Esperé a que llegara el muchacho y la encargada le señaló que lo estaban esperando, él subió y se asombró al verme, hizo un ademán de volver sus pasos por las escaleras pero yo me incorporé y le pedí que se detuviera por favor.
-Tranquilo, sólo quiero hacerte unas preguntas… ¿Te acuerdas de mí, no es así?- El muchacho hizo un gesto afirmativo con la cabeza y su cara de susto fue desapareciendo a medida que se acercaba a mi mesa –Necesito que me digas (mientras le mostraba la fotografía) si había alguien mas conmigo esa noche- negó con la cabeza sin emitir sonido - ¿No estaba un hombre sospechoso junto a mí?- esta vez sí abrió su boca y salió una voz temblorosa y delicada
-Estaban usted y la señorita, nada mas. Yo solo me acerqué porque ella me preguntó si conocía algún cura que quisiera casarlos o si podía hacerlo yo mismo era y eso me causo gracia. Por eso salí riéndome en la foto.
-¿Conocías a la chica?- le pregunté furioso.
-No, señor, era la primera vez que la veía en mi vida- contestó temeroso.
-Si no había nadie mas… ¿quien sacó la foto entonces?- haciéndole notar la incoherencia de su respuesta
-Usted mismo la tomó, señor.
Despedí al muchacho y me marché del lugar decepcionado, ¿cómo podía ser que yo mismo haya sacado esa foto y no lograba recordarlo? ¿En donde se había metido la persona que me había secuestrado?¿Quién era esa mujer que aparecía en casi todas las fotos y hasta había tenido sexo conmigo esa noche? Decidí que el muchacho estaba mintiendo pues ¿cómo podía recordar tantos detalles de alguien que solo vio unos minutos en su vida, hacía ya más de dos meses? Me propuse esperarlo en un café de enfrente que estaba abierto toda la noche y lo seguiría, quizás lograra descubrir si mi teoría estaba correcta.
Cuatro horas mas tarde, el empleado salió rápidamente del lugar y se frotó las manos pues la noche estaba ya entrada y había bajado mucho la temperatura. Caminó hacia la estación de subterráneos mas cercana y viajó hasta la estación Federico Lacroze para luego tomarse el último tren que salió a las doce menos diez de la noche en punto con destino a Pablo Podestá. Allí se bajó y caminó algunas cuadras en la oscuridad con envidiable destreza, dando muestras de que conocía bien el lugar, yo lo seguía a una distancia considerable procurando no llamar la atención. Al llegar a una casa antigua, con un frente despintado y una reja oxidada, se detuvo, miró a ambos lados revisando el lugar y luego golpeó la puerta. Yo me había escondido detrás de un árbol desde donde podía dominar todo el frente del lugar y pude ver que unos ojos misteriosos se asomaron descorriendo una cortina del ventanal de madera. Creí reconocer esa mirada pero deduje que era casi imposible, pues no conocía nadie de esa zona, segundos mas tardes alguien por fin, abrió la puerta. Grande fue mi asombro al ver que quien se asomó detrás de aquel pedazo de madera era ni mas ni menos la mujer que protagonizaba la mayoría de mis fotografías, le estampó un beso de amor en los labios y lo hizo pasar.
Me senté en el piso de la emoción y la maraña de pensamientos nuevamente comenzó a moverse a raudales en mi mente. No podía quedarme mucho tiempo mas allí porque llamaría la atención en el barrio y alguien podría llamar a la policía, me acerque hasta la estación y esperé horas un colectivo, muerto de frío y sueño que me llevó a capital y luego otro hasta cerca de casa. Procuré descansar un poco pero fue inútil, la imagen de esa mujer que creía una fantasía de mi imaginación, existía realmente y sabía en donde vivía. Me decidí a que volvería esa misma tarde luego del trabajo y que esta vez la encararía para preguntarle quien había ideado toda esta locura y por qué. Regresé por la misma vía que había estado la noche anterior y localicé la casa sin problemas, golpeé fuerte porque había mucho viento helado y no había alcanzado a quitarme los guantes de lana. Nadie contestó. Volví a insistir con mas fuerza y temiendo generar alboroto en el lugar, toqué la puerta para ver si por casualidad estaba abierto, la abertura cedió y emitió un chillido abrumador. Caía la noche y las luces de la tarde comenzaron a apagarse de a poco dando paso a la escasa iluminación artificial de las calles, que me había mantenido a salvo esa misma madrugada. El lugar quedó al descubierto y sin pensarlo dos veces, ingresé a tientas buscando un interruptor para encender alguna llave, me topé con algo pesado en el piso y procuré no pisarlo pensando que podía tratarse de algún almohadón u alguna frazada. Localicé un velador y al encenderlo, pude ver que con lo que me había tropezado era una persona tirada en el piso, recocí el rostro del empleado del local de comidas rápidas bañado en sangre y la marca de sus manos por todo el piso. Salí corriendo de la casa y me tomé el primer tren en dirección a capital, al llegar, ví que la luz de la habitación de mi amigo estaba encendida y le golpeé la ventana, él salió asustado y me preguntó si pasaba algo al verme seguramente pálido y asustado. Le conté con lujo de detalles lo que había hecho los días anteriores y me escuchó con atención, al finalizar, me puso una mano en el hombro y me dijo:
-Jamás pensé que serías capaz de seguir a alguien hasta su casa y mucho menos entrar sin permiso, te desconozco, cada día mas. ¿Tocaste algo en el lugar?- me preguntó cuando cayó en la cuenta de lo grave de mi situación.
No, estuve pensando en eso durante todo el viaje de regreso y por suerte nunca me saqué mis guantes de lana.
-Pues, ¡quemalos! – me aconsejó con decisión- ¿Qué vas a hacer ahora?- me preguntó y sin dejarme contestar continuó -Personalmente creo que ya llegaste demasiado lejos con este asunto y también que quizás esa muerte no tenga nada que ver con tu secuestro.
-Yo también pensé lo mismo pero… no puedo abandonar el barco ahora que ya estoy en el medio del mar; necesito saber que pasó. Y esa mujer… ¿qué tiene que ver con este asunto? Voy a seguir con la secuencia, mañana mismo voy a ir al lugar de la segunda foto y veré que hago luego.

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