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Las Guerras de Lyra: Episodio Cero

Ramon ChanqueoRamon Chanqueo Anónimo s.XI
editado mayo 2012 en Ciencia Ficción
Molodoi Voin estaba de lo más intranquilo. Más que eso: estaba aterrado. Hacía seis horas que estaba en aquel mismo lugar, esperando. Ésa era su misión. Se encontraba él en la CENCO (Central de Comunicaciones) de la colonia minera Lyra, en el punto de Lagrange L-2, y miraba de aquí para allá mientras los oficiales de la Guardia se movían y miraban y hablaban también intranquilos, por culpa de la incertidumbre que desde la mañana rondaba por esta colonia espacial. Eran las 11:05, del 6 de abril del 278° Aniversario de la Era Exoterrestre, o como decía la denominación del gobierno, E.E. Molodoi supo esto por el reloj cuya manecilla no dejaba de moverse y girar en la oficina del CENCO, y eso lo perturbaba.
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A las 11:10 estaba programado el ataque. Él no sabía, ni se habían tomado la molestia de decirle, en qué consistía la misión Plumma, pero para que esta fuese exitosa, necesariamente se requería que las fuerzas orbitales no llegasen lo suficientemente rápido como para apoyar a las tropas que ya estaban aquí, y para eso, se debía evitar cualquier tipo de comunicación entre Lyra y el exterior. Y era ahí donde el joven Voin entraba, que junto con sus camaradas eran parte crucial de la operación. Todos ellos estaban desperdigados por todas las oficinas del CENCO, esperando a que llegara el momento de la balacera. Molodoi iba armado con una pistola liviana, ni siquiera de asalto, ni siquiera de caza, una simple pistola con balas de uranio empobrecido, guardada celosamente dentro de su abrigo.
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Su mano sudaba cada vez más mientras el reloj se acercaba fatalmente a la hora indicada. 11:08, y aún no había ningún movimiento anormal dentro de la Guardia, que eran tipos recios, fornidos, armados con subfusiles militares, una verdadera arma de guerra, que lanzaba 2 púas de plomo por segundo. La respiración de Molodoi se hizo cada vez más acelerada cuando el minutero se posó delicadamente en el punto número 9 del reloj de la oficina, y chequeó en su escondite si las armas estaban cargadas. A sus cortos 16 años, metido en una segura balacera y corte marcial si lo dejaban con vida, (qué diría su madre de aquello, se convertiría en un ogro seguramente). Pero él estaba seguro. Temía respecto a cómo se ejecutaría la operación, no al por qué se llevaba a cabo la misma.
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11:10. Molodoi le quitó el seguro a la pistola, y acto seguido una potente explosión se oyó tras el Navipuerto detrás del CENCO. La Guardia comenzó a moverse, desesperados, se veía que no estaban preparados para una rebelión en curso. Voin y sus compinches tenían órdenes de no atacar hasta que las tropas de la colonia intentasen comunicarse vía satélite. Y entonces uno de los militares dijo la desgraciada frase “Avisen a la Órbita”.
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“¡Fuego!”, gritaron Molodoi y sus camaradas al unísono, y la balacera comenzó. Tras la primera ronda, cayó la mitad de la Guardia sin oponer resistencia, eran los menos aptos. El resto de inmediato tomó posiciones de defensa, pero al verse totalmente rodeados, había un rebelde cada 10 metros, por todas partes, decidieron ir al ataque frontal contra lo que fuese, y con esa maniobra inexperta, cayó la gran mayoría de los sobrevivientes. El resto se rindió incondicionalmente al verse superados estratégicamente, y entregaron las armas. La primera parte de la misión, había sido exitosa, y ni Molodoi ni sus amigos estaban heridos.
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La segunda parte de la misión consistía en enviar un mensaje a las fuerzas orbitales de la colonia, diciéndoles que había problemas en una colonia del punto de Lagrange L-3, para que así los rebeldes tuviesen tiempo de tomar posiciones defensivas. Amedrentaron con las pistolas a un oficial del CENCO rendido, y lograron enviar la misiva. Luego de eso, todos los aparatos del CENCO fueron expropiados, al igual que las armas que estaban a la vista, y tras amarrar firmemente a los rehenes de la Guardia Colonial, comenzaron la retirada.
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Salieron del Centro de Comunicaciones, cargados con todo el botín, y a lo lejos, un humo negro, espeso, brotaba desde el campo artificial de Lyra.
Parecía que los otros, también habían cumplido con su misión.
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