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Arte y Chamuyo (*)

Ariel GarcíaAriel García Gonzalo de Berceo s.XIII
editado noviembre 2011 en El oficio de escribir
Sobre la definición de arte es posible leer, en algunas enciclopedias, que “es abierta, subjetiva, discutible” y “no se ha llegado a un acuerdo unánime entre filósofos, historiadores y artistas”. Luego el texto se arrolla en un camino de expresiones que van saltando entre géneros y funciones hasta dejarnos con la idea de que el devenir ha ido trocando sus fundamentos y seguirá haciéndolo.

Por la longitud del término, “arte” se convierte en una idea que encierra conceptos difíciles de asir en todas sus acepciones, esta cualidad puede transformarlo también en el comodín que intenta suplir el valor faltante en la capacidad de quien quiere llamarse artista, una puerta abierta al verso y al “chamuyo”, un punguista cómodo en el bolsillo del snob que compró una obra compuesta por un inodoro con manchas de óxido y una planta crecida en su interior.

-El trébol es una herbácea en peligro de extinción- dice el artista- y el inodoro el lugar donde defecamos y orinamos, el óxido que puede observarse en los bordes del evacuatorio…

El comprador se encuentra obnubilado ante la magnitud de semejante habilidad o desconoce que la porcelana del viejo inodoro “Pescadas” no es oxidable, al menos como una pieza de hierro, por ello nunca descubrirá que las salpicaduras marrones en la taza del sanitario son restos de excremento cristalizado.

-… decía que el óxido, prosigue el autor, representa en mi visión el paso del tiempo, la exposición, el contacto con el oxígeno, la respiración… Con todo esto cualquier persona sensible e inclinada hacia el arte, como ustedes, deduciría que mi obra representa los recurrentes y nada moribundos deseos reprimidos que, pugnando por encontrar su lugar, son expulsados al exterior, fuera del inconsciente, por un sistema de censura digestiva…

-¿Qué precio tiene la obra?- interrumpe él, mientras relee su nombre difícil burilado en una pequeña placa de bronce, atornillada a la tapa de madera.

- Seis mil dólares- remata el autor.

-Quedaría bárbaro, Gordo –susurra ella en el oído de su marido- en el jardín de invierno, rodeado por los angelitos de alabastro…

-Hecho.

Lo escrito en los párrafos precedentes podría dejar en el lector la sensación de que quien compone este artículo niega la existencia de la manifestación artística; si fuese necesario vociferaría que creo en ella con todo mi corazón, pero he tenido la oportunidad de encontrarme ante tantas situaciones en la que “arte”, ese término tan resbaladizo, es manipulado por caraduras, sinvergüenzas y tramposos de buena fe, incluso en nuestro medio, que quise dejarles mis breves palabras sobre el tema.

Flaubert escribía: “Ama el arte. De todas las mentiras es la menos falaz” y Gould: “El arte contemporáneo es, o un aprendizaje o una farsa”; yo prefiero quedarme con las palabras de Isabel Allende: “Escribir una novela es como bordar una tapicería con hilos de muchos colores: es un trabajo artesanal de cuidado y disciplina.”

Saludos cordiales

(*) Chamuyo: Palabrería que tiene el propósito de impresionar o convencer.

Comentarios

  • juanchojuancho Francisco de Quevedo s. XVII
    editado noviembre 2011
    Hola Ariel

    Algo tengo que decir, simplemente me ha divertido tu texto.
    Un abrazo
  • ShaiantiShaianti Fray Luis de León XVI
    editado noviembre 2011
    En uno de sus divertidos e interesantes libros, el filósofo escritor italiano Luciano De Crescenzo, por boca de un personaje (su portero), explica que el arte es tal aún fuera de cualquier contexto: la diferencia está en que fuera de un museo o de una sala de exposición, el inodoro seguirá siendo sólo un inodoro.
  • Ariel GarcíaAriel García Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado noviembre 2011
    Gracias, compañeros Juancho y Shaianti, por divertirse y recordar; también por haberlo escrito.

    Saludos cordiales
  • AfrodriguezAfrodriguez Fernando de Rojas s.XV
    editado noviembre 2011
    Hola:

    Hace tiempo oí a alguien describir qué es el arte por opsición a otro tipo de comunicación. En el uso más evidente del lenguaje se utiliza un código acordado por emisor y receptor, de manera que una pipa es una pipa. Pero el arte juega continuamente a saltarse esos códigos, a crear imágenes, reminiscencias y todo tipo de efectos, una situación en la que emisor y receptor se comunican gracias, al menos en parte, a códigos no totalmente acordados. En la explicación encaja el porqué el arte tiende a ser transgresor por naturaleza y porqué siempre trata de innovar.

    Salud y libros

    Antonio F. Rodríguez
    [La antigua Biblos]
    http://laAntigiaBiblos.blogspot.com
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