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Hagase mi voluntad

Necrokimy_VonmortemNecrokimy_Vonmortem Garcilaso de la Vega XVI
editado noviembre 2011 en Negra
Mientras Dios miraba hacia abajo complacido y Satán hacia arriba preocupado, Edna escribía en una libreta negra sobre la mesita de la cocina de su desvencijado departamento la autentica razón de su vida. Su vida se iba impregnando en el papel a través de cada palabra, de cada borrón, de cada recomenzar, de cada verbo.
Escribía llorar y los vientos de la cuidad invocaban sobre el edificio que albergaba su morada a todas las nubes de la cuidad que no estuvieran impregnadas de ira, a todas aquellas que de limpias y puras supieran lavar la sal de un rostro húmedo de verdadera tristeza, escribía amor y el futuro temblaba de emoción al saber que él era el sitio escogido por ella y Andrik para vagar por siempre aunque no volvieran a construir nada nunca jamas, dibujaba con hermosa caligrafía la hermosa palabra sexo y la tinta se corría sobre el papel con toda la pasión conocida hasta formar una guarida en forma de corazón que contenía las iniciales de ambos.
A medida que escribía su carne y sus huesos daban de si, las rodillas le temblaban a pesar de estar cubiertas por la chamarra verde olivo que extrañamente había sido olvidada por Andrik sobre el sillón de la entrada antes de salir al trabajo y que olía a tabaco, ternura y a la mar en calma que era la mirada eternamente adolescente de su amado, los parpados se le cerraban y lo que era peor, ella misma sabia que al terminar el escrito su vida terminaría.
Andrik corría rumbo al departamento con el saxofón bajo el brazo y en una bolsita de papel un posible remedio para el mal que consumía, que apagaba el cuerpo donde hasta ese momento aun habitaba el alma de la mujer de su vida, y le rogaba al cielo que Edna aguantara hasta su llegada sino por su amor que era de verdad, si por el amor de Dios, repetía abracadabra al derecho y al revés solo por si acaso aunque sonara absurdamente igual cada vez que lo rezaba de un modo o del otro. Dios te salve María llena eres de gracia, Satán déjala en paz, confórmate con mi alma que se inmolara con gusto una y otra vez en las tinieblas de tu reino hasta que las eternidades se terminen y comiencen de nuevo y de nuevo se terminen. Satán sonreía en su trono, lo que el joven había dicho antes de que se le terminara el aire por la carrera era la primera clausula del contrato de compraventa de un alma.
Andrik llego al apartamento justo cuando el Señor, apenado por los designios que tomaba y que en ocasiones como esta ni el mismo entendía, decía: hágase mi voluntad.
Edna por su parte, garabateaba perdón por dejarte solo y escuchaba sus latidos retumbar desde sus sienes hasta las cuatro paredes del departamento mientras ponía el punto final a la carta que momentos después pondría en manos de su amado con la consigna de que la leyera con amor junto al saxofón desde la azotea del edificio y su amado la aceptaba sin chistar y ella seguía imaginando como momentos después caería la música por la ventana, como se escurriría la melodía por las paredes del edificio hasta acariciar las persianas antes de entrar en el departamento para lavar los pecados, si es que existían, de las siete razones por las que ambos se amaban sin razón y sin exigirse nada, y allá, sentado en la cornisa de la azotea, Andrik presentiría como ella exhalaba su ultimo aliento dejando caer inerte su cabeza sobre la mesita y el Señor, volteando mucho mas bajo del asfalto decía: aprende maldito, el amor es el sacrificio de todo lo que se tiene y se ofrenda a quien no pide nada pues sabe que amando todo lo tiene, nunca mas podras voltear hacia arriba para ver las piernas de esa mujer que hoy estrena alas, nunca mas podras tentar el alma de Andrik que te aborrecera lo mismo que a mi mientras le dure la vida, de dos almas en juego yo gane una, tu te quedas sin nada.
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