Era tarde, una ignota ceniza en mis labios
y, en su comisura, una tenue exhalación bogó.
Calló la noche su orfeón de esquirlas y agravios
cuando el viajero del este su lira tocó.
Era tarde y soñé,
soñé que soñaba
y el céfiro mi arpa tocó;
y de vacío mi yo se anegó.
Era tarde,
arriba, el cielo garzo,
que, sobre el arrullo del arroyo a su pradera,
el gayo juró ser virio.
Era bello, tan bello era
que, bajo el manto de cien nubes en almoneda,
el rayo lloró ser cirio
Era tarde y mis ojos gimieron,
¿Sabes qué es lo que vieron?
Comentarios
Como comente en otro poema mìstico, en estos temas debemos vernosla con la dificultad de narrar lo inenarrable. Tu lo haces muy bien.
Gracias por compartirlo.
Me gusto esta parte:
que, sobre el arrullo del arroyo a su pradera,
Saludos.