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Jamás en ningún lugar y en ningún sitio
pude leer en palabras los cielos abiertos.
Sobrecogido, abrumado
rodeado por la catarata de fuego intangible,
que volcánica derramas
sobre una sed infinita
entregada al designio de su propio asombro.
Tu voz pletórica. Tu voz viva. Tu voz única
me inunda con su impacto,
con su sonoridad inalcanzable,
con la luz y la quintaesencia de sus miles de elementos fractales.
¿Como puedo vivir en dos mundos
tras escucharte?
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